Una cuentita en Andorra. «La isla de Gilligan», famosa serie de culto de los años sesenta, desarrollaba en clave de comedia, las peripecias de unos náufragos vip en una isla de fantasía. Bien vale la comparación, aunque el Gilligan de Macri no sea cómico sino un fantoche ricachón que destapó otra olla podrida de corrupción en este gobierno de ricos para ricos. El sector en el que más se siente el deterioro del gobierno es en la clase media, fuente de su propia base social. Cambiemos le debe gran parte del apoyo que consiguió en los sectores medios a su pretendido perfil de paladín contra la corrupción. El escándalo de Triaca y el hecho que el gobierno lo siga sosteniendo le ha costado caro. Y ahora salta que el subsecretario general de la Presidencia, Valentín Díaz Gilligan, tiene una cuenta bancaria en Andorra con 1,2 millones de dólares, que no había declarado. Marcos Peña y otros ministros salieron a respaldarlo; Mario Negri, jefe del interbloque de Cambiemos en Diputados pidió su renuncia. Terminó renunciando. El affaire mostró que a pesar de la unidad que intentaron mostrar hacia afuera desde un nuevo retiro espiritual realizado en Chapadmalal, dentro el gobierno crecen las disputas y se profundizan opiniones enfrentadas sobre cómo salir del lío.
¿Y la marcha PRO? La «marcha» que sectores afines al gobierno citaron para el 17F fue un rotundo fracaso. Los grandes medios la ignoraron, intentando disimular el papelón, y en las redes abundaron las burlas a fotos de la pequeña congregación en el Obelisco. No faltaron los contrastes con la marcha PRO de abril del año pasado que, aunque representaba un sector minoritario, había logrado movilizar a algunos miles. Es otra señal del mal rumbo que ha tomado el gobierno, igual que las puteadas a Macri por parte de las hinchadas de San Lorenzo, All Boys y River. Hasta el Wall Street Journal sacó una nota poniendo en duda que el presidente termine su mandato.
No pega una. Macri lleva dos años de gobierno y tiene poco que mostrar. A los trabajadores y sectores populares que logró convencer que podía ser algo mejor que el gobierno anterior, ya les demostró con claridad que les mintió descaradamente. Pero a los empresarios a los que pretendía realmente ayudar, tampoco les ha logrado solucionar nada. No ha podido frenar la inflación ni controlar el dólar; los despidos, tarifazos y recortes que ha logrado imponer no han alcanzado para bajar el déficit fiscal; pagó un alto costo político con la reforma previsional y tuvo que suspender la reforma laboral, pieza central de las exigencias empresariales.
Sigue tirando de la cuerda. Macri tuvo que recalcular su plan luego de las jornadas de diciembre. Pero no tiene un claro plan B. Ergo, sigue tensando la cuerda con el ajuste. A pesar de las fuertes luchas que lo enfrentan, aún no retrocede con los despidos. Aunque la inflación del 1,8% de enero proyecta una anual superior al 20%, y el dólar superando los $20 indique una tendencia a que aumenté aún más, el gobierno insiste en cerrar paritarias por debajo del 15%.
Burocracia resquebrajada. La presión de la movilización por abajo y la ofensiva judicial contra algunos burócratas por arriba están quebrando la CGT del triunvirato. Demostrando su compromiso con el gobierno, la mayoría de los dirigentes cegetistas se abrieron de la movilización que impulsaron los Moyano el 21 de febrero contra los despidos y el ajuste -y en alguna medida como muestra de fuerza contra las causas por corrupción que le acechan. El triunviro Juan Carlos Schmid -ligado a Moyano- ya dejó en claro que «este ciclo (el del triunvirato) está agotado».
Tomemos la lucha en nuestras manos. La masividad de la movilización del 21 de febrero demuestra una vez más que sobran fuerzas para luchar. Lamentablemente, Moyano balbuceó un discurso defensivo y autorreferencial, sin propuesta más que «votar bien en 2019». Todos los oradores criticaron al gobierno pero no llamaron a ningún paro ni plan de lucha para que las fuerzas de miles movilizados no queden en la nada. La nota fuerte el 21 la aportó la enorme columna independiente de la izquierda y el clasismo encabezada por el Hospital Posadas. Fruto del encuentro nacional realizado el 17 de febrero en el Posadas, demuestra que la coordinación y la unidad de la izquierda y el clasismo es el camino para unificar y encauzar las luchas.
Mientras tanto, en el PJ. El peronismo está inmerso en una rosca endogámica con miras a 2019. Los Moyano se reconcilian con los Kirchner. Capitanich busca reconciliar a Massa con los demás. Ya no hay traidores, ya no importa si ayer unos votaron la reforma previsional o no. Sólo parace importar tejer la unidad y buscar un candidato competitivo. Eso sí, la unidad contra Macri es para 2019, no para enfrentar sus medidas hoy en la calle. Y la unidad contra Macri es, creelo o no, con los que pactan esas medidas con el gobierno. Nosotros opinamos distinto.
Unir a toda la izquierda, la tarea. La unidad lograda en el Encuentro del Posadas el 17 que juntó a las principales luchas en el país logró coordinar la columna independiente del clasismo y toda la izquierda en la marcha del 21. También tomó un paso importante hacia poner en acción el plan de lucha que las direcciones burocráticas se niegan a realizar, con la jornada de lucha nacional del 28 de febrero. Trasladar esa unidad al plano político significaría un gran avance hacia una alternativa política independiente y de izquierda para disputarle en serio al PRO, al peronismo y demás opciones capitalistas. Por ese objetivo trabajamos a diario en el MST, y te invitamos a sumarte.