Dos meses y 40 muertos después de haberse iniciado un espiral de violencia impulsado por el sector más extremo de la derecha venezolana, el jueves 10 de abril, por espacio de 7 horas, fue transmitida por cadena nacional la primera reunión de la llamada Mesa de Dialogo entre el gobierno nacional y los representantes de la oposición agrupada en la MUD (Mesa de Unidad Democrática).
La reunión contó con el auspicio de UNASUR y del Vaticano y con la participación de tres cancilleres delegados por aquella organización del sur de América Latina y el Nuncio Apostólico recientemente designado por Francisco como su representante.
La población siguió con atención el debate político a la espera de que fuera útil para detener la violencia reaccionaria. Sin embargo en él, la oposición no asumió compromisos de colaborar para frenar la violencia que es responsabilidad de un sector de la misma, mientras que exigió del gobierno algo muy parecido a la capitulación.
El gobierno por su parte ratificó su voluntad de diálogo y su disposición a escuchar y cumplir con los compromisos que viene asumiendo, sobre todo, en las Mesas de la Paz Económica, antecedente de esta última de Diálogo. Estas condiciones prefiguran un escenario donde al tiempo que se intenta instalar bases para un acuerdo de tipo político, se están desplegando contrarreformas económicas que amenazan las conquistas económicas y sociales del Proceso Bolivariano.
Entre el desmantelamiento del régimen político y las contrarreformas económicas
El freno a la violencia desatada por sectores de la derecha venezolana es un deseo de la mayoría de la población, incluso de la mayoría de los que no votan por el chavismo. Al mismo tiempo esta violencia es funcional al objetivo de los sectores políticos y económicos que buscan acabar con el Proceso Bolivariano.
A medida que se mantiene la violencia y con el objetivo de ganar estabilidad política el gobierno de Nicolás Maduro está cediendo a las exigencias de los grandes grupos económicos privados, nacionales y extranjeros. Al contrario de frenar la inflación y resolver el agudo problema de abastecimiento, la división en tres tipos de cambio distinto entre el bolívar y el dólar, amplía la brecha cambiaria oficial a más de 8 veces, y abre camino a la liberación de la compra de la divisa extranjera, lo que significaría la liquidación del control estatal de la renta petrolera.
Por otra parte el objetivo declarado por la oposición de derecha en la Mesa de dialogo es salir del régimen político de la democracia participativa y protagónica, de la propiedad social de sectores de la economía, y la vuelta o el remozamiento de una democracia formal, rechazada por el proyecto bolivariano y que significaría liquidar las conquistas políticas de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Por eso, desde nuestro punto de vista, tanto en las Mesas Económicas como en las del Diálogo Político, el pueblo que vive de su trabajo, base social y política del proceso bolivariano, no tiene nada por conquistar. Mientras que la aspiración del gobierno de mantenerse a través de aplicar un proyecto que no es el de la revolución, construido en un diálogo tramposo, difícilmente se logre.
Sólo con la puesta en marcha de un poderoso movimiento de lucha por la defensa de las conquistas del proceso bolivariano se podrá detener la violencia y salvar lo que queda de la revolución. De lo contrario, lo que podemos esperar de este Diálogo, no es ni paz ni verdad económica, sino la pérdida de un sueño que recorre desde hace más de 15 años nuestra América.
Carlos Carcione, Marea Socialista