Otra vez la dura realidad de las mujeres se nos hace carne. Otra vez tenemos que salir a enfrentar las injusticias que provoca el patriarcado sobre nuestras vidas, nuestros cuerpos, nuestras sexualidades y nuestra libertad.
El 26 de octubre del año pasado le tocó a Analía “Higui” Dejesús. Tal vez su nombre nos suene un poco. Escribiendo esta nota, me corre un escalofrío. Ese día, Higui había ido a visitar a un amigo en el Barrio Mariló, de Bella Vista, en el conurbano bonaerense. Allí había acumulado antecedentes de violencia por parte de algunos energúmenos, a raíz del gran “pecado” de ser mujer y lesbiana.
Higui sabía que tenía que esperar a que los vecinos de la casa de adelante se fueran para poder entrar o salir de la casa de su amigo, pues si la veían tenían la costumbre de agredirla. Ese día, que no fue distinto a los demás, esperó hasta que escuchó que se iban y salió. Pero esta vez se escondieron y de manera premeditada esperaron a que salga para atacarla. No eran dos o tres tipos, sino diez…
Todxs nos podemos imaginar qué le dijeron “Sos una tortillera, sos una puta”, “Te voy a hacer sentir mujer”, “Te vamos a empalar, tortillera”. Pero la cosa no quedó ahí. Como insultarla no fue suficiente, le dieron una paliza: trompadas, patadas en el suelo, hasta que uno de esos cobardes intentó violarla. En ese momento ella sacó un cuchillo, que llevaba habitualmente por miedo, se lo clavó al atacante en el pecho y éste cayó muerto. Los demás siguieron golpeando a Higui hasta que perdió el conocimiento.
La primera intervención la hace una patrulla del COM (Centro Operaciones Municipales), que la despierta. Poco después, personal de la Comisaría 2ª de San Miguel la lleva detenida. Por supuesto, de la policía Higui no recibió más que agresiones, provocaciones e insultos. Ni qué hablar de brindarle atención médica, pese a estar magullada y ensangrentada. Esa atención llegó recién una semana después, cuando la trasladaron a un destacamento en San Martin.
Desde hace más de cinco meses Higui está detenida, con prisión preventiva y con una causa penal por “homicidio simple” en la UFI N° 25 de Malvinas Argentinas. Solidariamente, asumió su defensa la abogada Raquel Hermida. Pero sus agresores siguen impunes y libres, sin siquiera una investigación judicial.
Una vez más la experiencia nos demuestra que para las mujeres, más si son lesbianas y pobres, la justicia no está en los juzgados sino en la calle, con todxs nosotrxs juntxs, organizadxs y en alerta.
Sumate a la campaña de Juntas y a la Izquierda y el MST por justicia, libertad y absolución para Higui. Junto a sus familiares y a otras organizaciones, integramos la Comisión Justicia por Higui que funciona en San Miguel. Y que los responsables y cómplices lo sepan: vamos a seguir por el castigo a los culpables y hasta que el capitalismo y el patriarcado caigan juntos.
Catalina Coles