La lucha se libra en todos los frentes. Restaurar contra toda oposición, la idea de cambio social, de revolución y cultura militante. La burguesía tiene agenda para los jóvenes. Hay que trazar nuestro itinerario de lucha (de causas, de calle), rebelión y construcción política. Así estamos.
La ofensiva del capital contra la juventud es planetaria y se materializa principalmente en tres medidas: la “reforma laboral” (a lo Macri/PJ/CGT), que aumenta la duración de los contratos, la flexibilidad laboral y sepulta la negociación colectiva; en simultáneo, se retrasa la edad de jubilación y por tanto, en esas condiciones, se dificulta más todavía encontrar un trabajo digno. Y finalmente, la mercantilización de la educación pública, que apuesta por la rentabilidad privada, y no por la formación y el conocimiento para la crítica social, para la libertad. Universidad de élite, campo de entrenamiento laboral y fábrica de precarizadxs con su consecuente derivación de decadencia en la formación profesional. Las consignas capitalistas son: flexibilizar, mercantilizar y formatear ideológicamente.
En paralelo el despliegue represivo se ensaña con la juventud. Y esa orientación se traduce en radicalización política como una irreversible tendencia. La lucha democrática por justicia para Maldonado y Rafael Nahuel; las jornadas anti-reforma previsional y los cacerolazos con perfume a 2001 de los últimos días, tuvieron un relevante protagonismo juvenil. El cuadro de fondo es la confrontación sobre la salida de la crisis orgánica del sistema capitalista también en Argentina. Ellos o nosotrxs, no hay tercera vía.
Desobediencia en clave internacionalista y obrera
Los ataques contra la juventud integran una agenda internacional de la burguesía que persigue un propósito explícito: garantizar rentabilidad y domesticación política del más sensible y revoltoso de los grupos sociales. En simultáneo se internacionaliza como tendencia la respuesta de ese colectivo social: desde Palestina incubando una nueva Intifada; a Chile con la rebelión permanente contra los herederos del pinochetismo y el estalinismo. Desde Paraguay y Honduras al corazón del imperialismo yanqui con lxs negrxs de “Black Lives Matter” (Vidas Negras Importan). De Francia a Cataluña y el agite en los CDR; del estudiantado en Sudáfrica a las calles de Buenos Aires. Así se activa una generación de recambio que polariza frente a los gobiernos de castas y corporaciones. Es fundamental limar los contornos de estos contingentes y potenciar la radicalidad, la autoorganización, la indignación contra el orden de los patrones y una comprometida predisposición internacionalista. Apasionarse por las luchas de la clase obrera y los pueblos del mundo, también tiene que ser una bandera con perfume a Mayo Francés y Cordobazo en el siglo XXI. En eso estamos, a full, conscientes.
Porque nos robaron tanto, ahora queremos todo
La ilusión frustrada de muchxs con el posibilismo de la década pasada, el ascenso del macrismo como derecha política al gobierno, instala una agenda de la resistencia como centro. Y aunque el punto de partida es resistir, con un frente único como perímetro político y la movilización como método, no nos resignamos y anticipamos un nuevo momento, de ofensiva, de relaciones de fuerza a favor, nos movemos con una hipótesis estratégica: vamos a nuevos argentinazos, a nuevos 2001. Por lo tanto, protestar es decisivo, condición necesaria. Pero proponer salida por izquierda es prioridad, para machacar en la lucha de ideas y clarificar, para dar pelea contra todas las variantes de escepticismo: desde los que gobernaron y ahora responsabilizan al pueblo “que no daba”, hasta la versión izquierda del mismo fenómeno perjudicial. Nos referimos al FIT que tapona la vitalidad de la izquierda, que mutila su potencialidad de influencia masiva porque limita su proyecto a la autopreservación testimonial, a contar con algún diputado como máxima aspiración concreta. Estamos para mucho más en la izquierda si hay unidad. Y tenemos un conjunto de causas por las cuales luchar rabiosamente:
- Para garantizar pleno empleo y tiempo libre, dos medidas: reparto de las horas disponibles, jornada reducida de 6 horas y salario equivalente al costo de vida
Priorizar lo público como derecho social. Educación con presupuesto suficiente, en base a eliminar los subsidios que se le otorgan a las privadas y no pagar la deuda externa - Democracia y soberanía básicas: legalizar aborto y marihuana, urgente
Contra el oscurantismo medieval, separar la Iglesia del Estado. Eliminar subsidios
Libertad, igualdad y derechos para todas las formas de disidencia sexual
Integrar el ecosocialismo, como respuesta radical a la crisis socioambiental
Implacables contra el patriarcado como institución y el machismo como ideología. Entonces, socializar los cuidados, revolucionar la educación con perspectiva de género - Desmantelar las castas, burocracias y camarillas: en el Estado, los sindicatos, en la justicia y obviamente, en la universidad. Abolir privilegios materiales, incorporar la revocabilidad y una ética básica de usar todo lo público. Que todo se decida por la base, de abajo hacia arriba
- Fijar como estrategia un gobierno de los que nunca gobernaron y de perspectiva latinoamericanista e internacional
Tienen el poder y lo van a perder
La crisis capitalista se desenvuelve con ritmo desigual, pero incesante. Pronosticamos nuevas revoluciones. Esto supone explosiones sociales, independientes de aparatos y mandamases. Pero con todo lo que tiene de positivo esa irrupción multitudinaria que disloca los planes burgueses y plantea oportunidad de otro rumbo, hay que asumir que la construcción de una sociedad nueva, alternativa, requiere preparación. No es cosa de improvisados, ni de amateurismo. La revolución necesita especialistas de esta lucha, de esta pasión. Y para eso organización colectiva, partido revolucionario. Pero no partido de cualquier naturaleza: sí de lucha, con su estructura de equipos militantes con jerarquías por responsabilidad y compromiso con las causas que explicamos más arriba. Funcionamiento con deliberación democrática para decidir y centralización para actuar con energía concentrada en la lucha política y de clases. Una fuerza de miles de militantes diseminados en fábricas, universidades, colegios y barrios. Un ejército de rebeldes, socialista, obsesionado con destituir el gobierno burgués de turno y desmantelar el poder capitalista, su economía de rapiña, su régimen político de privilegiados, sus relaciones de opresión variadas. Ahora es Macri el oponente inmediato y toda la camarilla de colaboración que lo sostiene. Queremos hacer grande el MST, para ser una imparable organización que impulse este proceso hacia adelante. Que luche por unir a la izquierda. Que sea implacable con la otra trinchera. Por eso, hay que militar en este partido. Por lo grandioso de su proyecto, por lo jugado de su propósito.
Mariano Rosa