El impacto de la derrota electoral del 27 de octubre se hizo patente hace pocos días con el cambio de hombres clave en el gabinete de ministros. Y como es lógico apuntan a dar señales de actuar sobre la crisis económica que fue el nudo gordiano de la derrota. Sacar a Moreno, presentar a un Kicillof más conciliador y dar una señal hacia el PJ nacional con la figura de Capitanich (también de claro perfil economista) como Jefe de Gabinete, son todos mensajes destinados al stablishment de que existe la «voluntad política» del gobierno de ir normalizando la economía a beneficio de los poderosos. Por eso desde la oposición tradicional como el PRO y demás sectores se oyen voces de apoyo o de cierta expectativa. Por supuesto el gobierno no abandonará su doble discurso y tratará de vendernos las medidas como una continuación del modelo de «redistribución de riqueza», como siempre nada de su discurso tendrá que ver con la realidad. Aunque no hay anuncios grandilocuentes al estilo Cristina (hoy puesta en un lugar menos expuesto, con una coraza de ministros con cierto vuelo propio, para preservarla del ataque directo y odio creciente de las masas) y lo que se vislumbra no son grande cambios.
¿Qué nuevas medidas de fondo ha propuesto Kicillof?
Ninguna que apunte a solucionar la crisis que sufrimos los trabajadores y el pueblo. Se prepara un paquete de medidas al estilo del ajuste clásico.
En cuanto a inflación dos datos son contrarios a intentar controlarla: uno es que el ministro empujaría por un desdoblamiento cambiario, es decir dos tipos de dólares uno para las transacciones comerciales, industriales, del agro, etc. Y otro para el turismo, los bienes suntuarios, etc. Con esto pretende darles más certidumbre a los mercados capitalistas, para que confíen y traigan inversiones, quizás también para bajar la brecha cambiaria entre el «inexistente» dólar oficial de hoy y el paralelo. Pero lo que no dice es que este desdoblamiento cam-biario partiría indefectiblemente de un dólar más alto que el de hoy, que ya ha venido apreciándose a un ritmo superior al de la inflación en los últimos tiempos. De hecho significa una devaluación del peso mayor al ritmo actual. Por eso hay acuerdo de industriales, de los inversionistas extranjeros, aunque ellos duden de la efectividad de un desdoblamiento cambiario, lo que les interesa en concreto es una devaluación para volver a ser más «competitivos» a costa de que nosotros paguemos más caros los productos de consumo y aumente la presión inflacionaria. El otro dato clave en cuanto al verdadero giro en la política económica, es el reciente acuerdo con Repsol-España, cuando al principio decían que no les pagarían ni un peso, hoy sale a la luz que han propuesto darles U$S 5.000 millones en efectivo y el compromiso de asociarlos en Vaca Muerta, esto se liga con la liberación de los precios de los combustibles (y también tarifazos como en la luz) cosas que son claramente inflacionarias. Como hemos dicho una y mil veces la inflación siempre perjudica más a los sectores más humildes.
En segundo lugar sigue sosteniendo que las reservas del Central están sólidas, aunque hayan caído más de U$S 20.000 millones desde el máximo alcanzado hace unos años. Y esto es debido a que con esos dólares se sigue pagando la Deuda Externa, el déficit energético y el déficit comercial turístico. De nuevo, como el problema no existe, entonces no hay por qué abordarlo y a este ritmo pronto entrarán en nivel crítico y entonces será demasiado tarde, la salida será, como siempre, ajuste a los de abajo para frenar el déficit.
Otra medida que corre aunque todavía no oficializada, es que tratarían de mejorar la imagen del INDEK, para que dé índices más confiables al FMI y la banca internacional, como modo de hacer buena letra, para poder entrar en el circuito internacional de la usura y conseguir otra vez créditos que traigan dólares genuinos pero que nos endeudarán por años a tasas impagables, historia que todos ya conocemos. Nuevamente esta es una medida que cae bien en la burguesía y la oposición tradicional, sabedores que esto les abre mercados para ellos y que la deuda la pagamos nosotros.
Nada han dicho de apuntar a la sangría de la Deuda Externa dejando de pagarla, o de invertir en desarrollo energético que sirva para paliar aunque sea a mediano plazo el déficit actual, ni de atacar la inflación actuando sobre la especulación, la intermediación voraz ni de eliminar el IVA a los productos de primera necesidad o medidas similares, que sí significarían un cambio profundo y necesario para poder atender los urgentes problemas de los trabajadores y el pueblo que día a día sufrimos la inflación creciente, la pobreza estructural, el trabajo en negro que afecta a casi la mitad de los trabajadores, etc.
Por eso sostenemos que sacar a Moreno es más una medida conciliadora con la burguesía que una solución para nosotros, lo mismo podemos decir de Capitanich como intento de conciliar con el PJ y recomponer el poder político. Con ellos puede cambiar un poco el discurso, las formas, pero nada cambiará de fondo, por el contrario el panorama será peor para los de abajo.
Gerardo Uceda