Cuando escribo estas líneas la crisis del gobierno ucraniano del presidente Viktor Yanukovich se halla en uno de los puntos más altos. Mientras que el gobierno no puede formar un nuevo gabinete que reemplace al encabezado por el renunciante primer ministro Nikolai Azarov, miles de manifestantes, concentrados en la Plaza Independencia, tomando decenas de edificios públicos de Kiev y otras ciudades, exigen la renuncia del actual presidente, la liberación de los detenidos y el llamado a nuevas elecciones. Lo hacen decididos a ir hasta el final, preparando grupos de autodefensa para enfrentar a los brutales ataques policiales que se cobraron 6 muertos y centenares de heridos en su brutal intento de recuperar la plaza Independencia (llamada Euro Maidan) semanas atrás.
La respuesta a esa represión detonó una verdadera revolución democrática que ya se llevó puesto al primer ministro y amenaza con obligar a la renuncia del presidente y dejar seriamente herido el régimen político que lo sostiene.
Ucrania, con sus 45 millones de habitantes, es un país con capacidad nuclear heredada de la vieja URSS, que tiene una posición geoestratégica privilegiada. Por ella pasa el gasoducto con que Rusia abastece a Europa de energía y está implantada en una región “caliente”, lindante con las revoluciones árabes, y en la costa norte del Mar Negro, que comparte con su vecina Turquía, donde la revolución democrática que invade la región ya se instaló y que por su grave crisis económica, puede estallar provocando serios trastornos en toda la economía mundial.
Una gran miseria del pueblo y privilegios enormes de los oligarcas
La economía ucraniana retrocedió abruptamente en la década del 90 luego de la caída de la URSS. El gobierno corrupto de Leonid Kuchma, que tenía fuertes acuerdos con Moscú, tuvo que ceder su dominación luego de la Revolución Naranja del año 2004, cuando las masas lograron derrotar el fraude electoral, frente a otro sector de la Oligarquía pro Unión Europea encabezado por Yulia Tymoshenko, quién fue derrotado a su vez en las elecciones del 2010 por Yanucovich.
La crisis económica mundial pegó muy duro en Ucrania produciendo en el año 2009 un enorme retroceso de su PBI (-14%). Proceso que estuvo acompañado por una gran cantidad de escándalos financieros y crisis bancaria, con la retirada masiva de capital extranjero. (…)El salario medio en Ucrania es entre 2 y 2.5 veces inferior al de Rusia y Bielorrusia, y mucho más bajo que en la UE. (…) El crecimiento económico desde el comienzo de la crisis casi se ha paralizado (… ) Además, el sistema económico ucraniano prácticamente no obliga a pagar impuestos a los oligarcas. Se puede exportar legalmente minerales, metales, amoníaco, trigo y girasol por valor de decenas de billones de dólares sin declarar ningún beneficio (…) (Catherine Samary para Les Possibles Nº 2)
La crisis actual
En el mes de Noviembre pasado Yanukovich desechó la firma de un acuerdo con la Unión Europea y cerró otro con Rusia por él cual el gobierno de Putin le entregaba un préstamo de U$S15.000 millones (ya desembolsó U$S 3.000 millones) y le rebajaba el 50% el precio del gas.
Este giro fue aprovechado por el sector de la oligarquía que empuja los acuerdos con UE, para generar la ilusión de que los convenios con el imperialismo europeo traerán el progreso para una economía estancada, montándose en la bronca popular contra el gobierno, la necesidad de un cambio y el repudio a los métodos represivos de los amigos de la burocracia rusa.
Ni Unión Europea ni Putin
La falta de una alternativa de los trabajadores ha permitido enormes distorsiones en la dirección visible del enfrentamiento al gobierno, donde junto a viejos políticos como Yulia Tymoshenko (actualmente en prisión) a la cabeza del Partido Liberal, se encuentra el ex campeón mundial de boxeo Vitali Klitschko y hasta en forma minoritaria un partido fascista como Svoboda.
Esto ha creado cierta confusión en algunos sectores de izquierda, que aunque tienen claro la política de saqueo de la burocracia rusa y sin apoyar la represión del Bercut (policía especial), tienden a justificar el alineamiento con Putin, ya que por razones geopolíticas sería la única manera de enfrentar al imperialismo y la OTAN.
Aun a distancia de los acontecimientos, hay que apostar a la movilización del movimiento de masas, que pese a sus confusiones, está protagonizando una formidable revolución democrática y van a terminar enfrentando y derrotando a los oligarcas de la burguesía opositora y a sus alas fascistas, como ya lo hizo en el pasado al abandonar a los oligarcas pro UE que se hicieron del poder luego de la Revolución Naranja.
En ese sentido es alentador que un sector de la izquierda ucraniana la Oposición de Izquierdas, levante un programa de 10 puntos que reclama un Gobierno del Pueblo y no de los oligarcas, la nacionalización de las industrias primarias, el control obrero, impuestos a las fortunas y al lujo, el no pago de la deuda externa y la disolución del Bercut, entre otras medidas.
Gustavo Giménez