MST - Movimiento Socialista de los Trabajadores Lunes 27 de Agosto, actualizado hace 4 hs.

Ucrania: Al borde de una guerra civil

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El triunfo del Maidán que derrocó el yugo imperial de Rusia, ha provocado una reacción negativa entre una parte significante de la población rusoparlante del Sureste de Ucrania. Después de la ocupación rusa de Crimea, con el pretexto de proteger los derechos de los rusos étnicos en las provincias de Donetsk, Luhansk y Kharkiv, estalló una ola de manifestaciones organizadas por los nacionalistas rusos. La formación de las locales «milicias populares» y las ocupaciones armadas de las administraciones dieron lugar a muchas declaraciones histéricas sobre la posibilidad de una agresión armada por parte de Rusia y la repetición de la «variante de Crimea». Por supuesto, la amenaza de una invasión abierta de las tropas rusas en Ucrania existe, pero la probabilidad de este escenario es todavía bastante pequeña. Igual que antaño la campaña militar en Afganistán enterró a la URSS, la intervención contra el «pueblo ucraniano hermano» puede volver a ser la última guerra en la historia de Rusia. No debemos sobreestimar las capacidades del ejército, sumido en la corrupción, en los robos y semidescompuesto. Recordemos los vergonzosos resultados de las dos guerras en Chechenia que se llevaron a cabo en un territorio que es casi dos veces menor que la provincia de Kiev. Como consecuencia, Chechenia ha obtenido una independencia de hecho y Rusia aún tiene que pagar por la fidelidad de las autoridades locales del presupuesto federal. Asimismo, hay que tomar en consideración la situación económica de Rusia, sus problemas étnicos, religiosos y sociales, cuyo agravamiento podrá causar una reacción en cadena.

Hoy Ucrania es detonador de un levantamiento revolucionario en la Rusia de mañana. Por lo tanto, el objetivo estratégico del Kremlin consiste en la recuperación del control sobre Kiev y la eliminación de los procesos revolucionarios cuyo desarrollo amenaza mortalmente al régimen autoritario de Putin. La mejor solución de este problema es una guerra civil en el territorio enemigo como la manera eficaz de establecer un régimen títere prorruso. No parece tan difícil transformar una confrontación civil entre las regiones del Oeste y Sudeste de Ucrania en una fase caliente del conflicto, cuando existen grupos armados en ambos bandos. Moscú ya ha ganado en la guerra psicológica desencadenada por los medios de comunicación rusos contra la revolución ucraniana: la imagen del Maidán como enemigo de todo lo ruso ya está arraigada en la mente de las masas en Rusia, así como entre los habitantes rusoparlantes del sudeste de Ucrania. El nivel del chovinismo ruso ya está fuera de escala. La opinión pública está prácticamente lista para un enfrentamiento armado. Es fácil derramar la primera sangre, y es tan difícil detener el derramamiento.
Donbass como baluarte de la contrarrevolución

La patria chica del presidente derrocado se convirtió en la plaza de armas principal de la contrarrevolución ucraniana. Después del colapso de la Unión Soviética, la región de Donbass fue de hecho desproletarizada, habiéndose convertido de un importante centro industrial con una larga tradición del movimiento revolucionario de trabajadores, en una de las zonas más criminales en el territorio de la ex URSS. La mafia local que coopera activamente con las autoridades rusas se ha vuelto tan influyente que en las elecciones presidenciales de 2010 logró llevar al poder a su criatura, Viktor Yanukovich, quien durante la época soviética tuvo dos antecedentes penales. Actualmente, es en Donbass donde se concentran las fuerzas principales que hacen frente al Maidán. Los antiguos funcionarios de administraciones públicas, policía, servicios especiales y los jefes del ejército, sumergidos en la corrupción y arbitrariedad, forman el núcleo organizacional de la contrarrevolución ucraniana. Mas las razones principales del rechazo del Maidán tienen raíces históricas, siendo un reflejo nacional de la confrontación global entre el Oriente y el Occidente. Mientras las regiones surorientales de la actual Ucrania durante siglos formaban parte del imperio ruso, los territorios occidentales durante distintos periodos de la historia pertenecían al Principado de Galitzia-Volynia, Gran Ducado de Lituania, Polonia, Imperio Austrohúngaro, Rumania y la República Popular de Ucrania Occidental. Por lo tanto, debido al proceso histórico fueron constituidas dos identidades de los ciudadanos de la Ucrania moderna, dos zonas «geosicológicas», el conflicto permanente entre las cuales siempre fue usado por el gobierno del Kremlin en su beneficio.

Las convulsiones son inevitables cuando desaparece un imperio

La cuestión de la posible pérdida de las provincias del sudeste parece ser extremadamente dolorosa para la nueva Ucrania, pero no es fatal. La repulsión mutua de las distintas «zonas geosicológicas» en una situación de desestabilización general de un Estado constituido directivamente es un proceso natural. Ucrania no es el primer país de la antigua URSS que sufre pérdidas territoriales escapándose de los abrazos imperiales del Kremlin. Azerbaiyán perdió Nagorno Karabaj, Moldova – Transnistria, Georgia – Abjasia y Osetia del Sur.
El libramiento del lastre de unas regiones con muchos problemas permitiría acelerar los procesos de restablecimiento de una función normal de todas las estructuras del Estado de la nueva Ucrania y resistir adecuadamente a las intrigas del imperialismo ruso.
Sin embargo, tratando de retener Donbass por la fuerza, las autoridades de Kiev comenzaron una operación antiterrorista contra los «separatistas» que se ahogó inmediatamente al chocarse con las protestas en masa de la población civil.
Obviamente, en esta situación, la única solución acertada del problema de las regiones de habla rusa podrá ser su autodeterminación mediante un referéndum. De lo contrario, Ucrania se enfrentará a una guerra civil que, gracias a un apoyo activo de parte de Rusia a lo largo de toda la frontera adyacente, podrá llevar a la derrota de la joven democracia ucraniana.
Tomando en consideración lo trágico de la situación, debemos entender que la anexión de Crimea y las probables pérdidas territoriales de Ucrania no son más que una «fluctuación» del proceso general del colapso del Imperio Ruso fragmentado al territorio de la Federación de Rusia. Las convulsiones son inevitables cuando desaparece un imperio. En el siglo XIX el Imperio ruso desempeñaba el papel de gendarme de Europa, en el siglo XX la URSS se desploma, en el siglo XXI la esfera de influencia del Kremlin incluye sólo Kazajstán, Armenia y Bielorrusia. La tendencia general es evidente y en ese marco se desarrollan los acontecimientos en Ucrania. La tarea principal del pueblo ucraniano consiste en la preservación de la independencia de su propio país a toda costa para continuar la revolución.

Los intereses de clase unen aun a los enemigos

En su enfrentamiento con el Kremlin, el nuevo gobierno de Ucrania necesita un fuerte apoyo dentro del país y en el extranjero. La confianza en su propio pueblo provoca un miedo natural entre los representantes de la burguesía: la lucha contra el imperialismo ruso requerirá un gran levantamiento de las masas revolucionarias cuando la amenaza de perder su propio poder será más que real. Ya hoy en día el Maidán promueve demandas sociales y, criticando al gobierno de Arseni Yatsenyuk, requiere acciones decisivas contra la corrupción y la oligarquía. A pesar del carácter democrático de las nuevas autoridades en Kiev, nadie debe dejarse seducir por su «papel progresista» y «espíritu revolucionario».
El nuevo gobierno de Ucrania no busca apoyo de su propia gente, lo solicita en Bruselas y Washington como garantes de preservación y ampliación de oportunidades de explotación en el futuro. La UE y los EE.UU. están interesados en un conflicto entre Ucrania y Rusia. El capital occidental, va a utilizar las nuevas oportunidades para luchar contra su enemigo geopolítico, pero no en menoscabo suyo. Rusia está arraigada en el modelo neoliberal del mundo que no necesita trastornos en la situación de crisis global. Los intereses de clase unen a unos enemigos que parecen ser irreconciliables. Los líderes occidentales, los habitantes del Kremlin y el nuevo gobierno de Kiev rechazan igualmente el levantamiento de las masas, tratando de bloquear conjuntamente el proceso revolucionario en Ucrania y prevenir la propagación de la experiencia del Maidán. El acuerdo cuatripartito entre Ucrania – Rusia – UE – Estados Unidos, firmado en Ginebra el 17/4 es una confirmación de esto, al llamar a un desarme general y a liberar plazas y calles.

Confiar sólo en su propia fuerza, en su organización

Los partidos y organizaciones más reaccionarias de Rusia se han unido contra el Maidán en un esfuerzo para sofocar la aspiración del pueblo ucraniano a la libertad y democracia. Un mutante fantasmal de estalinismo, fascismo ruso y fanatismo ortodoxo se ha convertido en una verdadera amenaza no sólo para los pueblos de la antigua URSS. Bajo los lemas de «¡Restauremos la URSS!», «¡El orden ruso para la tierra rusa!», «¡Por el Imperio Ruso!», «¡Moscú es la Tercera Roma!» se van formando las fuerzas dispuestas a todo. Es de notar que la política de Putin con respecto a Ucrania ha sido respaldada por la líder del Frente Nacional de Francia, Marine Le Pen, por el secretario general del partido ultraderechista «Aurora Dorada» Nikolaos Michaloliakos, por el diputado del partido nacionalista húngaro «Partido por una Hungría Mejor» (Jobbik) Márton Gyöngyösi, por el partido conservador derechista «Partido del Pueblo Suizo» (UDC) y por el partido búlgaro de extrema derecha «Ataque». La derecha de Europa encontró en la Rusia moderna soporte a nivel estatal y terreno fértil para el desarrollo de sus ideas.
El logro principal de la revolución ucraniana consiste en la liberación del país del yugo imperial del Kremlin. El tiempo demostrará si el pueblo ucraniano será capaz de resistir al imperialismo ruso y al capital occidental. Pero confiar en esta lucha en el poder de la burguesía nacional no es sólo inútil, además es extremadamente peligroso. Ucrania no sobrevivirá sin una organización revolucionaria de las masas. Las tareas actuales de la izquierda las formula precisamente la tesis de Lenin: « los obreros deben abrir los ojos al pueblo para que vea la mentira de los politiqueros burgueses y enseñarles a no creer en las palabras, a confiar únicamente en sus propias fuerzas, en su propia organización, en su unión propia, en su propio armamento.»

  • ¡Por la organización
  • revolucionaria de los trabajadores de Ucrania!
  • ¡No a la guerra civil!

Anatoly Matveenko Dirigente de la izquierda bielorrusa. Integra nuestra corriente internacional. Fundador de los sindicatos libres SMOT

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