MST - Movimiento Socialista de los Trabajadores Lunes 27 de Agosto, actualizado hace 4 hs.

Tifón en Filipinas: Hay que cambiar el sistema, no el clima

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El tifón que el viernes pasado arrasó Filipinas dejó hasta ahora 10 mil personas muertas y millones de afectados. La región del centro del archipiélago, donde miles de personas se encuentran aisladas esperando la llegada de la ayuda nacional e internacional, es un escenario de desastre humanitario. La tormenta se dirigió el domingo hacia Vietnam, donde causó al menos 13 muertes y este lunes llegó al sur de China, donde se registran hasta el momento 8 muertos. ¿Cuál es el origen de estos tifones? ¿Tiene causas naturales, imprevisibles e inevitables? Aportamos nuestra visión ecosocialista de esta crisis

El gobierno filipino informó que el tifón “Yolanda” dejó 10 mil muertos y 5 millones de damnificados, además de inmensas pérdidas materiales, daños en infraestructura, cultivos y rutas. Las cifras son parciales, ya que quedan 2 mil personas desaparecidas. Se trata de la tormenta más grande registrada en la historia de este país, con vientos constantes de 313 kilómetros y ráfagas que han alcanzado los 400 kilómetros. La mayoría de los muertos se debió a la crecida repentina del nivel del mar de seis metros, que arrasó con todo lo que encontró en su camino. Hay saqueos desesperados buscando alimentos y medicamentos. De los casi cinco millones de damnificados, el 70 por ciento son mujeres y niños ubicados en zonas aisladas, por lo que se espera de manera urgente el envío de ayuda internacional. El domingo, “Yolanda” llegó a las costas de Vietnam, donde 600 mil personas habían sido evacuadas con anterioridad dejando un saldo de 13 muertos.

Hasta la ONU reconoce el origen capitalista de los desastres ambientales

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) es el principal órgano internacional para la evaluación del cambio climático. Fue establecido por el Programa de las Naciones Unidas (PNUMA) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en 1988 para ofrecer al mundo una visión científica clara sobre el estado actual de los conocimientos sobre el cambio climático y sus posibles impactos ambientales y socio-económicos. Este organismo es objeto de recelo por su pertenencia a la ONU y por lo tanto orgánicamente a una superestructura imperialista. Sin embargo, si tomamos el último estudio divulgado conocido como “tabla de impactos” que mide las consecuencias del aumento de la temperatura por causa del efecto invernadero nos encontramos con la siguiente proyección para el siglo XXI: a este ritmo el alza de la temperatura entre cero y 5°C impactará con un 80 % de probabilidades en cinco aspectos clave del ecosistema planetario: acceso al agua dulce, alimentos, costas (desplazamientos forzados de poblaciones por elevación del nivel del mar, salinización de los acuíferos) y salud humana. Un elemento que incorpora es: la tendencia a la multiplicación de tifones como el de Filipinas. Vale decir: científicos a sueldo de un organismo dependiente del imperialismo reconoce que la multiplicación y aumento de magnitud destructora de los tifones es una derivación inevitable del efecto invernadero. ¿Y qué produce el efecto invernadero con un 90 % de probabilidad científica? La emisión de gases por la combustión de energía de origen fósil –principalmente petróleo- mayoritariamente generada por la potencias capitalistas centrales: EEUU, Europa y China.

Una salida anticapitalista para salvar el planeta del ecocidio 

La humanidad transita de forma acelerada hacia un punto de no retorno (tipping point, en inglés) del desequilibrio climático. Se trata de una alteración no conocida en los últimos 65 millones de años por el planeta: el derretimiento de prácticamente todo el hielo de los cascos polares. La desaparición total de los hielos, evidentemente, no es para mañana: el proceso podría durar hasta mil años. Pero el engranaje podría ponerse en marcha en veinte, treinta o cuarenta años y derivar en una subida del nivel de los mares de varios metros antes del fin del siglo. Para impedirlo, habría que reducir radicalmente las emisiones de gas con efecto invernadero, o sea prescindir completamente de combustibles fósiles en dos o tres generaciones. Esto supone desarrollar un proceso transicional hacia otra matriz basada en energías renovables y no contaminantes para lo cual existen condiciones de desarrollo técnico que lo harían posible. Sin embargo, hay medidas necesarias para tomar incompatibles con el capitalismo: reducir la producción material de bienes que no se ajusten a necesidades sociales; fortalecer el transporte público por sobre el privado individual; avanzar en la expropiación a las corporaciones de la propiedad sobre bienes comunes fundamentales para la humanidad: tierra, agua, alimentos, energía. En definitiva: sin expropiar a las corporaciones capitalistas, sin avanzar sobre los lobbyes de la industria automotriz, el capital financiero, hidrocarburífero y de la industria armamentística no hay salida posible para la humanidad. A partir de ahí es clave pensar en una reorganización económico-social sobre nuevas bases priorizando la planificación productiva con participación popular en base a las necesidades de las mayorías y no en función de la rentabilidad capitalista. Una salida ecosocialista es el recurso viable del planeta en defensa propia. Organicemos una corriente ambiental anticapitalista con esa perspectiva.

Mariano Rosa

TifonFilipinas