El 23 de marzo Barack Obama iba a cerrar un foro de los grandes empresarios de la Cámara Americana, junto a Macri, en La Rural. El jefe del principal imperialismo se merecía un repudio en particular, aparte de las marchas del 24, y esa era la ocasión.
Por eso ese día, junto a otras organizaciones, el MST marchó desde Avenida Santa Fe y Scalabrini Ortiz hasta Plaza Italia, en donde se leyó un documento conjunto y se quemaron «buitres» y banderas yanquis, símbolos del imperio. Luego nosotros avanzamos por Avenida Sarmiento hasta las vallas que la policía puso para proteger la embajada norteamericana.
Nuestra vistosa y combativa columna la encabezaron los principales referentes del partido: Alejandro Bodart y Vilma Ripoll. Sus declaraciones en rechazo a Obama y Macri así como las fotos con nuestros carteles «Obama go home» tuvieron una alta repercusión en la prensa nacional e internacional.
De esa manifestación unitaria del 23 no participaron La Cámpora ni el Movimiento Evita, ni Nuevo Encuentro ni ninguna otra agrupación del espacio K. Tampoco organizaron otra protesta anti-Obama. A diferencia de la izquierda peronista de los ’70 e incluso de la marcha contra el ALCA en 2005 en Mar del Plata, para algunos el antiimperialismo ya sólo es un tema para discursos pero no una bandera para movilizar. Únicamente en Bariloche, además de la izquierda, algunas agrupaciones K protestaron contra Obama.
Pero en esa marcha del 23 en Buenos Aires hubo otras ausencias, más llamativas. El PTS llevó poco más de 10 personas, ni siquiera testimonial. Y no estuvieron Nicolás del Caño, Myriam Bregman ni Christian Castillo. También se ausentaron sin aviso las figuras centrales del PO: Jorge Altamira y Néstor Pitrola. Esto de no faltar al Congreso pero sí a las acciones callejeras, ¿no es una expresión de parlamentarismo democratizante? ¿O acaso es una concesión a la fuerte campaña mediática antipiquetes y pro-Obama? La militancia del FIT debería pedirle a su dirigencia explicaciones al respecto.
P. V.