Programa común y mecanismos democráticos para que haya unidad
El gobernador kirchnerista de Misiones Maurice Closs lanzó un sincericidio con su llamado a “una transición ordenada para no terminar como Alfonsín o la crisis de 2001”. Luego varios quisieron bajarle el tono a sus palabras. Pero lo dicho, dicho está. Su propuesta no es casual ni sus dichos están fuera de contexto. Es la consecuencia de la real situación del gobierno. Y detrás del gobierno el estado del régimen político del país.
Sucede que el kirchnerismo llegado al poder luego del argentinazo del 2001 no pudo cambiar la dinámica que dicho acontecimiento abrió en el pais, solamente atemperó durante varios años ese proceso apoyado en un viento de cola de la economía. Pero las demandas de esa gesta social histórica y el debilitamiento estructural del país y del régimen político acontecido por entonces siguieron su curso. No es casual entonces que hoy en medio de una grave crisis económica todo vuelva a salir a la luz. Incluso el temor de políticos burgueses (sean oficialistas u opositores) a un nuevo estallido o salida anticipada del gobierno. En eso radica el sincericidio de Closs y no puede ocultarlo ahora Randazo cuando declara “Que no se ilusionen, que no nos vamos a ir antes”. El ministro ya debería saber que cuando se tiene que empezar a aclarar que algo no va a pasar, es precisamente cuando empieza a haber posibilidades de que realmente pase.
Los próximos meses veremos la dinámica de la crisis económica, política y social en la que estamos inmersos. Y cuál es el futuro -o mejor dicho el posible fin del modelo kirchnerista-, pero está claro que no será de la mano de la oposición patronal de donde vendrán las soluciones para las grandes mayorías. Los que se preparan como recambio burgués representan a sectores del poder económico y preparan planes económicos para ellos. Hoy los Massa, Macri, Scioli, Cobos, Binner o Carrio hablan y critican por TV e intentan mostrarse preocupados por el padecimiento social de millones. Pero representan proyectos que ya gobernaron a favor de las minorías y arrojaron a millones en la miseria. Por eso también los denunciamos.
La izquierda: oportunidad y cruce de caminos
En este contexto y con miles de trabajadores y jóvenes que salen a la calle por sus reclamos y una alta votación en las pasadas elecciones, las organizaciones de izquierda tenemos por delante una gran responsabilidad y oportunidad. En primer lugar es preciso apoyar con todas nuestras fuerzas los procesos de luchas por reclamos concretos que recorren el país. Y a la vez aprovechar positivamente el hecho de que cada vez más sectores del movimiento de masas, hartos de la burocracia y los viejos partidos, buscan en la izquierda un camino de salida.
Ante esto hay dos posibilidades: la autoproclamación y cerrazón sectaria o la apertura a organizar a miles y miles en un gran movimiento político común, en un frente que se juegue a derrotar a la burocracia sindical, los viejos partidos capitalistas y a gobernar el país. De ahí que desde el MST hace meses que venimos proponiendo avanzar en este debate. Y vemos críticamente que sectores como el Frente de Izquierda lamentablemente hasta ahora se nieguen a avanzar en un proyecto más amplio, como si en el estadio de las fuerzas que lo componen pudieran expresarse millones de descontentos y todas las tradiciones populares y de izquierda, cuando claramente no es así. La unidad que hace falta todavía no existe y tenemos que construirla, si de verdad queremos transformar el país desde la izquierda, con firmeza de proyecto y a la vez sin sectarismo.
Nuestro partido se juega por entero a esta tarea. Por eso proponemos el debate de un programa anticapitalista común a todas las organizaciones de izquierda y populares que así lo quieran y sobre esa base buscar mecanismos democráticos para lograr y garantizar la unidad. No puede haber ni imposiciones ni falsos hegemonismos. De cara al 2015 debemos aprovechar las primarias y hacer una gran interna de toda la izquierda, donde todos aceptemos los resultados y sobre esa base vayamos juntos a las elecciones para enfrentar de igual a igual a los partidos del sistema. Y si la crisis desencadenara un estallido social antes de las próximas elecciones, un gran frente amplio de toda la izquierda podría transformarse rápidamente en una opción fuertísima para disputar el poder. Pero no nos cansaremos de repetir que todo esto solo será posible si además de avanzar en un programa de fondo acordamos resolver de manera democrática todos los debates que se puedan presentar. Esta es la única forma de garantizar la unidad que se necesita y que por otros caminos puede empantanarse. En madurar sobre este aspecto estará puesta la posibilidad o no de ir forjando la fuerza de miles y miles de militantes que de pelea en común en todos los terrenos, incluido el electoral. Ésta es nuestra propuesta y llamamos a todos los compañeros de la izquierda política y social a abrir fraternalmente este debate.
Alejandro Bodart