En las últimas semanas la tensión por la agresión yanqui a Corea del Norte y su respuesta a ésta por parte del gobierno dictatorial de Kim Jong-un ha ido en aumento. Si bien la guerra nuclear no es la política de EEUU, su juego de presiones militares y sanciones económicas es muy riesgoso y pone en vilo a todos los habitantes de la región.
Primero fue el envío de una flota estadounidense para realizar maniobras conjuntas junto a Corea del Sur como amenaza para que Corea del Norte termine con su plan de desarrollo armamentístico. Después el despliegue del sistema anti misiles THAAD en Corea del Sur, contra la posición de China y Rusia ante este avance militar estratégico de EEUU en esa área del mundo.
El lanzamiento de un misil norcoreano con capacidad de alcanzar las costas de Alaska, produjo la petición de EEUU de sanciones económicas por 1.000 millones de dólares ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Sanciones aprobadas en acuerdo con China y Rusia, los viejos aliados de Corea del Norte.
Siguió como respuesta la amenaza del régimen norcoreano de bombardear la base norteamericana de la isla de Guam ante el inminente desarrollo de maniobras militares en las fronteras coreanas y la amenaza de Trump de responder “con fuego y furia como nunca antes se vio”.
Finalmente y cuando la tensión llegaba a uno de sus puntos máximos en los últimos años, el régimen totalitario coreano dio marcha atrás y llamó a un compás de espera… hasta el próximo lunes en que se iniciarán las maniobras militares conjuntas. En tanto, Pence, el vicepresidente norteamericano en su gira latinoamericana intenta, por ahora sin éxito, que los gobiernos amigos rompan relaciones diplomáticas con Pyongyang.
Alarmados por el nivel de enfrentamiento, desde la canciller alemana Ángela Merkel, pasando por el gobierno ruso y por el gobierno chino (principal socio comercial y abastecedor de Corea del Norte), ha habido un coincidente llamamiento en resolver el conflicto por la vía “diplomática”.
Lo cierto es que el dominio del mundo por EEUU y las grandes potencias no puede permitir la entrada en el club nuclear de un país independiente, no controlado por ellas. Y por eso atacan, a un país, que independientemente de las diferencias que tengamos con su régimen político, tiene el derecho soberano a su defensa y más contra la agresión del principal terrorista del mundo, que mantiene formalmente la guerra iniciada en 1953, el gobierno yanqui encabezado por Donald Trump.
¡Fuera las tropas y armada imperialista de la península coreana!
¡Basta de sanciones económicas contra Corea del Norte!
Gustavo Gimenez