La convocatoria al 2121F, lanzada inicialmente por el moyanismo, aceleró la crisis de la CGT, le dio el golpe de gracia al fracasado triunvirato y puso al borde de la ruptura a la central.
Los Gordos alineados con Daer (Sanidad), su hermano Rodolfo (Alimentación) y Cavalieri (Comercio) hicieron rancho aparte. También los “Independientes” -Gerardo Martínez (UOCRA), Andrés Rodríguez (UPCN) y José Luis Lingeri (Aguas)- así como Caló (UOM) y Fernández (UTA) y dirigentes ferroviarios, amenazan con el portazo. En todo caso, la marcha aparece como el capítulo culminante de una crisis más que anunciada.
Un largo raid de traiciones
La bancarrota de la burocracia sindical es multicausal. Tiene que ver con los matices entre los sectores empresariales con los que transan en cada gremio y con rencillas motivadas en disputas por la rapiña. Hoy los dos factores fundamentales del desbarranque burocrático son por un lado la feroz crisis que atraviesa el PJ, por su ligazón estructural con los jerarcas pejotistas, y por otro la bronca y desazón en la base obrera hacia las cúpulas sindicales.
Desde que subió Macri, pusieron la flamante unidad cegetista al servicio de ser una obediente pata sindical de apoyo al ajuste. Y fracasaron. Por más que dejaron correr miles de despidos y suspensiones, amagaron y levantaron medidas y hasta le pusieron la firma a la ley ómnibus de la fallida reforma laboral, no pudieron frenar la resistencia obrera, que hasta les arrancó un paro nacional y los obligó a huir de su propio acto como ratas por tirante.
El desgaste político de Macri también debilita los acuerdos con la burocracia. Por eso los aprieta con denuncias y detenciones de los personajes más marginales, como el Caballo Suárez o el Pata Medina, para amedrentar al movimiento obrero y disciplinar a los muchachos díscolos del staff cegetista. A su vez, el triunviro Acuña acusa al triunviro Daer de “defender a los patrones” y “ser un carnero” ante la bajada de este último de la convocatoria del 21F.
Esta pelea en las alturas refleja un problema mucho más profundo. El gobierno macrista, en su afán de aplicar el ajuste, motorizó el proceso de desgaste cegetista y de la burocracia sindical de conjunto. Con ello deteriora a una de las patas fundamentales del inestable régimen político nacional, bastante destartalado luego del Argentinazo de 2001.
La necesidad de una nueva dirección
A medida que la crisis se pone al rojo vivo crece la preocupación en el gobierno y las patronales, reflejada también en los grandes medios. Temen que los nuevos activistas y dirigentes que maduran en los conflictos, y en los que la izquierda tiene un peso creciente, ganen mayor terreno. Fiel a su estilo, Luis Barrionuevo se sinceró en el programa de Mirtha Legrand: quejándose de las detenciones a dirigentes, preguntó si lo que querían era que “venga la izquierda”. Ahora se suma la voz de Acuña advirtiéndole a Daer de que “si no se va solo de la CGT lo van a echar los trabajadores”. En la misma tónica, tiempo atrás un dirigente de la UOM se quejó de la “zurda loca”.
Ladran, Sancho… Están tomando nota del proceso de recambio sindical que madura por abajo, repudia a los dirigentes vendidos y brega por un nuevo modelo democrático. Nuestra agrupación nacional ANCLA es parte de esta camada combativa que se propone desalojar a la burocracia y avanzar hacia una nueva dirección clasista y para la lucha.
César Latorre y Guillermo Pacagnini