Ni la justicia patriarcal ni los grandes medios de comunicación le perdonaron a la joven Nahir el simple hecho de ser mujer.
En este caso concreto no estamos hablando de inocencia, sino de la evidente desigualdad de poder con que las instituciones del sistema tratan siempre al género femenino.
Nunca fue tan rápida la descalificación mediática, ni la elevación a juicio oral ni la dura y ejemplar sentencia que recibió: por primera vez una menor de 20 años va a perpetua.
Nunca fue tan rápidamente desestimada la violencia de género que ella padecía, como un componente indudable de esa relación de noviazgo.
Una vergüenza, que nos enoja pero que nos fortalece para seguir luchando contra este sistema patriarcal y capitalista.