El 1º de julio de 1959, el ejército rebelde derrotaba definitivamente a las tropas leales al dictador Batista. Fidel Castro entraba triunfante en Santiago de Cuba. Triunfaba así la revolución que va a dar origen al primer país socialista de América Latina.
La dirección de Fidel Castro y el Movimiento 26 de Julio no eran marxistas en sus comienzos. Así lo reconoce el Che Guevara cuando señala que el ideario de esa dirección no superaba las ideas democráticas burguesas del Partido Radical argentino.
Pero Fidel y su movimiento luchaban sin tregua contra la brutal dictadura de Fulgencio Batista, quien además había utilizado su poder para beneficiar a los casinos de La Habana, a los prostíbulos y a sus terratenientes aliados.
Batista dejaba a buena parte de los dueños de la tierra del Oriente, en la zona de Santiago de Cuba, fuera del control de la economía del país.
El Movimiento 26 de Julio, que logró un gran peso entre la clase media y los trabajadores de la ciudad, junto a la base campesina que se unió al ejército rebelde, era también apoyado en sus comienzos por un sector de los propietarios de tierras e incluso por una fracción del imperialismo yanqui que no participaba en los negocios de Batista.
En esta primera etapa democrática de la revolución es ungido presidente el juez Manuel Urrutia Lleó, a quien el gobierno de los Estados Unidos reconoció de inmediato.
La revolución sobrepasa los pronósticos
Pero no estaba en los cálculos del imperialismo que esa dirección consecuente con sus ideales democráticos fusilara a los torturadores y asesinos del régimen dictatorial depuesto, lanzara un profunda reforma agraria y nacionalizara las destilerías privadas cuando éstas se opusieron a procesar el petróleo enviado desde la URSS.
Había nacido una nueva Cuba, libre e independiente del imperio dominante, y esto no se podía perdonar.
El castigo fue un bloqueo brutal que pretendió, sin lograrlo, ahogar a la naciente revolución. Y aunque no pudo invadir con tropas propias armó esa invasión de mercenarios bancada por la CIA, que mordieron el polvo en la Bahía de Cochinos.
Se produjo en esos años un hecho que no tenía antecedentes. Una dirección no marxista, de origen pequeño burgués nacionalista y democrática, empujada por la necesidad de dar respuestas a las demandas de su pueblo, seguía avanzando -tras haber liquidado los mecanismos de dominación del estado burgués, a la expropiación y a constituir un nuevo estado obrero en las fauces mismas del imperio más poderoso del planeta. Y abría así una enorme oleada de entusiasmo revolucionario en toda la vanguardia latinoamericana y mundial. Cuba era una antorcha que encendía las cabezas y los corazones de miles y miles de luchadores.
Independencia nacional y derechos sociales: las conquistas de la revolución
Las conquistas de la Revolución Cubana superan muy de lejos las críticas de los escribas del imperio que intentan ningunearlas: «Una investigación hecha por la Asociación Católica Cubana en 1957, basada en 2.500 familias rurales encontró que el 60% vivía en chozas techadas con madera de palmera y pisos de tierra sin recubrir, y sin agua ni comodidades sanitarias de ninguna clase. En el 70% de los casos se usaba alumbrado a kerosene y el 30% no tenía iluminación. La alimentación básica consistía en arroz, porotos y vegetales; sólo el 11% bebía leche, 4% comía carne y el 2% huevos…»
Los logros económicos y sociales en tan solo un año de revolución se expresaban en que «las tarifas eléctricas se han reducido en un 30%, las telefónicas a la mitad, las medicinas en un 20%. Se han construido 800 millas de nuevos caminos, 35 puentes nuevos; el ejército ha reforestado 133.000 acres. Se han confiscado 400 millones de dólares de propiedad robada por los hombres de Batista. Se han completado 10.000 unidades de vivienda, con cuatro cuartos, para aquellos que ganan menos de cien dólares al mes… Los alquileres fueron reducidos a la mitad. En ocho meses se completaron diez hospitales y seis mil escuelas nuevas…» (1)
Y fruto de la revolución conducida por Fidel y el Che vino un largo etcétera que desarrolló la reforma agraria, terminó en tiempo récord con el analfabetismo en toda la isla y generó el mejor sistema de salud pública de todo el continente americano. Estos avances sociales fueron reconocidos hasta por enemigos políticos de la revolución.
Las medidas que fue tomando el gobierno cubano permitieron asegurar trabajo, salario, alimentos, vivienda, salud, educación, jubilación, cultura y deporte para todos y todas. En una isla muy pobre y se demostró el salto cualitativo que la planificación económica puede conquistar.
Caminos alternativos
La fuerza de la revolución latinoamericana llevó a la dirección cubana a dar un salto tremendo. Sin embargo y quizá sin que sus protagonistas sacaran en su momento todas las conclusiones, los caminos se fueron bifurcando.
El Che optó por tratar de extender la revolución socialista a otros países, por ejemplo a Bolivia. Proponía hacer «uno, dos, tres Vietnam». Y fiel a esa propuesta revolucionaria, y más allá de sus errores, dio la vida por ella.
En cambio Fidel y el resto de la dirección cubana optaron por subordinarse a la política internacional del estalinismo y así signó su suerte y la de la revolución. Por eso giraron hacia una política de status quo y utilizó su enorme prestigio político para llamar a que Nicaragua «no sea una nueva Cuba» (o sea que no expropie a los capitalistas) y a que El Salvador «no sea una nueva Nicaragua» (o sea que no derrote a la dictadura sino que pacte la transición con ella). Y así, al perderse la revolución centroamericana en los ’80, Cuba quedaría aislada y ahogada luego de la caída de la URSS y los países del Este europeo.
Inclusive una gran iniciativa como la de armar un frente de países deudores para no pagar la deuda externa, que era el principal mecanismo de expoliación de los pueblos por el imperialismo, fue congelada por la dirección cubana cuando empezaba a tomar vuelo.
El castrismo, consejero del posibilismo
Esa política del PC cubano seguirá hasta el presente, por ejemplo en el apoyo al gobierno de Maduro y la burocracia del PSUV que está hundiendo la revolución bolivariana que lideró Chávez. Cuba se ha convertido en un garante de la estabilidad capitalista en la región, como lo demostró su mediación en el acuerdo de paz entre las FARC y el genocida Santos en Colombia. Son garantes de una estabilidad que lleva indefectiblemente al ahogo de la revolución socialista y por ende a ser agente de la restauración capitalista en la isla.
Pudiendo haber sido la dirección que encabezara la revolución socialista latinoamericana, como anhelaba el Che Guevara, la dirección comunista cubana consolida una burocracia que maniató la fuerza de esa gran revolución. Y todo lo que no avanza, retrocede.
Las nuevas generaciones de cubanos tienen el desafío de recuperar el espíritu de la mayor gesta de las masas latinoamericanas: la Revolución Cubana.
Gustavo Giménez
1. ¿Qué Hacer?, junio 1960, citado en el prólogo de Carlos Miranda al texto Che Guevara héroe y mártir de la Revolución Permanente, de Nahuel Moreno.