Las tropas rusas que ocupan Crimea, cumpliendo órdenes de Putin y el Senado ruso, han lanzado un ultimátum (luego desmentido) para que las tropas ucranianas en la península se rindan, depongan sus armas o se pasen directamente al bando ruso. El Ministerio de Defensa de Kiev afirma que sería inminente un asalto de las tropas rusas a la base naval ucraniana y en conferencia de prensa el gobernante ruso amenaza con extender su intervención armada a las regiones ucranianas del este “si son amenazados los derechos del pueblo ucraniano pro ruso”.
La invasión rusa de Crimea ha generado una grave crisis internacional, con caída de las bolsas, fuertes discusiones entre Putin, Obama, Merkel. Una larga declaración del vicepresidente de EEUU Kerry, etc. Pero lo más grave es que la acción de Putin pone en riesgo la heroica revolución ucraniana que hace muy pocos días destituyó al presidente Yanukóvich y ahora reclama su prisión acusándolo de crímenes de lesa humanidad.
Desde el MST sumamos nuestra voz al reclamo mundial que exige la retirada de las tropas rusas que al ocupar Crimea violan el derecho más elemental a la autodeterminación de los pueblos. Es el pueblo ucraniano el único que puede decidir sobre su soberanía. Lo exigimos también, porque la avanzada imperial de Moscú, va contra la revolución en curso en Ucrania, que cuestiona su tutelaje sobre el país.
El depuesto presidente Yanukóvich fue derrocado porque su plan de hambre y miseria, su gobierno desprestigiado por una enorme corrupción y por ser responsable de la bancarrota del país, se desenvolvía representando los intereses de una oligarquía pro rusa, que pretendía mantenerse en el poder con una brutal represión contra el pueblo movilizado en las calles. Justamente sus cuerpos especiales de policía fueron autores de la última masacre a los manifestantes de la Plaza Maidan, que produjo más de 100 muertos y centenares de heridos, destando la crisis final y caída de su gobierno.
Desde el MST, sin depositar ninguna confianza en el actual gobierno provisional del primer ministro pro europeo Arseni Yatseniuk, no tenemos ninguna duda que es el pueblo ucraniano el que debe decidir sobre su destino, lejos de cualquier tutelaje de Putin o de la Unión Europea. La invasión ordenada por Putin no solo pretende sesionar a Crimea de la república de Ucrania, sino también amenaza con desatar una guerra civil alentando a los sectores de la oligarquía pro rusa que tienen peso en las provincias del este.
Ni Putin ni UE, el pueblo ucraniano debe decidir
El gobierno ruso pretende garantizar con la intervención en Crimea, entre otras cosas, un gigantesco negocio que significa la pronta inauguración del gasoducto South Stream que pasando por la península del Mar Negro, transportará a Europa la cifra record de 63 millones de metros cúbicos por año.
La Unión Europea y los yanquis pretenden hacerse del control de un país ubicado estratégicamente. Por el que pasan los gasoductos que la proveen de gran parte de su energía. El acuerdo que se negocia con el FMI y la futura integración a Europa de Ucrania incluía (aunque en el medio de la crisis se lo pretenda suavizar) alzas de tarifas y recortes en los presupuestos sociales en un país que fue saqueado. Como señala Marcelo Cantelmi en su último editorial en Clarín “en Ucrania triunfó una revolución popular (
)” “Es por lo menos aventurado suponer que gente que no admitió la bota rusa y tiró por la ventana a una administración corrupta y autoritaria, aceptará ahora condiciones de capitulación como las que pretenden presentarles como inevitables.”
Por eso, a la par que los trabajadores y el pueblo ucraniano deben prepararse para resistir la invasión rusa, en medio de esas tareas, es fundamental que se refuerce más que nunca la organización del pueblo que tiró en las calles a Yanucóvich, que generó el Maidan, para desarrollar una alternativa de gobierno a la actual dirección oligárquica pro europea de Yatseniuk y Timoshenko. Una alternativa que tiene como tarea la pelea por una Asamblea Constituyente libre y soberana que reorganice y unifique al país sobre bases no capitalistas, fuera de todo tutelaje de la oligarquía pro rusa o pro europea.
Gustavo Giménez