La rebelión policial fue un hecho trascendente. El gobierno K, el mismo que ascendió al genocida Milani a capo del Ejército, mandó mil gendarmes a Córdoba para prevenir nuevas protestas policiales. En Entre Ríos, el gobernador se niega a concretar el aumento pactado y sancionó a algunos agentes. El conflicto de la policía abrió debates clave, particularmente en la izquierda.
Ante la protesta policial de diciembre, las tres fuerzas del Frente de Izquierda (FIT) tuvieron tres posturas distintas. Recién terminado el conflicto adoptaron una postura «en común», emitiendo una declaración híbrida y alejada de una política revolucionaria. Por eso, a los pocos días, terminaron divididos y criticándose mutuamente en dos actos separados, el 19 y el 20 de diciembre.
Ultraizquierdismo infantil del PTS, abstencionismo del PO
Una de las fuerzas del FIT, el PTS, repudió la «asonada de la derecha policial», planteando: «la posición elemental es la de ningún apoyo a los motines policiales y la denuncia a todos los gobiernos patronales (sean oficialistas y opositores) que se han entregado ante el chantaje de los uniformados ». Cuando la policía atravesaba la mayor crisis en la historia, el PTS ¡denunció a Cristina y los gobernados por no derrotarlos…!
Detrás de un falso izquierdismo, el PTS esconde una vergonzosa capitulación al régimen capitalista y al gobierno. Para justificarse, pintan la situación como un «chantaje armado » que «fortalece materialmente a uno de los brazos armados del Estado » y puede «abrir peligrosamente paso a intentos de actuar como un ‘partido policial’, de tutelaje del régimen político ». Pero, si era así, ¿por qué no llamaron a movilizar contra los amotinados…? ¿O esperaban que reprimiera Cristina?
El infantilismo ultraizquierdista del PTS lo lleva a plantear exactamente lo mismo que el gobierno, Massa, Binner o el PRO, que repudian la protesta policial, se oponen a su sindicalización y hasta valoran los saqueos como «impulsados » por la «corporación policial» tal como lo hizo el PTS. A tal reaccionaria coincidencia lleva el sectarismo. Al sólo denunciar y hacer propaganda por la «disolución» de la policía y «milicias obreras» para un futuro indeterminado, terminan siendo funcionales al gobierno y al régimen capitalista.
El Partido Obrero, otra de las fuerzas del FIT, también habló de «asonada» y «motines», pero se limitó a tomar nota de la crisis, no se pronunció sobre el reclamo salarial policial y levantó el fantasma del «estado de sitio». No hicieron ninguna propuesta hacia la policía y se negaron a plantear su sindicalización.
El PO se limitó al sindicalismo, al decir que «el movimiento obrero debe intervenir con toda energía por sus reivindicaciones y contra toda deriva de estado de sitio», reclamando sólo «8.000 pesos para todos y 82% móvil». Terminado el conflicto y en un viraje total, el PO critica al PTS diciendo que «sirve al ajuste que reclaman el FMI y el capital financiero» al «cuestionar esos aumentos como ‘extorsión’ de la policía». Pasaron entonces a hablar de sindicalización y hasta de «formar de una fracción socialista importante en la policía…» Lo de PO fue una viscosa combinación de abstencionismo y sindicalismo en la crisis, con oportunismo posterior.
Abandonan principios básicos de la izquierda revolucionaria
Con tales posturas, los partidos del FIT rechazan principios básicos de la Internacional Comunista de Lenin y Trotsky que les exigía a los partidos revolucionarios -en su 4a condición- «la necesidad absoluta de desarrollar una propaganda y una agitación sistemática y perseverante entre las tropas», considerando que «negarse a ello sería una traición a las exigencias del deber revolucionario, y por consecuencia incompatible con la afiliación a la IIIa Internacional» (Resolución sobre las 21 condiciones, II° Congreso de la Internacional, reunido en Moscú en 1920).
El PTS dice que ese ejército era de «obreros y campesinos», no así los policías que serían «desclasados (separados de su clase de origen) que ingresaron por propia voluntad a esa institución creada para servir a las clases dominantes». Con su formalismo se anularía toda política hacia las Fuerzas Armadas porque hoy son «profesionales», ya que desde 1994 se eliminó el servicio militar obligatorio que aportaba base popular al Ejército.
Igual que la burguesía, rechazan la sindicalización
Al rechazar la sindicalización policial (el PTS) o negarse a plantearla (el PO), favorecen su carácter profesionalista, alejando así del pueblo y sus reclamos a los sectores subalternos y abroquelándolos con las cúpulas y el gobierno. La tendencia a la sindicalización policial existe en la realidad pese a lo que opine cierta izquierda y la rechace la legislación burguesa. En la Argentina hay varias asociaciones sindicales (por ejemplo el SIPOBA en la CTA, surgido en 1989) e incluso una federación nacional. Desde ya, apoyar el derecho a sindicalizarse no supone respaldar toda protesta policial ni a cualquier asociación.
Es falso además que no haya ejemplos donde no se ligaran con la lucha de los trabajadores y sectores populares. Están las protestas policiales en Salta en el 2005; las de 1919 en Boston o Londres con los primeros intentos de sindicalización que terminan con cientos de agentes exonerados por «comunistas »; el Limazo en Perú en 1975 o recientemente el Sindicato Unitario de Policías del Perú (SUPP);sindicatos que integran el PIT-CNT de Uruguay, o la protesta policial en Bolivia en 2003 que neutralizó a sectores para no reprimir al pueblo en El Alto.
En definitiva, en vez de darles la espalda, la izquierda revolucionaria tiene la obligación de abrir y profundizar las brechas al interior de las fuerzas represivas, en especial cuando se movilizan. La-mentablemente, ante procesos contradictorios que no entran en la lógica obrero-patrón, el FIT toma posturas equivocadas que de hecho los ubica junto al gobierno. Ya ocurrió con las protestas de sectores medios contra los K, con el conflicto de los gendarmes y ahora con la policía. El FIT no pasó la prueba.
Es preciso cambiar.
Trotsky versus el formalismo sectario
Con un formalismo típico del sectarismo, el PTS reduce la realidad a la lógica formal, como si todo fuese blanco o negro. Niegan las contradicciones, pese a que -como bien decía Trotsky refiriéndose a las fuerzas armadas-, «detrás de cada máquina hay hombres, ligados por relaciones no sólo técnicas, sino también sociales y políticas». Para el PST, en cambio, todos serían represores que «con aumento, reprimen más contentos…» La realidad es mucho más compleja y los marxistas empleamos la lógica dialéctica para ver el movimiento real de los procesos y sus contradicciones. Así lo decía Trotsky: «La manera de pensar oportunista, así como la sectaria, tienen un rasgo en común: que extraen de la complejidad de las circunstancias y de las fuerzas en presencia, uno o dos factores que les parecen los más importantes -y que a veces lo son realmentelos aíslan de la realidad compleja y les atribuyen una fuerza sin límites ni restricciones».
Nuestra propuesta: depurar, sindicalizar y control popular
Es cuando los policías protestan que hay una oportunidad de abrir una brecha y dialogar con un sector, para intentar separar a las bases de la cúpula reaccionaria y del gobierno que los manda a reprimir. Llamar a que se pronuncien por no reprimir para que se paralicen o dividan, según el auge de la lucha popular. Desde las organizaciones de izquierda, obreras y populares hay que plantear a la base policial que sus problemas y los reclamos salariales justos de la tropa son los mismos por los que luchan los trabajadores y sectores populares. Alrededor de un programa con tres ejes, que arranque de denunciar el rol represivo que los políticos del sistema les asignan, para lograr un cambio de fondo en la estructura policial y el desmantelamiento del aparato represivo.
Depuración total. En las fuerzas policiales y de seguridad no puede quedar ni un solo jefe o miembro que haya actuado en la dictadura militar. También se debe dar de baja, juzgar y castigar a todo responsable directo o cómplice de casos de gatillo fácil o tortura, así como a todos los involucrados en hechos de represión, corrupción, narcotráfico, trata u otros delitos. Su inmediata separación es el primer paso indispensable para un cambio de raíz.
Sindicalización. Lejos de condenar su protesta y abroquelarlos contra el pueblo, a las capas bajas de la policía hay que garantizarles por ley que puedan sindicalizarse y ejercer el derecho a huelga, propuesta que rechazan el gobierno y los partidos del sistema. Que puedan organizarse, elegir a sus representantes y discutir todo democráticamente, sin temor a represalias. Cuestionar y rechazar que sean usados para reprimir la protesta social, y poder denunciar a los superiores corruptos y romper la disciplina vertical. Fomentar un cambio cultural a favor del pueblo y sus reclamos, asegurarles derechos políticos y el libre debate de ideas; no como ocurre hoy, donde abundan ideologías reaccionarias. Romper su espíritu de casta y derogar toda legislación reaccionaria.
Control social. Elección de los comisarios mediante el voto popular y poder revocarlos de sus cargos, acompañado del control democrático de las comisarías y de todo el accionar policial por parte de comisiones vecinales y organismos de derechos humanos. Al mismo tiempo, sostenemos el derecho a la autodefensa de los vecinos, los trabajadores y la juventud. Hacemos estas propuestas hacia la policía en el marco de una política general para movilizar al pueblo trabajador por medidas de emergencia para que la crisis la paguen los capitalistas. Son las tareas de la izquierda revolucionaria para levantar un programa correcto ante la crisis, avanzar en su unidad y así ser alternativa de poder.
Lozano: una postura equivocada
En el Congreso, gobierno y «oposición» emitieron una declaración firmada por el massismo, PRO, PJ disidente, UNEN (Carrió), UCR, PS (Binner), GEN (Stolbizer), Juez y Nuevo Encuentro (Heller). Condenaron la protesta policial diciendo que se trataba de una «injustificada modalidad… de los efectivos que no se corresponde con la situación de personas que se encuentran armadas en defensa de la ley». Y apoyaron «la gestión de los gobernadores frente a estos hechos». Todos quieren que sigan siendo un pilar del Estado para la represión. Equivocadamente, también la firmó Claudio Lozano de Unidad Popular (UP), algo contradictorio con la posición de la CTA, que apoyó el reclamo. A la vez, UP ha presentado un proyecto que apoya la sindicalización, aunque con limitaciones al no explicitar el derecho de huelga policial, que no puedan ser usados en la represión ni distinguir entre sindicato de la tropa o la jefatura. Esas cuestiones son necesarias para una política correcta.
Francisco Torres