En el marco de una importante crisis política en el país, Cristina Kirchner junto a Kicillof y De Vido viajaron a China a profundizar las relaciones comerciales con el gigante asiático. Al margen de los chistes y las declaraciones desubicados, lo que no causa ninguna gracia es este salto en la dependencia y la sumisión al imperialismo oriental.
¿Relaciones comerciales o más dependencia del imperialismo chino?
Desde hace algunos años el imperialismo chino viene avanzando sobre el conjunto de Latinoamérica volcando una parte de los cuantiosos capitales acumulados luego de años de superexplotación de sus trabajadores. Petroleras, mineras, grandes emprendimientos de infraestructura civil, puertos y hasta bases aeroespaciales son la punta de lanza de la penetración en las economías regionales y su reconfiguración paulatina a la medida de las necesidades del imperialismo.
Quizás la máxima expresión de esta penetración es el aumento exponencial del monocultivo de soja, producto destinado casi en su totalidad a abastecer el mercado chino, o mejor dicho a alimentar los cerdos que posteriormente consumirán los chinos.
El viaje de Cristina significa un salto de calidad en esa realidad, lejos de significar una mejora para el país, implica la profundización de la dependencia y la entrega, un verdadero pacto Roca-Runciman del siglo XXI.
Vienen por petróleo, minerales, energía y la expansión de la frontera sojera
Pocos días antes del viaje, el CEO y Presidente de YPF Miguel Galuccio firmó un acuerdo que permite el ingreso de la petrolera china Xinopec en Vaca Muerta, en momentos donde nuestro país subsidia a las multinacionales para que se lleven el petróleo utilizando la nociva técnica del fracking, Galuccio le garantiza a sus “amigos” una parte del negocio.
El objetivo del viaje presidencial no es otro que avanzar aun más en ese camino, por eso destacó que las inversiones fundamentales conseguidas tienen que ver con la construcción de dos represas que “aumentarán” la cantidad de energía del país a la vez que permitirán expandir la superficie cultivable, en buen romance, el “desarrollo” que vende el gobierno es fortalecer el modelo soja dependiente, un callejón sin salida, no sólo desde el punto de vista económico, sino que tiene graves consecuencias para la salud y la vida de la población.
Todas las inversiones acordadas tienen el mismo patrón, la consolidación de emprendimientos que fortalecen las posiciones chinas, les garantizan una cuota altísima de ganancias y en contrapartida se deteriora la posibilidad de un desarrollo sustentable de la economía nacional y al mismo tiempo se cede soberanía de manera escandalosa. La muestra mas gráfica de esto es la base “aeroespacial” que construye el gobierno chino en la provincia de Neuquén, donde controlan cerca de 400 ha como si se tratara de su propio territorio. Al lado de esta verdadera invasión, los acuerdos del 1900 con los ingleses parecen una historia de Disney.
Recuperar lo nuestro y construir otro modelo al servicio de los trabajadores y el pueblo
Esta claro que el rumbo del gobierno K no tiene nada que ver con el desarrollo de la soberanía económica, que en palabras de la propia Cristina “es un concepto antiguo”.
Por eso es fundamental cambiar, construir un modelo económico centrado en las necesidades de los trabajadores y el pueblo, sustentable con la naturaleza, desterrando el monocultivo de soja, la megamineria y el fracking que sólo sirven a las necesidades de ganancias empresarias.
Recuperando nuestros bienes comunes, combatiendo la fuga gigante de capitales y dejando de pagar la deuda con los buitres internacionales nos sobran recursos para ir en ese sentido. Con Alejandro Bodart y Vilma Ripoll a la cabeza, desde el MST Nueva Izquierda te convocamos a dar esa pelea con nosotros.
Martin Carcione
