La cuestión ucraniana, que muchos gobiernos y tantos “socialistas” e incluso “comunistas” han tratado de olvidar o relegar a las profundidades de la historia, se halla nuevamente a la orden del día, esta vez con fuerza redoblada. (León Trotsky. «Sobre la cuestión ucraniana», 1939)
¡No al modelo postsoviético del capitalismo criminal!
La revolución democrática nacional en Ucrania (Maidán) ha sido una consecuencia natural de una crisis socioeconómica y de una degradación total del gobierno títere de Viktor Yanukovych que representaba los intereses del capital ruso. Precisamente en Ucrania -que durante siglos se asfixiaba en los «abrazos fraternales» del Kremlin- el nivel de arbitrariedad burocrática y de humillación nacional alcanzaba su apogeo.
«La burocracia también estranguló y saqueó al pueblo de la Gran Rusia. Pero en las cuestiones ucranianas las cosas se complicaron aun más por la masacre de las esperanzas nacionales. En ninguna otra parte las restricciones, purgas, represiones y, en general, todas las formas de truhanería burocrática asumieron dimensiones tan asesinas como en Ucrania, al intentar aplastar poderosos anhelos de mayor libertad e independencia profundamente arraigados en las masas. Para la burocracia totalitaria, la Ucrania Soviética se convirtió en una división administrativa de una unidad económica y de una base militar de la URSS. Que no quede duda: la burocracia de Stalin erige estatuas a la memoria de Shevchenko pero lo hace sólo con el fin de aplastar más minuciosamente al pueblo ucraniano bajo su peso y obligarlo a cantarle himnos a la camarilla violadora del Kremlin en el idioma del Kobzar.» (L. Trotsky, 1939)
Un enriquecimiento irrefrenable de los clanes oligárquicos en medio de la creciente pobreza y de la ausencia absoluta de derechos de los trabajadores, la corrupción total y la brutalidad policial, todo esto debía resultar inevitablemente en un levantamiento popular. La renuncia del gobierno encabezado por Mykola Azarov a firmar el Tratado de Asociación con la UE solamente sirvió de un pretexto para el embate de la ira popular que se acumulaba durante años. No, no fue la ilusión de una vida feliz en la Unión Europea (UE) lo que causó la salida de miles de personas a la Plaza (Maidán) de la Independencia en Kiev. El miedo de que Ucrania formase parte de la Unión Aduanera (UA) fue un motivo mucho más potente. ¿A quién le puede atraer una unión de Rusia, Kazajstán y Bielorrusia donde son perseguidos los dirigentes sindicales, donde los trabajadores son ametrallados impunemente, donde la participación en las elecciones presidenciales viene a parar en palizas y encarcelamientos, donde los altos funcionarios protegen, ante todo, los intereses de sus propias empresas multinacionales, olvidándose de las necesidades de la gente y de los problemas del Estado? La UA es una comunidad de autócratas postsoviéticos que privatizaron su Estados para el beneficio de sus propios clanes familiares.
Como dijo acertadamente el académico ruso Andrei Piontkovsky: «El ‘Sí a Europa ucraniana’ en un 90% significa ‘No al modelo postso-viético del capitalismo criminal» La opción por un mal menor: de esta manera hay que considerar la presencia de los símbolos de la Unión Europea (UE) en Maidán. Sin embargo, y esto es importante, la cuestión de la Asociación con la UE muy pronto pasó a un segundo plano cediendo paso a las exigencias de un cambio de régimen y de la democratización de la sociedad ucraniana.
El triunfo de Maidán es el triunfo del pueblo
La cruel dispersión del «Euro-maidán estudiantil» el 30 de noviembre del año pasado provocó una movilización de las masas sin precedentes en la historia moderna de Ucrania. Ya el 1º de diciembre a las calles de Kiev salieron cientos de miles de personas que protestaban contra el sadismo brutal de la división especial de policía «Berkut». Salió la población adulta, y no salió en apoyo de la UE, sino protegiendo a sus hijos que fueron dispersados brutalmente. El 8 de diciembre el número de los manifestantes alcanzó el millón. No fue la primera manifestación del pueblo relacionada con la ferocidad de la policía ucraniana cuya arbitrariedad invadió todo el país, pero Ucrania nunca había conocido un ascenso de la indignación popular en escala similar. El odio al régimen criminal unió a los ciudadanos de Ucrania en una protesta solidaria dando un nuevo impulso revolucionario a Maidán, iniciando la autoorga-nización de base de las masas rebeldes.
Las leyes abiertamente dictatoriales aprobadas por el Parlamento de Ucrania el 16 de enero provocaron la radicalización de la protesta. Gracias a las acciones desesperadas de los rebeldes que comenzaron el asalto de los edificios gubernamentales y a un amplio apoyo popular en la mayoría de las regiones del país, Ucrania, esta vez, no volvió a deslizarse hacia el totalitarismo. El 28 de enero la Rada Suprema de Ucrania se vio obligado a revocar las leyes aprobadas y el primer ministro Mykola Azarov dimitió.
El momento crítico de los tres meses del enfrentamiento entre las autoridades y el pueblo fue el anuncio de la «operación antiterrorista» lanzada el 18 de febrero por las fuerzas policiales de Ucrania por orden de Yanukovych. Sólo el heroísmo masivo de los defensores de la democracia ucraniana apoyado intransigente y abnegadamente por los habitantes de Kiev no le dejaron al régimen criminal la posibilidad de reprimir el levantamiento popular. Maidán, que prácticamente no tenía armas, no sólo resistió a los ataques de las unidades para-militares de policía, sino que pasó a la ofensiva y venció. Las batallas callejeras en el centro de Kiev, que duraron casi tres días costaron unas 100 vidas, más de 500 personas resultaron heridas de distinta gravedad. El 20 de febrero el presidente Viktor Yanukovych y el ministro del Interior se escaparon del país, todas las instituciones públicas de la capital pasaron al control de los rebeldes.
El régimen criminal fue derrocado, se formó un gobierno provisional, la revolución continúa…
El nacionalismo ucraniano y el imperialismo ruso
Cualquier forma de protesta social está condicionada por sus causas y peculiaridades del desarrollo de la situación. La tendencia nacionalista y anticomunista de Maidán es una consecuencia objetiva de tres factores: «la era del estalinismo» que causó un enorme daño nacional al pueblo ucraniano, el Partido Comunista de Ucrania (estalinista) como uno de los pilares fundamentales del poder oligárquico y la amenaza del imperialismo ruso uno de los vasallos más leales del cual fue el presidente de Ucrania Viktor Yanukovych.
Los sentimientos nacionalistas en la sociedad ucraniana son bastante fuertes, pero las conversaciones sobre el nazismo en el Maidán, en cuya defensa participaron los representantes de todas las nacionalidades que viven en Ucrania, incluyendo una «centuria judía», parecen una purísima propaganda de Goebbels. Los lemas de los ultranacionalistas no gozaron de un amplio respaldo dentro del ambiente de protesta, y su proporción en el total de los rebeldes durante los tres meses se redujo de un 10% a un 3%, según distintas estimaciones.
En conformidad con los resultados del estudio sociológico del Centro «SOCIS» que se llevó a cabo desde el 25 febrero hasta el 4 de marzo de 2014, el ranking de los derechistas y ultraderechistas que pretenden presentar sus candidaturas a la presidencia es el siguiente: Oleg Tyahnibok, líder del movimiento «Svoboda»: el 2,5 % , Dmitry Yarosh, líder del movimiento «El Sector Derecho»: el 1,6 %.
El nacionalismo de Maidán no es étnico, sino puramente civil, es una reacción natural al chovinismo imperial.
Así, el 28 de febrero, inmediatamente después de la rueda de prensa de Viktor Yanukovych quien huyó a Rusia, los militares rusos destacados en la base militar de la Flota del mar Negro tomaron bajo su control todos los aeropuertos de la República Autónoma de Crimea. Durante un día el número de las tropas rusas fue incrementada en unos 6.000 soldados.
El 1º de marzo el presidente ruso Vladimir Putin, con el pretexto de proteger los derechos de la población rusa, le solicitó al Consejo de la Federación una autorización para usar las fuerzas armadas de la Federación de Rusia en el territorio de Ucrania. Y obtuvo esta autorización. Paralelamente, los servicios especiales rusos instigaron a unas acciones agresivas de la población rusoparlante de las regiones del Sudeste de Ucrania donde históricamente son fuertes los sentimientos prorusos. Sin embargo, no se existieron hechos concretos de violación de los derechos de los rusos en Ucrania. Es de notar que Kiev que apoyó a Maidán, en su mayoría, es una ciudad de habla rusa, y hasta hoy la población de Ucrania no ha experimentado problemas lingüísticos. Sin duda, la amenaza militar de parte de Rusia estimula un crecimiento de los sentimientos nacionalistas dentro de la sociedad ucraniana, pero, según reiteradas veces ha demostrado la historia, el pueblo multinacional de Ucrania no aguantará ni nazismo ni fascismo. La intervención militar rusa en Crimea y el intento de desatar una guerra civil en las regiones de Ucrania que tienen frontera con Rusia y donde predomina la población de habla rusa, es una de las convulsiones del estalinismo. El intento de Moscú de volver a ocupar los territorios perdidos después de la caída del Muro de Berlín y del colapso de la URSS puede llevar al colapso de la propia Rusia, la situación en la cual se agrava del año en año. La Rusia de Putin cada vez más parece un Estado fascista totalitario, agresivo e inhumano, un Estado sin futuro para la gente común.
Maidán como una prueba para el «estalinismo» y la izquierda
Ciertas organizaciones izquierdistas que suelen ser encabezadas por personas procedentes del Partido Comunista de Ucrania intervinieron abiertamente contra el pueblo rebelde cantando al unísono con el gobierno de Yanukovych y con la propaganda del Kremlin que se lamentaba de un «golpe fascista» o una «amenaza nazi».
Esto ha comentado bien Iván Shmatko, un militante del sindicato estudiantil de Kiev «Acción Directa»: «Sí, existen ultraderechistas ucranianos. Sí, son fuertes. Sí, son peligrosos. Pero esto es sólo una parte del movimiento de protesta que ha obtenido una pequeña parte de los puestos en el gobierno provisional. Apenas tienen chances de tomar el poder. Reducir el movimiento de protesta a ellos significa mentir. Organizar acciones contra la guerra civil, criticando a los ultra-derechistas en el Maidán, y a continuación ocupar los edificios en el Este de Ucrania junto con los ultraderechistas rusos, creando una imagen para los medios de comunicación del Estado fascista de Rusia, es una gran hipocresía. Ser izquierdista y participar en las manifestaciones donde deciden «restablecer a Bérkut», donde gritan «Rusia», donde apalean a los activistas de izquierda de otras organizaciones, a los estudiantes liberales o al poeta Zhadan, es una gran mezquindad. Hacer la vista gorda a la violencia institucional del Estado está más allá de la política izquierdista. Pero no es sólo una cuestión de moralidad. Ésta es la cuestión que concierne al futuro de la izquierda en Ucrania. Disociarse de los guardianes y de los conservadores que provocan el odio entre todas las personas progresistas en Ucrania que significa preservar la oportunidad de mantener actividad, militancia, propaganda y persuasión. Disociarse ahora significa demostrar que la izquierda no es el PCU, «Borotba» o el Partido Comunista de la Federación de Rusia, sino los militantes que optan por la justicia, la igualdad, la libertad y la democracia (en su variante más radical)».
Concentrándose en ciertos aspectos negativos que pueden encontrarse en cualquier protesta de las masas, los líderes de estas organizaciones dejaron de percibir los crímenes del régimen de Yanukovych y la amenaza del Kremlin. «¡Cuán poco seguro es este «izquierdismo» que retiene en su tamiz los mosquitos y deja pasar impasiblemente los camellos!» como escribió León Trotsky hace años.
Pero sería un error decir que la izquierda están totalmente excluída de la participación en la protesta nacional. Muchos militantes izquierdistas edificaban barricadas y combatían en ellas, asaltaban las oficinas del gobierno y trabajaban de voluntarios en los hospitales, abastecían de alimentos a Maidán y constituían la Asamblea de Estudiantes de Kiev. Entre los muertos hasta hoy se conocen los nombres de tres jóvenes militantes del movimiento izquierdista. Entre los heridos hay también muchas personas de convicciones izquierdistas.
Obviamente, la protesta del pueblo no se detendrá en lo alcanzado, la lucha continuará y los izquierdistas verdaderos no se echarán fuera. En este sentido, cabe destacar la iniciativa de la «Oposición Izquierdista» de Ucrania que ha propuesto su «Plan de transformación social»:
- La democracia contra la oligarquía
- La nacionalización de los principales sectores de la economía
- El control de los trabajadores en las empresas de todas las formas de propiedad
- La implementación del impuesto sobre el lujo
- El cese de la fuga de capitales a los paraísos fiscales
- La delimitación real entre el gobierno y el mundo de negocios
- La reducción de los costos de la burocracia
- La disolución de «Bérkut» y otras unidades especiales
- El acceso a la educación y medicina gratuitas
- La liberación del yugo financiero de los organismos internacionales
El valor evidente de Maidán consiste en el hecho de que la actitud hacia el mismo es un criterio claro para detectar a los que especulando con la idea izquierdista, de hecho apoyan al imperialismo ruso con sus métodos fascistas.
Hoy en día, gracias a Maidán, nos situamos en un momento histórico cuando la izquierda, purifi-cándose de la contaminación estalinista, inicia su formación en una calidad nueva. La cuestión de la formación de una organización política unificada en todo el espacio postsoviético ocupa un lugar muy importante en la agenda política.
La necesidad de una organización internacional de trabajadores
«La primavera árabe», las grandes concentraciones de masas en Turquía, Grecia, Bulgaria, Brasil, Ucrania, Bosnia y otras partes del mundo, a pesar de sus particularidades, representan una unidad de los procesos revolucionarios que constituyen el futuro de la civilización en la situación de una crisis sistémica del capitalismo.
El imperialismo norteamericano que ahora está tratando de hacer uso de los acontecimientos en Ucrania en su propio interés, no es una amenaza menor que los intentos del Kremlin de aplastar la joven democracia ucraniana. La mayoría de los trabajadores de la antigua URSS aún no se figuran el alcance de aquellos problemas que traen consigo el FMI, el Banco Mundial y otros intermediarios de la oligarquía internacional. La Rusia de Putin con su inmutable poder oligárquico criminal provoca un obvio rechazo empujando a los pueblos de las antiguas repúblicas soviéticas a los brazos de la UE y de la OTAN. Por eso la experiencia de la lucha contra las reformas neoliberales y el imperialismo norteamericano la cual tienen las organizaciones izquierdistas de muchos países es muy valiosa para la actual Ucrania, cuyo destino, sin duda alguna, afectará al futuro de Europa y del mundo.
Hoy en día, todos estamos asistiendo al nacimiento de una nueva Ucrania. Al nacimiento de un país con una herencia grave de la época imperial y estalinista, un país con un heroico pueblo que aspira sin miedo a la libertad y a la justicia. Depende de cada uno de nosotros cómo será este país y cómo será el mundo entero.
«La Cuarta Internacional debe comprender claramente la enorme importancia de la cuestión ucraniana no sólo en el destino del este y sudeste europeos sino de Europa en su conjunto. Se trata de un pueblo que ha demostrado su viabilidad, numéricamente igual a la población de Francia y que ocupa un territorio excepcionalmente rico y, además, de la mayor importancia estratégica. La cuestión de la suerte de Ucrania está planteada en todo su alcance. Hace falta una consigna clara y definida, que corresponda a la nueva situación. En mi opinión hay en la actualidad una sola consigna: Por una Ucrania Soviética de obreros y campesinos, unida, libre e independiente.» (L. Trotsky, 1939 г.)
Hoy en día, todos estamos asistiendo al nacimiento de una nueva Ucrania. Al nacimiento de un país con una herencia grave de la época imperial y estalinista, un país con un heroico pueblo que aspira sin miedo a la libertad y a la justicia. Depende de cada uno de nosotros cómo será este país y cómo será el mundo entero.
- ¡Por una Ucrania libre!
- ¡Por una organización internacional de los trabajadores!
- ¡No al imperialismo!
Anatoly Matveenko (Dirigente obrero y de la izquierda bielorrusa. Integrante de nuestra corriente internacional. Fundador de los sindicatos libres SMOT)