La década impune
El 3 de noviembre de 1995 la ciudad de Río Tercero, al sur de Córdoba, tembló por la explosión de la Fábrica militar. Minutos después de la explosión una lluvia de esquirlas de metal de distintos tamaños empezó a caer del cielo. 7 muertos, mas de 300 heridos, casas destruidas y 18 años después la impunidad como única respuesta.
Pizza, champagne y negociados a costa de la vida
La década menemista sin dudas paso a la historia como la de la entrega impune de “todo lo que debía ser del Estado” a los grandes grupos económicos, el aumento de la deuda externa y una carrera de corruptelas de todo tipo que se desarrollaban al cobijo de los funcionarios de turno. Coimas, sobreprecios, tráfico de todo lo que se pueda traficar y por supuesto las estafas “legales” contra lo público.
Una de esas corruptelas, la venta ilegal de armas a Croacia y Ecuador, que en ese momento enfrentaban conflictos bélicos, tomó trascendencia internacional, entre otras cosas porque las armas vendidas de manera ilegal, además, no funcionaban o funcionaban mal.
Alrededor del 11 de noviembre de ese 1995, una inspección de la ONU tenia que revisar la fábrica, investigando justamente si había faltante de municiones y armamento que pudieran relacionarse con el contrabando. Obviamente la inspección nunca llegó, ya que 8 días antes, la fábrica voló por los aires sin importar la vida de sus trabajadores y de toda una ciudad. Nuevamente la sed de ganancias y lucro de un pequeño grupo de tránsfugas, terminó con la vida de siete trabajadores y puso en peligro a miles más, pero no se trata de una excepción, sino de la regla en el sistema capitalista.
Una mano lava la otra y las dos juntas…
La década Kirchnerista cuenta con sus propios chanchullos y corruptelas que, por supuesto, también terminaron en tragedia. En pocos días se cumple un nuevo aniversario de la Masacre de Once, o se pueden mencionar las inundaciones en muchos lugares, unos pocos hacen negocios, miles pagan con la vida.
Como necesitan mantener el mecanismo, es necesaria la impunidad, solo esta continuidad es la que explica que 18 años después de la explosión en Río Tercero, con gobiernos peronistas y radicales, con varios jueces y distintas cortes supremas Menem vuelva a ser sobreseído y ni siquiera se haya iniciado el juicio oral por este caso terrible, en el que el propio presidente del país da la orden de volar una fabrica para cubrir el contrabando ilegal de armas, sin dudas esta podría ser la definición de escándalo en cualquier diccionario.
Cristina Kirchner, que se cansó en el discurso de diferenciarse de los 90s y el menemismo, terminó permitiendo que el propio Menem fuera como candidato en una colectora en las elecciones del 2011, sea electo senador y a cambio de algunos apoyos en esa cámara siguiera gozando de la impunidad del poder.
Terminar con esta justicia a favor de los ricos y poderosos
El sobreseimiento de Menem genera indignación, pero más indignación genera que el Kirchnerismo siga avanzando para garantizar la impunidad de los funcionarios de turno. Con su propuesta de reforma del código civil no hace más que profundizar la protección de los que entregan lo nuestro.
Por eso no se trata sólo de condenar la actuación de Menem o exigir su inmediato juzgamiento y la cárcel efectiva para él y todos los ladrones que lo acompañaron, necesitamos avanzar en una profunda reforma de la justicia, que castigue con severidad a los funcionarios corruptos, no solo con la cárcel sino haciéndolos pagar con sus bienes. Necesitamos jueces independientes del poder de turno y para eso proponemos la elección directa de los mismos y la implementación de jurados populares. Junto con estas medidas hay que avanzar en construir una alternativa política de los que nunca participamos de estos negociados: los trabajadores y el pueblo. En ese sentido venimos convocando a todas las fuerzas de izquierda que estén de acuerdo con impulsar un programa de cambios profundos, contra los privilegios y la corrupción de los viejos partidos, necesitamos una alternativa socialista. Sumate a construirla con nosotros.
Martin Carcione