En notas anteriores ya señalamos que el debate en Senadores es la etapa más difícil debido al fuerte carácter conservador que identifica a dicha cámara. Si hablamos de números de cara a la votación de la ley de aborto, diferentes medios aseveran que se encontraría muy pareja, con una decena de indecisxs.
Con el debate iniciado hace más de una semana, tuvimos que escuchar exposiciones absolutamente falaces, que rozaban la ridiculez. Una de ellas fue la de un urólogo, en torno al supuesto costo de la implementación del derecho al aborto. Según él, el Estado “gastará” más de 1.600 millones de pesos anuales. Su cálculo fue grosero: 500 mil abortos, por 3.343 pesos que cuesta cada misoprostol, más 150 mil internaciones…
Pero es una chantada triple. Primero, porque esa cifra de abortos es la que siempre los anti-derechos ¡y hasta él mismo! cuestionaron. Segundo, porque ese precio del misoprostol es el del laboratorio privado Beta en una farmacia, pero su producción pública abarataría cualitativamente el costo. Y tercero, porque las internaciones son 60 mil hoy, con el aborto clandestino, pero la legalización las reduciría casi a cero.
Como contracara de las pavadas sobre “tráfico de órganos de fetos”, otras expositoras dijeron verdades rigurosas. La ex senadora María Eugenia Estenssoro señaló: “Desde que comenzó el debate en el Congreso, la Iglesia declaró la guerra.” Y la jurista Nelly Minyersky, de 89 años, bisabuela, agregó: “Acá se escucha cada cosa que parecería que estuviéramos en el siglo XIX… No tengan miedo, la ampliación de derechos no obliga a nadie a abortar. En cambio quienes se oponen sí intentan imponer su postura y obligan a las mujeres a tener hijos. Los embarazos forzados son tortura.”
Además del Senado, las provincias también son territorios de disputa. En este sentido, a las declaraciones “pro-vida” de provincias como Corrientes o Misiones se suma el pedido del colegio médico de Córdoba para incluir la objeción de conciencia, como ya fuera solicitado por algunas clínicas privadas. Otros senadores, caraduras, ponen la excusa de los escasos recursos de sus hospitales ¡como si ellos no fueran responsables! Si imponen esos cambios perjudiciales obligarían al retorno de la ley a Diputados, y allí requeriría dos tercios a favor para aprobar el texto original. Por eso el Senado debe aprobar la ley tal y como está.
En el marco de una Iglesia Católica que avizora el fin de sus privilegios, ella y los antiderechos están activando con mayor firmeza. Por eso nuestra única garantía es ampliar la movilización, ya que fuerza entre las mujeres hay de sobra. ¿Nuevos ejemplos de esta semana? Los pañuelazos en Salta, Grand Bourg, la UNPAZ, Moreno, Pergamino, Tucumán, ante varias CGT, el Hospital Austral y tantos otros en todo el país.
Hace falta ser cientos de miles y por eso organizarse hoy adquiere el carácter de urgente. Camino a la gran vigilia verde del miércoles 8 de agosto, vení al Senado con Juntas y a la Izquierda y el MST el 1º, día en que se emitirá el dictamen. Y desde todo el interior impulsemos la venida a Buenos Aires o hagamos pañuelazos ante las Legislaturas. ¡Que la ola feminista verde se lleve puesto al Senado y el aborto legal sea ley!