El domingo 5 de julio se desarrollaron nuestras elecciones, que fueron seguidas con mucha atención por el kirchnerismo, ya que se trataba de una provincia que podían conservar.
Fue una elección controvertida. En los días previos, los medios nacionales se hicieron eco del sistema electoral feudal que llegó al ridículo de tener un candidato cada 56 votantes, casi mil candidatos para competir por 15 bancas en el concejo deliberante de la capital, con 48 listas distintas, de las cuales 42 fueron colectoras del PJ y la UCR.
Con el sistema electoral a medida, la negativa del estado provincial a hacerse cargo de la impresión de boletas, el manejo clientelar de las instituciones y la extorsión a los empleados públicos para que les hagan campaña, se terminó inclinando la balanza para que el PJ conservara la provincia cuatro años más. Sin embargo, nunca antes estuvo tan cerca de perderla, en este caso en manos de la alianza UCR-PRO-massismo.
En la capital, donde se concentra la mayor parte de la población, la sensación es que ganó el candidato que nadie votó. Y se hacen fuertes los rumores de fraude.
Al igual que en otras elecciones provinciales adelantadas, el grueso de los votos se concentró en las dos variantes impulsadas por los sectores concentrados de la economía: el PJ y la UCR se repartieron el 92% de los votos, quedando muy poco espacio para el resto de las fuerzas políticas.
Esta polarización fue orquestada por los grandes medios de comunicación, por los burócratas sindicales y el propio gobierno, que se unificaron en la necesidad de mostrar sólo dos opciones para elegir entre candidatos que proponen un mismo rumbo.
Se renuevan los verdugos, pero el pueblo está descontento por un clima económico de erosión constante. Será difícil aplicar el ajuste que vienen preparando y esto plantea un gran desafío para la izquierda: poder superar la dispersión y convertirnos en una alternativa real de poder en el mediano plazo.
Izquierda: las oportunidades no son eternas
Hemos insistido mucho en la necesidad de unir a toda la izquierda y de esta forma llevar nuestras propuestas del volante a acciones concretas. Otra provincia y país son posibles, pero no vendrán de la mano de quienes ya gobernaron. La desconfianza en la vieja política crece y se abren oportunidades históricas para quienes queremos cambios profundos. La gente busca un cambio pero encuentra a la izquierda dividida, sin vocación de poder. Si las listas de izquierda y progresistas se hubieran unido, en La Rioja tendríamos al primer concejal de izquierda de la historia provincial. Pero los acuerdos electoralistas del FIT, que prioriza ser hegemónico dentro de una alianza de pocos, termina desaprovechando estas oportunidades. Hoy ese concejal está en manos del PRO.
Hay que dejar de darles ventajas a los de arriba y unir a los de abajo y a la izquierda. Esto es lo que propone la Nueva Izquierda en La Rioja y en todo el país. Cientos de personas nos acompañaron en nuestra primera elección y esto nos da más impulso para dar esta pelea. Ayudanos a hacer más fuerte esta opción.
Leonel Acosta