Desterrando mitos. El clima no inunda, la soja y los countries sí

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Las inundaciones volvieron a ser dramática noticia en el país. Otra vez fue el turno de la provincia de Buenos Aires. Como siempre, claro, los afectados fueron miles de familias de trabajo, gente común que vive de su esfuerzo. Mientras tanto, para desviar el reclamo social, todo el aparato mediático oficialista y finalmente, también el opositor, se dedicaron a instalar falsas interpretaciones de las causas del desastre socioambiental. Polemizamos en este artículo con esas imposturas interesadas.

A menudo la izquierda mira con recelo la injerencia de la “ciencia” en el campo de la política. Ocurre que el “totalitarismo de los expertos” sepulta el debate de ideas para clausurar todo cuestionamiento bajo el manto de la “objetividad”. Sin embargo, una atenta lectura de los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (GIECC), dependiente de la ONU, revela que la alteración del clima con derivas de alto impacto socioambiental no es un fenómeno nuevo. Por lo tanto, el comportamiento de lluvias torrenciales en cortos lapsos de tiempo son un parámetro que ya lleva sus años. Este dato no sorprende a ningún climatólogo ni debería ser desconocido por la clase política. No obstante, con las lluvias del mes pasado se vuelve a insistir políticamente en “las causas naturales”. En esto, el sistema capitalista es como en todo: pretende naturalizar la barbarie que provoca su lógica inhumana. Por eso, el “mito de las lluvias excepcionales” es una estafa.

Mito 2:”Con las obras hidráulicas se soluciona todo”. El caso de la cuenca del Luján

La cuestión de la “falta de obras” es un latiguillo que se suele repetir sin pensar mucho ya que es políticamente correcto. Obviamente hay obras pendientes necesarias, pero para el caso de la cuenca del río Luján –como en otros casos- el problema es otro. El Luján es un río de llanura, por eso el agua no corre por su pendiente. Uno de los cauces de este río tiene semicírculos naturales que se llaman “meandros” y que escurren el agua cuando hay desbordes. Otro de sus cauces nutre napas y acuíferos. El ecosistema natural y regulador del agua está formado por humedales y bosques. Esto significa que en coyunturas de eventos extremos como lluvias como las pasadas, los humedales actúan como “esponja”. De allí su vital importancia. Lo que viene ocurriendo en la última década es que por doble vía se alteran esas condiciones de regulación natural: destrucción de humedales y bosques para desarrollar emprendimientos inmobiliarios –barrios cerrados o canchas de golf- y se avanza en la desestructuración del ecosistema autorregulado; y el avance de la frontera de la soja por siembra directa que reduce la capacidad de escurrimiento de los suelos. En ambos casos –el negocio inmobiliario y la siembra directa- expresan una lógica donde los negocios valen más que la vida.

Mito 3:”La siembra directa no tiene nada que ver”

La postal fue vergonzosa y a la vez transparente. Aníbal Fernández al principio del desastre de las inundaciones imputó una causa a la siembra directa. En varios programas de TV el titular de ANSES Diego Bossio, señaló:“No estoy en contra de la soja y sus negocios, pero tendrían que reflexionar un poco a partir de estas inundaciones”. Al día siguiente se impuso la disciplina: AAPRESID que es la cámara empresaria que nuclea al sector, se entrevistó con Aníbal Fernández y a partir de ahí vino “la aclaración sobre que la siembra directa no tiene nada que ver con todo esto”. La Facultrad de Agronomía de la UBA emitió un comunicado en el mismo sentido. Es clarísimo: no se presentan a elecciones, pero gobiernan las corporaciones. La siembra directa reduce la capacidad de escurrimiento y va impermeabilizando la tierra. Por eso es crucial discutir la salida alternativa

Inundaciones nunca más

Frente a este panorama hay una serie de medidas para tomar conscientes de que, una vez más, la salida no es “técnica” sino esencialmente política, de decisión desde el poder. Para empezar, la lógica depredatoria de la siembra directa tiene que ser sustituida por otro modelo de producción socioambientalmente sostenible. Además hay que declarar de utilidad pública todo el territorio alterado artificialmente por emprendimientos inmobiliarios de carácter privado. Es fundamental remediar humedales y bosques, y relocalizar todo desarrollo inmobiliario lesivo de la normal autorregulación ecosistémica. Estas medidas en defensa de la vida son las que la política tradicional no quiere discutir y los medios hergemónicos silencian.

Mariano Rosa

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