Son 357 despidos sobre una planta total de 878 trabajadoras y trabajadores: un verdadero desguace, promovido por el gobierno macrista. Es necesario defender todos los puestos de trabajo y también el rol integral de la agencia nacional de noticias.
El 2 de julio estuvimos con Vilma Ripoll en la conferencia de prensa que dieron las y los compañeros de Télam en la sede administrativa de Avenida Belgrano 347. Ya la semana anterior habíamos estado con Alejandro Bodart y con ella llevando nuestra solidaridad a otras asambleas, tanto allí mismo como en la sede periodística de Bolívar 531, ambas ocupadas pacíficamente por el personal en lucha.
El lunes 2, el salón Rodolfo Walsh estaba repleto de trabajadores de la agencia, periodistas de otros medios y muchas presencias solidarias, como las de Norita Cortiñas, Sergio Maldonado, Héctor Recalde y Néstor Pitrola. Como bien lo explicaron las delegadas y delegados de Sipreba y Sitrapren, los dos sindicatos que agrupan al personal, el conflicto es trascendente no sólo por la cantidad de despidos sino porque afecta el derecho a la información y la libertad de expresión.
Qué es Télam y qué hace
Fundada en 1945 bajo el primer gobierno peronista, Telenoticiosa Americana (Télam) nació en contraposición a la hegemonía informativa de las agencias norteamericanas United Press International y Associated Press.
Empresa mixta en sus inicios, en 1968 pasó a ser una sociedad estatal. En 1994 Carlos Menem intentó cerrarla. No pudo, pero le recortó el manejo de la publicidad oficial. En el 2000 Fernando De la Rúa volvió a la carga contra el área de publicidad, a manos de Rodolfo Pousá, el mismo funcionario que ahora como presidente de Télam lleva adelante estos despidos y este nuevo plan de vaciamiento.
Única agencia periodística de alcance federal, Télam es además la segunda del mundo en castellano después de la española EFE. Tiene un portal online siempre actualizado, 27 corresponsalías en todo el territorio nacional y emite 500 despachos diarios en tres formatos: escrito, radial y televisivo. Tenía un reporte nacional -con suplementos literario, deportivo, tecnológico e infantil- y dos páginas web en inglés y portugués, lo cual junto a las emisiones de radio fue todo cerrado por la actual gestión macrista.
Aparte de su rol informativo cotidiano a nivel nacional, Télam mantiene uno de los principales archivos fotográficos del país y realizaba una tarea clave: el control de la pauta publicitaria oficial. Es decir, en qué medios de comunicación y en qué magnitud gastan en publicidad el gobierno y sus organismos. Este contralor es decisivo para que no haya, como desgraciadamente suele ocurrir, favoritismos o castigos económicos según la afinidad de tal o cual medio de comunicación con el poder político de turno.
La guadaña macrista
Pues bien, la guadaña del gobierno macrista va por Télam. Como bien dicen los compañeros, “los nuestros son los primeros despidos después del pacto con el FMI”. En realidad esto es parte de una ofensiva generalizada contra todo el sistema de medios públicos -integrado por Télam, la TV Pública y la Radio Nacional-, cuyo titular es Hernán Lombardi. Al ajuste en los medios públicos se suman conflictos en el sector privado, como el de Radio Rivadavia por despidos, y el año pasado inclusive cerró la agencia de noticias DyN. En varios canales de televisión y grandes diarios, a su vez, se profundizan las medidas de precarización laboral.
En el caso de Télam, la patronal mandó muchos telegramas de despido, a otros en cambio les envió un hipócrita mail de bienvenida a la “nueva Télam” mientras otros compañeros y compañeras quedaron en un limbo de incertidumbre, sin recibir ni uno ni otro. Como si esa perversidad fuera poca, varios de éstos últimos se enteraron de su despido… ¡al ver acreditada la liquidación final en su cuenta salarial bancaria!
Está claro que si echan a casi la mitad del personal se desnaturaliza por completo la función integral de la agencia. Por ejemplo, hasta ahora ya han cerrado 6 de las 27 corresponsalías, de seis personas que trabajaban en las redes sociales sólo queda una y de 12 que hacían infografías también apenas resta una sola.
En declaraciones públicas tratando de justificarse, Pousá sostuvo que las y los compañeros despedidos “se sumaban a las medidas de la CGT y la CTA” y que “formaban parte de un sector que decidió mantenerse con un perfil muy ideológico”.
Más claro, echale agua: el gobierno de Mauricio Macri pretende tener en Télam sólo gente que agache la cabeza y no piense. Intenta así profundizar su blindaje mediático justo al mismo tiempo que profundiza la aplicación de su plan de ajuste tras el acuerdo con el FMI. En paralelo a este ataque al pluralismo, la distribución de la pauta publicitaria oficial, que alcanza a unos $ 8.000 millones al año, pasó a ser controlada nada menos que por la Jefatura de Gabinete. Es otra ridiculez completa que perjudica la libertad de expresión, ya que ningún gobierno se controla a sí mismo.
Medidas y unidad de acción
Como hemos dicho más arriba, las y los compañeros de Télam están ocupando ambas sedes desde el inicio del conflicto. En asambleas deciden todos los pasos a seguir, han realizado presentaciones legales y constantemente reciben numerosas muestras de solidaridad de sindicatos, partidos y organizaciones sociales.
El martes 3, Lombardi debía ir a Diputados a la Comisión de Legislación del Trabajo a dar explicaciones sobre los despidos en Télam, pero nueva y vergonzosamente pegó el faltazo.
El jueves 5 al mediodía las y los compañeros de Télam marchan desde el Obelisco hasta el Centro Cultural Kirchner, sede en donde se refugian los ajustadores Lombardi, Pousá y otras autoridades de la agencia. Los trabajadores de la TV Pública, Radio Nacional y de otros gremios de prensa acompañan la movilización. Lo mismo hacemos desde el MST y otras organizaciones, con la convicción de seguir uniendo fuerzas hasta lograr la reincorporación de todos.
Nuestras propuestas
En 2009, el gobierno K impulsó la ley de medios “para que se escuchen todas las voces”. Pero incumplió en el otorgamiento del 30% de las licencias a los medios comunitarios y alternativos, mientras benefició con pauta publicitaria a sus medios afines luego vaciados, como Radio América y el Grupo Veintitrés, entre muchos otros.
Con Macri y sus decretazos hubo un marcado retroceso: creó un Ministerio de Comunicación, intervino el AFSCA y el organismo de control AFTIC, permite la multiplicidad de licencias para favorecer a los multimedios amigos como el Grupo Clarín y acaba de avalar la fusión de Telecom y Cablevisión.
Para garantizar la pluralidad informativa y de voces, el Estado debe distribuir las licencias de radio, TV y el papel de imprenta, pero bajo el control de una comisión integrada democráticamente por representantes del personal de los medios y las organizaciones sociales.
A la vez, está bien -como lo plantea un reciente proyecto de ley- que el director de Télam sea designado por concurso y que haya algún control parlamentario sobre la pauta oficial, pero con eso no alcanza: la única garantía de ejercer una fiscalización genuina de la información, la comunicación y el gasto estatal en publicidad son las y los trabajadores.
Pablo Vasco y Vanesa Gagliardi