Durante 9 días los camioneros del país vecino cortaron las rutas más importantes y fueron paralizando toda la actividad económica en protesta por un aumento desmesurado en el precio del diesel. Luego salieron al paro los petroleros contra la privatización de Petrobras y el aumento del combustible. Temer y su régimen corrupto, pese a haber autorizado al ejército a desbloquear las rutas, sufrieron un gran golpe y tuvieron que retroceder.
Petrobras, el gigante petrolero estatal, se mueve como si fuera una empresa del sector privado. En consonancia viene aumentando el valor de los combustibles, diesel, gas de cocina, etc., al ritmo del aumento de los precios internacionales del petróleo, que no paran de subir, importando una cuota importante del mismo. En un país que está asentado en un mar de petróleo y que posee refinación propia. ¡En un año los precios aumentaron el 50%!
Esto llevó a medio millón de camioneros a declarar la huelga y realizar más de 500 piquetes. En un paro heroico, le torció el brazo al gobierno neoliberal de Temer, obligándolo a cambiar parte de su política petrolera, reduciendo el precio del combustible, manteniéndolo congelado durante dos meses, disminuyendo el costo del peaje y garantizar la refinación local de una gran parte del volumen de diesel importado.
El presidente de Petrobras, Pedro Parente, representante de las grandes corporaciones financieras internacionales, acaba de renunciar y ser reemplazado.
Un triunfo con gran apoyo popular
Una de las claves para el triunfo de la huelga camionera fue que contó con una enorme simpatía de la mayoría de la población cansada de los ajustes del gobierno. Un apoyo importantísimo si tenemos en cuenta que sobre los sectores populares recayeron las mayores penurias provocadas por el desabastecimiento que produjo la medida.
La protesta fue de tal magnitud que si hubiera empalmado con un paro general habría herido de muerte al actual impopular e ilegitimo mandatario. Si esto no ocurrió fue por responsabilidad del PT y la CUT que se negaron a convocarlo, con distintos argumentos, y que intentan canalizar toda la crisis hacia las elecciones de octubre próximo.
En la otra punta, se ubicaron los grupos sectarios, que como el MRT, partido hermano del PTS argentino, se negaron a apoyarlos diciendo que la medida era un lock out patronal, partiendo de una media verdad: al comienzo empujaron la protesta las grandes patronales del sector. Argumentaron que los subsidios con que se va a frenar el alza del combustible van a ser pagados por toda la población y señalaron que algunos sectores camioneros llamaron a la “intervención militar”.
Los camioneros son un sector de trabajadores cuentapropistas en su gran mayoría. Obligados a endeudarse para hacerse de una herramienta de trabajo a autoexplotarse trabajando jornadas de 12 hs. muy flexibilizadas para igualar el nivel de vida de un trabajador calificado. La patronal los abandonó a los pocos días de empezar la medida, con la primera respuesta parcial del Temer a las demandas que los involucraban.
Su lucha contra el aumento del diesel, aunque parcial, recogía el descontento y el reclamo de todos los brasileros contra el aumento de los combustibles y el encarecimiento de los productos de consumo que dependen del transporte. El hecho de señalar que los subsidios volcados para evitar que suba el precio del diesel los van a pagar otros sectores de la población, en la Argentina sería aceptar el discurso de Macri que chantajea que si no aumenta las tarifas va a tener que reducir otras partidas sociales.
El desprestigio de los políticos tradicionales, la grave crisis política y económica, las traiciones de la vieja dirección petista y las dificultades para construirse una alternativa que ocupe su lugar, generan que haya sectores que puedan ser confundidos por partidarios de una “salvadora” intervención militar. Estos fenómenos contradictorios, no pueden de ninguna manera confundirse con los objetivos y el rol altamente progresivo del movimiento.
Se profundiza la crisis de Temer y de todo el régimen político
Ya Temer ha renunciado a su candidatura a presidente y sobrevive gracias al apoyo de las multinacionales y los partidos del régimen. Lula, el candidato con mayor intención de voto, acaba de lanzar su candidatura con un pobre apoyo en las calles del PT, sigue preso injustamente. Ningún candidato “potable” se le acerca. El ultraderechista Bolsonaro sigue avanzando en las encuestas, reflejando la polarización en curso. Las importantes caídas de la bolsa brasilera luego del conflicto están reflejando esta situación de crisis.
Desde el MST que apoyamos en Brasil al PSOL como una herramienta política que plantea una alternativa unitaria de la izquierda al viejo régimen político en bancarrota, sostenemos que la lucha de los camioneros ha puesto al orden del día la necesidad de una huelga general para derrotar a Temer y su plan de ajuste, impedir la privatización de Petrobras, Electrobras y Correos. Derrotar la reforma laboral, las tercerizaciones y la reforma previsional.
Es necesario parar la creciente represión y militarización del país, responsable del asesinato de la concejal del PSOL, Marielle Franco, en Río de Janeiro. Enfrentar al proceso electoral viciado y llamar a una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, que reorganice el país sobre nuevas bases y tome las medidas democráticas y anti capitalistas que tanto necesita el pueblo de Brasil.
Gustavo Giménez