En su último discurso la presidenta CFK, al iniciar el periodo de sesiones ordinarias del Congreso, tuvo algunos olvidos importantes. Uno de ellos fue la inflación. Habló, sí, de los precios “descuidados” que salieron con grandes aumentos incorporados y que ya son difíciles de encontrar. Habló de las maravillas que hace su gobierno con los planes sociales. Pero se olvidó de mencionar que éstos no se actualizan desde hace mucho.

Con los $ 460 que se paga por hijo en la Asignación Universal no se puede mantener un menor. ¡Son $ 15 por día para alimentarlo, vestirlo, cuidar su salud, llevarlo a la escuela! El programa Argentina Trabaja tuvo su último aumento hace dos años. Otro tanto el Seguro de Capacitación y Empleo. El Plan de Trabajo Autogestionado tuvo un pequeño e insuficiente aumento y muchos planes provinciales como el Barrios Bonaerense o el FIT y el pago a cooperativistas en Capital están congelados.

Planes sociales congelados y precios que después de la última devaluación ya trepan al 40% anual en los alimentos, que es en lo que se gastan la mayoría de sus ingresos los trabajadores y los pobres. Justo en un momento que, producto de la incipiente recesión, se consiguen pocas changas y el plan social suele ser el sustento único de muchas familias, cada vez más pobres. La última devaluación arrojó a 500.000 argentinos por debajo de la línea de pobreza.

Con una canasta de pobreza (los alimentos y servicios básicos que consume una familia tipo) que hoy llega a $ 4.350 el programa social más importante, el Argentina Trabaja que abona a 150.000 cooperativistas sólo $ 2.000 por 4 horas de trabajo, no cubre ni la mitad de la línea de pobreza. Ni hablar del resto de los programas que abonan menos de $ 1.000. La consecuencia es hambre y desnutrición.

Gustavo Giménez