En las calles, en los lugares de trabajo y en las encuestas se siente cada vez más la fuerte caída de la imagen del gobierno de Macri. El peronismo, cómplice del ajuste, busca en simultáneo apoyar la gobernabilidad y mostrarse opositor con la mirada puesta en el 2019. Necesitamos una alternativa de lxs trabajadorxs.
Macri, en caída
La crisis cambiaria con su coctel de devaluación e inflación, el acuerdo con el FMI y la profundización de las políticas de ajuste han producido un fuerte retroceso en la imagen de Macri y su gobierno. Este proceso ya había comenzado en diciembre con la reforma previsional y las jornadas de movilización del 14 y el 18. El rápido desgaste del gobierno nacional ha generado fricciones dentro del gabinete y de la propia alianza que los llevó al gobierno.
Crece la bronca en las calles. La realidad de un ajuste con despidos, reducción del salario real, recortes en salud, educación y desarrollo social dista mucho de las promesas de la «revolución de la alegría». Es un gobierno ilegítimo que prometió en campaña que no iba a hacer exactamente lo que está haciendo.
PJ: con gobernabilidad «hay 2019»
Luego de las elecciones legislativas de 2017 y la repetición de la derrota de 2015 el peronismo parecía obligado a una larga espera para recomponer sus fuerzas. Sin embargo, de octubre del año pasado a hoy pasaron mucho más que 9 meses. El cambio en el escenario político que venimos describiendo dio por tierra con la idea de reelección asegurada para el 2019 y renovó las expectativas de un posible recambio.
Ante este escenario los distintos sectores del peronismo han comenzado a ensayar posibles escenarios para volver en 2019. Desde los dialoguistas hasta los que posan de «combativos», más allá de los matices o diferencias, coinciden en que la unidad es un paso necesario para abrir la hipótesis 2019. Este camino no es sencillo. No son pocos los que apuestan a encabezar la unidad, y proliferan las impugnaciones cruzadas.
No sólo los matices, rencores y rencillas de aparato obstaculizan este camino. La propia realidad política plantea desafíos difíciles de superar. Los gobernadores, un agrupamiento de peso territorial y político, que vienen acompañando las medidas de ajuste al tiempo que intentan negociar la dosificación del impacto en sus circunscripciones, están ante el complejo dilema de continuar siendo sostenes de la gobernabilidad y al mismo tiempo ser «opositores» sin quedar demasiado presos de uno u otro extremo. Una situación similar se les plantea a los bloques legislativos del peronismo federal y el massismo. El debate sobre el presupuesto 2019 será un momento de máxima tensión para estos espacios.
Por otro lado, el kirchnerismo también apuesta a fondo a la estrategia de unidad en el 2019. Así, apuesta también a la gobernabilidad. Aunque pose mas de opositor en el congreso, en las calles y los sindicatos es un factor clave para evitar cualquier tipo de desborde. El ejemplo de las treguas de Baradel con Vidal son una muestra clara de esta política. Cuentan a su favor con el caudal electoral que conserva Cristina fundamentalmente en la provincia de Buenos Aires, pero saben que hasta el momento resulta difícil un escenario de un peronismo unido detrás su candidatura. Algunos sectores del llamado progresismo también apuestan a este armado o proponen una gran interna de toda la oposición. Referentes de este espacio como Vicky Donda han expresado que ven positivamente una candidatura de Felipe Solá, lo cual trajo debate y lógicas posiciones contrarias en el seno de su propio armado.
Hay otro camino
Muchos de estos debates resuenan entre lxs trabajadorxs y el pueblo, entre quienes acumulan la bronca contra un gobierno que golpea cada vez más sus condiciones de vida. La idea de un «frente anti-Macri» puede parecer un camino posible para terminar con el ajuste. Sin embargo, es todo lo contrario.
En primer lugar, las políticas de ajuste las tenemos que derrotar hoy, no en 2019. Hay condiciones sociales y políticas para dar una gran pelea contra Macri, el FMI y todos sus cómplices y ganarla. Sobran fuerzas por abajo para luchar. El problema central son las conducciones sindicales y políticas. Apuestan al 2019, para eso necesitan garantizar hoy la gobernabilidad. Por eso pactan con el macrismo, convocan medidas aisladas para descomprimir y aíslan los conflictos que se desarrollan en las provincias. Se niegan a unificar y nacionalizar la lucha. Necesitamos unidad, sí, pero unidad de acción en la calle, en la lucha, sin esperar al 2019.
En segundo lugar, la idea de «todos contra Macri» oculta que muchos de los partícipes de ese frente son piezas fundamentales del engranaje de la gobernabilidad del ajuste macrista. Así, termina fortaleciendo a quienes son participes necesarios del ajuste. Mas allá de los matices, han demostrado que coinciden en lo esencial con el modelo del gobierno nacional y el FMI. Por eso es necesario construir otro camino. Hoy, más que nunca, necesitamos una alternativa política unitaria desde la izquierda, antiimperialista y anticapitalista, que se oponga a todas las variantes del sistema y levante el programa alternativo que hace falta.
Luis Meiners