Los fenómenos climáticos extremos, como las recientes olas de calor en Argentina y las de frío en EE.UU. o los rayos de tormenta en la costa atlántica, volvieron a abrir el debate acerca de si son eventos que se producen como consecuencia del cambio climático. La voz de los “expertos” en Argentina se divide entre quienes tienden a minimizar la relación entre “cambio climáticoeventos extremos” y los que aceptan esa vinculación pero responsabilizan a la “conducta humana” en la alteración del equilibrio de la naturaleza. Ni unos ni otros ubican el problema en su dimensión real –científicamente hablando: el mal llamado “cambio climático” condensa la expresión más completa de la incompatibilidad entre la lógica de producción capitalista y el equilibrio ecológico.
Temperaturas sostenidas de 40 º C. Ola polar de hasta -50 º C -bajo ceroen EEUU, antes el tifón filipino, y hay más ejemplos incluso. Sin embargo, lo principal es discutir la causa de un tipo de fenómeno cuya incidencia social es enorme. En Buenos Aires las temperaturas extremas provocaron un colapso global del precario sistema eléctrico, herencia de las privatizaciones menemistas, profundizada por la gestión del actual gobierno nacional. Miles de familias sin luz durante semanas. La multiplicación de rayos de tormenta que provocan muertos y heridos de gravedad en lugares inusuales. En definitiva: algo nuevo está pasando con el clima y hay que darle una explicación real para construir una propuesta de solución.
La expresión “cambio climático” es ideológica
Efectivamente, la categoría “cambio climático” da la idea falsa de que estamos frente a una modificación natural del clima. Por eso la cuestionamos. Nuestra afirmación es que estamos ante una alteración brutal de los mecanismos de autorregulación del clima por intervención del modo de producción capitalista. No es “la actividad humana” en general la que está provocando este vuelco enorme. Para ser claros: la dinámica de aumento de temperatura media del planeta fue en los últimos 200 años tan intensa como en los últimos 5000. Repetimos: en dos siglos aumentó la temperatura tanto como en los últimos 5000 años. ¿Qué pasó en ese lapso? La industrialización acelerada del capitalismo y el salto en el siglo XX en base a la emisión de gases producto de la utilización de combustibles de origen fósil, en particular de petróleo. Todo el sistema energético está montado sobre combustible de origen fósil generador de efecto invernadero y por lo tanto de calentamiento global.
Para revertir la tendencia al desastre hace falta provocar cambios radicales
El GIEC – Grupo Intergubernamental de Expertos sobre la Evolución del Clima- organismo dependiente de la ONU, emitió ya en 2007 un informe donde señalaba la gravedad del caso en torno al cambio climático. Y planteaba objetivos mínimos de reducción de emisiones para el 2020 y el 2050: Los países industrializados
• deben reducir sus emisiones de gas de efecto invernadero entre el 80% y el 95% de aquí a 2050, pasando por una reducción inmediata del 25 al 40% en 2020 (en relación a 1990)
• Los países en desarrollo deben “desviar sustancialmente” (del 15 al 30%)
• Las emisiones mundiales deben culminar como muy tarde en 2015 y disminuir regularmente a continuación a fin de ser reducidas entre el 50 y el 85% en 2050 (en relación a 2000)
• El decrecimiento de las emisiones debe proseguir más allá de 2050, hasta la supresión total entre 2060 y el fin del siglo, según las regiones
El tamaño de los cambios que hacen falta llevar a cabo suponen un desafío que se reduce a varias medidas: cambiar la matriz energética por alternativas limpias y renovables; decidir democráticamente y por necesidad social qué producir; priorizar el transporte público por sobre el privado individual; planificar la producción, consumo y distribución; garantizar condiciones materiales para la participación social democrática en la planificación y gestión social. Es decir: una reorganización de todas las relaciones sociales y de propiedad imperantes hoy en el capitalismo.
Hay una salida desde la izquierda: socialismo con equilibrio ambiental o ecosocialismo
La esencia del capital es ampliar su producción permanentemente. Para eso necesita producir volúmenes crecientes de mercancías –sean socialmente útiles o no, y fomentar el consumo a cualquier costo. La ecuación de la rentabilidad impide una salida social a favor de los pueblos en salvataje del planeta. Lo que está en riesgo no es la naturaleza. En el curso de las próximas décadas las condiciones de posibilidad de vida humana adaptada a las nuevas condiciones planetarias es lo que está en riesgo: olas de calor, aumento de los niveles oceánicos, sequía, millones de migrantes climáticos, colapso urbano. Los eventos climáticos extremos se van a multiplicar por este camino. Toda la burguesía mundial aprieta el acelerador y conduce la humanidad al precipicio. Gobiernos nacionales como el de Argentina ni se plantean el problema en su semicolonial dependencia de las corporaciones: acá mandan Monsanto, Barrick, Chevron e IRSA en las grandes ciudades. Es desde una visión anticapitalista y ecosocialista que solamente la izquierda puede asumir que podemos construir una alternativa, sin caer en utopías reaccionarias de retorno a la prehistoria, ni alentar ilusiones reformistas en el “capitalismo verde”.
Mariano Rosa