Desde las fuerzas de izquierda y populares se desarrollan debates sobre qué proponer ante la crisis en Brasil. Abordamos cuestiones centrales sobre el tema.
Como planteamos en la declaración política que hicimos junto a Alejandro Bodart (ver en www.mst.org.ar y en www.portaldelaizquierda.com) las fuerzas de la derecha política brasilera intentan hacerse del poder político a través del impulso del impeachment -juicio político- que lógicamente no apoyamos y denunciamos como maniobra de estos sectores y de la elite económica, que quiere aplicar directamente un ajuste feroz que la debilitada presidenta ya no puede garantizar. Una posición a favor de los trabajadores y la juventud parte de oponerse a los planes políticos de la derecha comandada en el parlamento por el mafioso Eduardo Cunha y con Temer como posible aplicador de medidas contra el pueblo.
Rechazar estos planes no incluye defender al gobierno ni al proyecto de Dilma y el PT, que hace años se transformó en gerente de grandes corporaciones y está envuelto en verdaderos hechos de corrupción a gran escala en alianza con grandes corporaciones mega constructoras como Odebrecht. Hasta la corporación de medios «O Globo» recibió bajo el gobierno petista más de 6 billones de reales. De las banderas originarias del PT no queda nada, se consumen entre medidas de ajuste, acuerdos con el gran capital y corrupción desde el poder del estado. Su desbarranque ya viene desde 2013 con las enormes movilizaciones de la juventud y huelgas posteriores que muestran el descontento social masivo y ahora se combina con esta crisis política que desnuda el ocaso de un proyecto que desilusionó.
Esta realidad hace que la gran mayoría del pueblo de Brasil rechace al gobierno de Dilma y tampoco apoye un posible gobierno de su vice presidente Temer; por eso apoyamos la necesidad de hacer más grande, fuerte y visible una tercera opción desde la izquierda, que en las condiciones actuales solo puede venir desde el PSOL y con el reclamo político de que no sea la casta política quien decida sino el pueblo a través de elecciones generales.
¿Un golpe de estado?
Para intentar defenderse, Dilma y el PT lanzaron la idea de que hay un «golpe de estado» e intentaron infundir una campaña de miedo en la población. La realidad es que no hay ningún golpe de estado en marcha; aunque asumiera el vicepresidente Temer no habría un cambio de régimen, en todo caso la presidente será reemplazada por integrantes y por mecanismos de instituciones del régimen político actual del cual es defensora, no por otro régimen. Como bien plantean los compañeros del MES-PSOL «la precaria democracia que tenemos continuará, burguesa y precaria». Con la votación del senado puede surgir un gobierno de Temer débil, ilegítimo y repudiable al que habrá que enfrentar, que será subproducto de una crisis política aprovechada coyunturalmente por la derecha, no un golpe de estado. Es una maniobra política de sectores de la derecha dentro del parlamento y del senado, a través de un mecanismo que fue aceptado por el propio PT.
Nuestra política de proponer elecciones generales para que el pueblo decida va contra toda la casta política, contra la derecha que impulsa el impeachment y contra el gobierno que aceptó que sea el parlamento corrupto quien decida. Ninguno quiso una salida democrática y son corresponsables del desastre. Así como un gobierno surgido del impeachment no será democrático, tampoco lo es hoy el gobierno de Dilma, que desde su asunción vienen aplicando un plan de medidas antipopulares opuesto al que dijo en su propia campaña electoral. Quienes creemos en una democracia real también denunciamos esto, por eso proponemos que todos los cargos sean revocables si no cumplen, que vayan presos quienes se enriquecen en la función pública, que los grandes temas se decidan con participación soberana del pueblo. Las organizaciones que dejando de lado esta realidad muy evidente, solo hablan de lucha «contra el golpe» apoyan equivocadamente un gobierno que se desbarrancó entre ajuste y corrupción por decisión propia. No hay en Brasil dos campos de los cuales uno es de derecha y el otro es progresivo. Hay un enfrentamiento político entre un gobierno que se convirtió en agente de las corporaciones perdiendo apoyo popular y la gran burguesía que ya no confía en su utilidad y prefiere aplicar su plan con otros hombres a cargo.
El desquicio del FIT
Como en casi todos los temas, en el 1º de Mayo el Frente de Izquierda también se dividió, el desacuerdo ahora fue Brasil. El grado de desquicio del FIT es tan grande que el PTS que denuncia «un golpe en Brasil» hizo un acto separado de PO que denuncia «un golpe en Brasil». Aunque comparten esa definición equivocada y funcional a Dilma en su etapa decadente, llegan al ridículo de no poder siquiera expresar juntos su capitulación al falso progresismo.
La política es muy concreta y la incoherencia del FIT también. Si como dice el PTS y el PO hay un golpe de estado en Brasil no solo debieron haber hecho un acto común, sino proponer un gran acto y movilización unitaria a todas las fuerzas populares y de izquierda, sindicatos, centros de estudiantes y otros sectores. Porque si hay un golpe en marcha la más amplia unidad es la única política correcta. Para el PTS y PO, al golpe de Brasil se lo enfrenta con dos actos paralelos y autoproclamatorios. Menos mal que no hay un golpe real, y que el futuro del pueblo brasilero no depende de la política de estos partidos.
La lucha por una verdadera democracia
La propuesta de elecciones generales es el primer eje político a levantar y gana en Brasil cada vez más simpatía, entre millones que ya no quieren a Dilma ni tampoco un gobierno de Temer. Que el pueblo decida es un punto central para oponerle a toda la casta política y al posible gobierno de Temer, como correctamente desde un inicio propuso Luciana Genro del PSOL. Lógicamente, en sí mismas las elecciones generales no resuelvan los problemas sociales de Brasil, pero sí abren un canal para que el pueblo se exprese, a partir del cual hay que seguir la lucha por cambios de fondos y anticapitalistas.
A la vez, como siempre que salta a la luz una gran crisis política y se hace evidente la podredumbre de un régimen, hay que cuestionarlo de conjunto. Para eso es útil la propuesta de Asamblea Constituyente para refundar el país sobre nuevas bases. Sobre este tema PO, como siempre, se equivoca, en su polémica con el PTS reconoce que levantó la propuesta de constituyente un tiempo atrás pero que ahora es equivocada. Para PO cuando la crisis no es mucha hay que plantear asamblea constituyente, pero cuando la crisis pasa a un enfrentamiento político mayor hay que dejar de hacerlo. La política socialista es exactamente al revés; en los momentos de más crisis de un régimen en descomposición es cuando hay que plantear una propuesta más democrática como constituyente, que enfrente a todo el poder político y combinarla con la necesidad de que se tomen medidas económicas y sociales a favor de los trabajadores y el pueblo. El PO no enfrenta al régimen ni a toda la casta política, le hace seguidismo a la ajustadora Dilma y se contenta con proponer «un congreso de trabajadores», una generalidad abstracta que se puede decir tanto en Brasil como en cualquier país del mundo, haya o no una crisis política en curso.
Hagamos algo nuevo desde la izquierda
Los hechos de Brasil abren dudas, incertezas y preocupaciones en honestas y honestos trabajadores y en la juventud, por ver la actuación de la derecha política que indigna. Tenemos que sacar conclusiones correctas, porque esa derecha puede avanzar sobre la base del desastre provocado por falsos progresismos, que usando un discurso a izquierda en los hechos han gobernado para las grandes corporaciones. Por eso hay que impulsar las luchas en curso y animarse, en Brasil y también en Argentina, a fortalecer herramientas políticas que desde la izquierda y sin sectarismo, levantemos un programa y un proyecto anticapitalista. A eso te invitamos desde el MST.
Sergio García