El nuevo gobierno de Macri ubicó a CEOs de transnacionales al frente de ministerios. Es el modelo de gestión que arranca. Se termina un ciclo en Argentina y la tendencia es continental. ¿Cuál es el saldo en materia socioambiental? Es posible y urgente otro modelo productivo para una nueva mayoría social
El triunfo de Cambiemos en Argentina inicia un nuevo momento en el país. Por historia, origen social, antecedentes en el gobierno de CABA y condicionalidades del capital en esta coyuntura, el escenario más probable es de ajuste de tuercas sobre el conjunto de la población. Devaluación, aumento de precios, caída del salario real y un intento por “normalizar” el país “burgués serio”. Hay matices de forma con el gobierno que se va. Pero toda la política tradicional coincide en una estrategia: sostener la dependencia y subordinación neocolonial que ubica a nuestro país como territorio de apropiación de comoditties para las corporaciones. Hay un dato emblemático: Barañao. Macri ganó y a las 72 hs informó que el ministro de Ciencia y Técnica aceptó continuar en su cargo. El primero en saludar la novedad fue Pablo Vaquero, vicepresidente saliente de Monsanto: “Excelente noticia que Lino Barañao siga como ministro de Ciencia y Tecnología. Tener políticas de Estado es muy importante”. Lo que viene entonces son algunos cambios para mal y muchas continuidades esenciales…para peor. El saldo de doce años del FPV en materia socioambiental. Repasemos lo central.
País ocupado
Para balancear el ciclo del FPV en el plano socioambiental, queremos precisar algunos datos duros:
El monocultivo de soja abarcaba 12 millones de hectáreas en 2003 y, en doce años, pasó a ocupar 27 millones de hectáreas. Con el Plan Estratégico Agroalimentario (PEA 2020) el objetivo es llegar los 45 millones de hectáreas
El uso de agrotóxicos alcanza, según un informe de los Médicos de Pueblos Fumigados, 300 millones de litros por año, afectando de manera directa con fumigaciones un área habitada por 12 millones de personas
Lejos de “despetrolar” la matriz energética tal como impone la dinámica planetaria de cambio climático, bajo la pasada gestión se incorporó el fracking como modalidad “no convencional” de extracción de crudo y gas. Esta técnica contaminante fue prohibida en Francia, Bulgaria y estados de Australia, Sudáfrica, Canadá, Suiza y Estados Unidos. YPF se transformó en S.A. para conveniar con transnacionales como Chevron
YPF dio a conocer a fines de agosto de 2012 su “Estrategia de gestión 2013-2017”. En la página 51 señala que “Argentina tiene un enorme potencial de no convencionales” e identifica siete cuencas que involucran a 18 provincias. Casi todo el país
Según datos oficiales (informe “La minería en números”), en 2003 había 40 proyectos mineros en estudio en el corredor andino. En 2009 ya eran 336 (840 por %) y en 2014 llegaron a 680: un 1700 % más que en 2003. Todos estos “proyectos” se desarrollan con el modo de “explotación a cielo abierto”, dinamitando cerros, cianurando el agua y consumiendo volúmenes gigantescos de energía eléctrica y agua potable
Durante el período que va de 2003 a 2014 sólo en la CABA se construyeron 20 millones de metros cuadrados. El avance cementador del PRO en la Ciudad benefició a desarrolladores inmobiliarios como IRSA de Eduardo Elzstain, socio común del FPV y el macrismo. Por eso, todos los presupuestos y paquetes de leyes de enajenación de espacios públicos en la CABA, se votaron con acuerdo de los legisladores del FPV
Si viviera Galeano podría escribir su versión adecuada a la Argentina: “Las Venas Abiertas II”.
Falso progresismo y capital: alianza criminal
Las expresiones de una derecha “new age” avanzan porque los reformismos posibilistas le allanan el camino. Hace falta otra cosa. Un proyecto emancipatorio de ruptura con las corporaciones y el capitalismo: prohibir la megaminería, el agronegocio, el fracking, la cementación urbana. Iniciar una transición hacia otra matriz de energía, basada en renovables y limpias. Reforma agraria en serio y modelo de agroproducción bajo el principio de la soberanía alimentaria y la agroecología. Más espacios verdes en las ciudades y menos cemento. Todo eso es tocar intereses de las corporaciones, romper con el capital extractivo. Hay fuerza social, pero desorganizada. Es clave esa primera tarea: la movilización. Y dialécticamente, construir fuerza política representativa de los intereses del 99 %. Para eso, unidad de los movimientos sociales y la izquierda, en una nueva síntesis política para un camino independiente con perspectiva continental, latinoamericanista. De los pueblos, no de los gobiernos del saqueo.
Mariano Rosa