Se supone que el Ente Nacional de Regulación de la Energía fue creado para regular la actividad eléctrica y controlar que las empresas generadoras, transportistas y distribuidoras como Edenor y Edesur cumplan con las obligaciones establecidas en sus marcos regulatorios y/o en los contratos de concesión. Un primer problema es que el ENRE depende del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios de la Nación y que no goza de autarquía ni de autonomía financiera, estando así subordinado al gobierno en términos políticos y presupuestarios.
Se puede afirmar que el ENRE resulta un convidado de piedra, cuando es el mismo ministro Julio De Vido quien directamente autorizó las sanciones dispuestas, cuyos montos son irrisorios frente al perjuicio sufrido por los usuarios, ya que las multas no contemplan una indemnización diaria a los damnificados que estuvieron más de 48 horas sin suministro. O cuando, ante la crisis energética, De Vido dicta una resolución para que sea su propio Ministerio quien determine dónde se invierte el Fondo Fiduciario que pagamos todos los usuarios, incluidos los que estuvieron hasta un mes sin suministro y los trabajadores que -muchas veces sin herramientasdebemos dar respuesta a una crisis de la cual no somos responsables.
Por eso debemos mirar el problema de fondo y discutir una salida. Ante la emergencia y los cortes, las empresas y las autoridades del gobierno y del Ente deben hacerse cargo de superar esta situación, haciendo todo lo que deban hacer para revertir la crisis.
Además, la realidad indica que los servicios públicos en manos privadas sólo garantizan rentabilidad a las empresas y por ello hay que buscar una salida de fondo a la situación: si lo que fracasó en este país es el modelo menemista de servicios públicos en manos privadas -que hoy sigue intacto-, hace falta pensar un modelo de empresas estatales que tengan un estricto control de los usuarios y los trabajadores, que estamos mejor posicionados en relación a los conocimientos técnicos de las empresas y del ENRE.
Asimismo, el deterioro del nivel de ingreso a causa de un proceso inflacionario creciente, el impuesto al salario y la precarización laboral nos marcan el camino de todo lo que hay que modificar para recuperar la energía con un modelo de control social que resuelva el problema estructural y así poder prestar un servicio eficiente, económico y de calidad.
Eduardo Bunster, delegado gral. ATE-ENRE