La reaparición del FMI en la escena nacional gravita como el eje de la lucha de clases. Conocidas el viernes pasado las recomendaciones de ese organismo, se confirma un pronóstico: se prepara un plan de guerra contra el pueblo. La consumación del plan de ajuste en curso o su derrota por la lucha obrera y popular, va a determinar el curso del proceso político en el país. En esto, toda la izquierda de acuerdo.
El PTS dedicó millones de caracteres en su portal web a este tema. El FMI es un asunto de comentario político para esta corriente. Sin embargo, estuvo ausente y criticó todas las acciones de calle convocadas contra el acuerdo que encabeza Cambiemos. No solamente en las que se convocaron con una amplia unidad de acción antiimperialista, obligatoria para lxs revolucionarixs, sino también en la iniciativa del clasismo y la izquierda el pasado 12 de junio. Como escribimos en otro artículo de esta prensa: vimos pegados muchos afiches contra el FMI y con las figuras electorales del PTS. Sin embargo, al ajuste se lo derrota en las calles.
En la ola feminista, abstencionismo. En las universidades, sectarismo
Es un hecho inmenso el proceso feminista y disidente. Su alcance internacional está fuera de debate. Sin embargo, aunque Bregman dice que son la única fuerza que tienen el reclamo de aborto legal en su programa, Pan y Rosas (la agrupación feminista del PTS), no participa de los pañuelazos semanales de este movimiento y se integró muy recientemente a la Campaña por la Legalización del Aborto. En artículos y volantes, reitera una caracterización: el ascenso feminista es policlasista y de allí, en los hechos, deriva una posición abstencionista. El 13J en Diputados, su militancia fue un contingente pequeño que se concentró en cuidar un despliegue de gazebos y aparato sobredimensionado.
Por otra parte, el PTS activa en las universidades, igual que el MST. Nuestro centro es barrer de los Centros a la burocracia estudiantil y de las gestiones a las camarillas privatistas. Sobre esta base, se impone la más amplia unidad de la izquierda. El PTS nos veta políticamente y extorsiona a otras fuerzas contra nuestro ingreso. Infantilismo puro. La FUBA tuvo, en manos de PO y La Mella, serias limitaciones que criticamos. Pero el macrismo estudiantil la atacó, amañó un Congreso y la recuperó para Cambiemos. En ese proceso concentrado de disputa durante varios días, la juventud del PTS casi no participó, limitándose a criticar como espectador. Grave defección política.
Negación del frente único y oportunismo
Ante una dura ofensiva patronal y de los gobiernos, es obligatoria la unidad de la base obrera para enfrentarla. En el mismo sentido, como expresión incluso superior en el programa, la unidad del clasismo y la izquierda, para lo anterior y para recuperar sindicatos de manos de la burocracia. Con el PTS construimos en común el positivo Encuentro Nacional de Trabajadorxs en el Hospital Posadas a principios de este año. Después de esa positiva experiencia nuestro partido siguió insistiendo con la continuidad. El PTS la bloqueó y se negó. Nuestra insistencia al conjunto de la izquierda tuvo eco en otras fuerzas del FIT e impulsamos el Plenario del Sindicalismo Combativo en Lanús. El PTS no participó, forzando falsas polémicas para encubrir una realidad: su declive en el movimiento obrero y no contar con cargos de representación importantes. Como señalamos antes, tampoco reflexionó y participó de la jornada positiva del 12J contra Macri, el FMI y exigencia a la burocracia.
En el plano internacional también polemizamos fuerte. Este grupo critica al MST por ser «observador del SU», pero construye con el mandelismo un partido común en Francia. Cuestiona las tácticas de unidad que plantean fuerzas como las nuestras en Argentina, porque «la unidad es sólo entre trotskos», pero en Brasil solicita hasta la fatiga su ingreso al PSOL, formación que aloja reformistas variados. Es decir: la política de adaptación lugar por lugar, que es oportunismo en el orden internacional.
Las razones políticas de las inconsecuencias
Una primera razón global, es que el PTS razona con escepticismo sobre la etapa actual de la lucha de clases. Así como el oportunismo, frente a las dificultades para el socialismo y hacer partido, se concentra en izquierdizar reformistas; el sectarismo se abstiene de casi toda unidad para «autoconstruirse», salvo las electorales que puedan dar algún cargo como el FIT. Esto último tiene un complemento también polémico: la asimilación parlamentarista. Cuando apareció el cuerpo de Santiago Maldonado, el PTS militó intensamente para desmovilizar a la Plaza por pura especulación electoralera y evitar «espantar votos» de clase media a pocos días del comicio. Cuando el diputado burgués Lousteau fue escrachado con total justicia por un grupo de trabajadores, Del Caño se solidarizó con él y repudió la protesta. En fin: parlamentarismo al palo. Del oportunismo a la cerrazón hay milímetros. La lógica sectaria consiste en autopreservar la propia fuerza sin la «contaminación» de la unidad y exacerbar las diferencias. Esta concepción revela falta de confianza en la clase obrera -que en la lucha de ideas pueda sacar conclusiones y adherir a esa posición- y poca confianza en la propia fuerza, ya que traduce la prevención a perder la disputa con otras corrientes. El sectarismo perjudica todo el proceso de lucha de clases en el movimiento obrero, frustra activismo, traba posibilidades de recuperar sindicatos y colabora para dividir la izquierda. Tomado de conjunto complica los progresos para la izquierda e impide su desarrollo como alternativa con peso masivo. Dialécticamente, en una etapa con semejante debilidad en las fuerzas burguesas y la burocracia, al obstaculizar el fortalecimiento del anticapitalismo, opera como auxilio objetivo -en el campo de la izquierda- a la reacción política, a las fuerzas patronales. Todo un escollo objetivo.
Unir a la izquierda para un proyecto de masas
Nuestro partido razona y activa con lógica opuesta, leninista: unidad en las luchas para fortalecer las causas de la clase, el movimiento de mujeres, la juventud, sin dejar de criticar a aliados en esas convergencias episódicas. A la vez, se trata de ir consolidando la autoridad del programa y sus vocerxs socialistas frente a la base de otras corrientes. Confluir en unidades más permanentes con otras fuerzas de izquierda, colaboraría a quebrar la influencia de la conciliación de clases en el movimiento de masas y reforzar la perspectiva anticapitalista. De hecho, la revolución en Argentina tiene ese problema estratégico a vencer: la influencia peronista en el movimiento obrero. Por eso, cada avance práctico del MST, su fortalecimiento orgánico y político, aspira a esa contribución de fondo: el triunfo de las luchas, recuperar sindicatos y que las ideas socialistas, de un gobierno obrero y popular sean hegemónicas en la clase. Debates como estos son claves para reforzar un proyecto de alcance masivo desde la izquierda.
Mariano Rosa