La protesta policial adelantó y generalizó la discusión salarial, que desde el poder se pretendía acotar y posponer a marzo de 2014. Se abrió un panorama más favorable para desarrollar la lucha a condición de lograr la articulación de los reclamos. Hace falta un paro nacional y un plan de lucha.A la par que reclamamos su convocatoria a las centrales en el camino del 20N de 2012, tenemos que prepararlo desde abajo.
La rebelión policial no sólo fue inédita por la extensión y fuerza de la protesta y por reeditar el debate sobre la necesidad de depurar las cúpulas, democratizar la fuerza y sindicalizar los estratos subalternos, como vía concreta para desmantelar el aparato represivo.
Sino porque llevó a los primeros planos varias cuestiones de análisis que hacen a la dinámica de los próximos meses en el panorama gremial: a) la profundidad de la crisis social y el atraso del salario estatal; b) el fracaso de los cambios de gabinete para remontar un proyecto K agotado y la extensión de la crisis a los gobernadores; c) la endeblez de las finanzas fiscales y la debacle de las economías regionales. Y dejó dos sencillas conclusiones prácticas para el conjunto de los trabajadores: cuando la protesta es contundente aparece la plata y se puede ganar. Y que el techo salarial que fue uno de los arietes del ajuste K, sufría su primera y gran derrota y quedaba profundamente cuestionado. Por eso pegó un salto la conflictividad y hoy, en distintas provincias hay organizaciones gremiales y sectores de trabajadores que reclaman la inmediata reapertura de las negociaciones paritarias y que comienzan a obtener aumentos por encima de las pautas que pretenden los gobiernos.
Modelo agotado y medidas de ajuste
En otras páginas abordamos los tremendos problemas estructurales del fracasado modelo K, tales como la crisis energética que hoy nos castiga con cortes de luz, o la crisis del transporte que ha cobrado vidas. Así como la inflación con impacto sobre los trabajadores y sectores populares, que ha trepado a más del 30% y más del 40% en los alimentos, impulsada por los aumentos de combustibles, la especulación, la suba de impuestos y la constante devaluación “en cuotas”. Se expresa en la carestía, la licuación salarial y el malhumor social. Pero la otra cara de la crisis viene a agregar leña al fuego.
Es el parate en la producción, con clima recesivo: no sólo no se generaron puestos de trabajo nuevos sino que comenzó la destrucción neta de los mismos (100.000 se perdieron en sólo un semestre de 2013). La “estanflación” comienza a castigar con despidos y suspensiones a los cordones industriales y agrava la crisis de las economías regionales.
El 28% de la población en la pobreza (11,5 millones de personas), el 75% de los jubilados que cobran la mínima que cubre sólo el 40% de la canasta y la pérdida del poder adquisitivo de las asignaciones familiares en más del 20%. El “giro a la derecha” del gobierno K no sólo pretendió costurar los problemas políticos, sino tratar de obrar de piloto de tormentas en la crisis de la economía. La caída en picada de las reservas por su utilización en los pagos seriales de deuda pública, encendió más aún las luces rojas para el establishment.
Aunque pretendieron negarlo, apelaron a un ajuste de corte ortodoxo, con fuerte aroma noventista. Recortes en los presupuestos sociales, devaluación mediante el desdoblamiento cambiario, tarifazo en el transporte y tope salarial.
El rechazo a las políticas de ajuste se expresa en los conflictos que comienzan a recorrer el país en una dinámica de profundización.
Aumento, actualización y cómo financiarlo
Los importantes aumentos otorgados a los policías desmienten las argumentaciones de las gobernaciones de “que no hay plata” y demuestran que lo que no hay es decisión política de atender nuestros reclamos. Esa es la decisión política que hay que torcer.
Un salario mínimo de $9000 debería ser el reclamo universal, más allá de las adecuaciones lógicas a la canasta básica de cada región del país. El aumento debe incluir a jubilados nacionales y provinciales. Y a los fondos para ayuda social. Ahora bien, se impone que comencemos a discutir un mecanismo de actualización trimestral automática (u otro mecanismo similar) de nuestros salarios para que los aumentos no se los degluta la inflación. Y articular con otras medidas para combatir la inflación como la eliminación del IVA a los productos de primera necesidad. Junto con el salario y las medidas para evitar el recorte inflacionario, hay un tercer tema que es el financiamiento. Como colocamos en las páginas centrales se necesita un programa de medidas alternativas para que paguen más los que más tienen.
Paro nacional y un plan de lucha
Más allá de los ritmos la dinámica de conflictos en el país coloca la necesidad de construir una gran masa crítica de lucha para torcer el ajuste. Este lunes, Moyano y Barrionuevo realizaron una cumbre en Mar del Plata. Apostaban a llevar a Scioli, Massa y De la Sota, para propiciar un proyecto con ellos y el viejo PJ.
Aunque luego hablaron de debatir posibles medidas dentro 30 días, estas convocatorias para abonar a acuerdos con los políticos patronales no sirven a los trabajadores. Al interior de la CTA también existen debates que hay que abordar, pero poniendo proa en evitar la parálisis y avanzar en la articulación del conflicto social conjuntamente con los nuevos actores que vayan surgiendo.
Para romper con el techo salarial tenemos que batallar por la más amplia unidad. Hoy más que nunca, se necesita la convocatoria a un Paro Nacional que retome la experiencia del 20N de 2012. Y que tenga continuidad en un plan de lucha hasta conseguir nuestras reivindicaciones.
Desde nuestra Corriente Sindical en los distintos gremios, nos vamos a jugar por esta perspectiva.
Guillermo Pacagnini Coordinador Corriente Sindical MST Mesa Nacional CTA