Tras la rotunda derrota del PSUV en la elección legislativa de diciembre, la crisis política se agrava junto a la bancarrota económica. Un foco de conflicto es la Asamblea Nacional, que el gobierno de Maduro intenta neutralizar. Ahora la preside el derechista Henry Ramos Allup y antes la presidía el chavista Diosdado Cabello, que «se necesitan el uno al otro para sobrevivir». Así lo explica el compañero Evans, de Marea Socialista, nuestro partido hermano venezolano, en la nota que aquí reproducimos.
Psicológicamente el alter ego es el otro yo, una segunda personalidad, un trastorno de identidad disociativa, pero literariamente describe personajes en diferentes planos que son psicológicamente similares.
Este concepto, desde lo psicológico y lo literario, describe claramente la vinculación actitudinal del ex presidente y el actual presidente de la Asamblea Nacional, y en general es una categoría que permite entender a las dos bancadas políticas en pugna por el control de la escasa renta petrolera.
No caeré en detalles de los pasados de los dos personajes para no generar descalificaciones subjetivas de interpretaciones con referentes ambiguos. Sin embargo fue inevitable, ante la actitud en el manejo de la primera sesión de la nueva Asamblea Nacional, ver cómo la soberbia pareciera ser inherente al cargo y a la silla de presidente de la AN, e incluso de manera automática pareciera transferir a quien lo ostenta ademanes de desprecio ante el debate, ante el reconocimiento del otro y la pasión por el control hacia el otro.
Si algo critiqué de Diosdado Cabello, además de lo que hizo con el Parlatino, fue el irrespeto al otro, así tuviese la razón, ya que el rol de un director de debates es poner orden, no irrespetar ni ser el que tiene el derecho de intervenir más ni darle más tiempo a quienes él prefiera en sus intervenciones, y exactamente eso fue lo que vi en Ramos Allup.
Si bien en sus orígenes tanto Allup como Cabello son unos alter ego psicológicos, no tengo ninguna duda que de ellos hoy podría hacerse un estudio de alter ego literario que sorprendería.
Una sociedad con tanta necesidad de diálogo, y una necesidad de transformar la forma de hacer política, encuentra hoy en Ramos y Diosdado unos enemigos que se necesitan el uno al otro para sobrevivir. Ante una polarización impuesta, no debemos olvidar que las elecciones del 6D fueron el resultado de un acuerdo del «polvo cósmico y la arena de playa», donde todo aquel que fuera por fuera de la polarización terminaría siendo excluido y execrado del sistema electoral (1).
Ahora el acuerdo es de supervivencia. El gobierno de Maduro y Diosdado necesitaban un enemigo que se sintiera real, histórico, pero aparentemente negociador, que generara un rechazo tal que permita la reunificación de las fuerzas revolucionarias (2) con el único objetivo de poder seguir controlando la renta petrolera, sin importar mucho el modelo que se aplique para tal fin.
Por otra parte la oposición necesita que sea el gobierno de Maduro el que aplique las medidas económicas, que son imposibles que no sean impopulares ante toda la crisis económica que existe, y además necesita que el desgaste del gobierno sea sin capacidad de retorno, para poder acabar no sólo con Maduro sino con el legado del presidente Chávez.
Ante esta realidad, terminan siendo tan parecidos en sus estrategias e intereses los dos bandos en pugna, que lo que pareciera ser un alter ego psicológico termina siendo uno literario, en una trasmutación impresionante, casi kafkiana, que simplemente posterga la creación de un verdadero escenario para la discusión de los problemas reales de la gente.
Hoy no hay ni «cambio» ni «rectificación»: lo que sigue habiendo es más circo y menos pan. Es por eso que la transformación debe gestarse desde abajo, fuera de las cúpulas que hoy nos denigran y se burlan del pueblo en su propia cara.
Nicmer Evans, Caracas, 7/1/16
(1) Con aval de la oposición derechista, el gobierno del PSUV proscribió a casi todos los candidatos y candidatas de Marea Socialista.
(2) Se refiere al oficialismo chavista.