Cristian Pity Álvarez, cantante de “Viejas Locas” e “Intoxicados” protagonizó un condenable episodio la semana pasada. Luego de estar un día prófugo, finalmente se entregó a la policía y confesó haber asesinado de 4 disparos a Cristian Díaz en el barrio de Lugano. Actualmente, Álvarez se encuentra detenido en la cárcel de Ezeiza, en un pabellón psiquiátrico que aloja a personas con trastornos mentales o por adicciones a las drogas. Lejos de querer escribir otro de los innumerables artículos policiales (o farandulescos) que circularon en los medios de comunicación acerca de este crimen, nos parece importante ahondar en algunas de las razones sociales y políticas que, para nosotros, dan lugar a que otra figura del rock nacional termine de la peor manera.
No es el rock, es el sistema
Adicción a las drogas, violencia, femicidios, casos de abuso y misoginia, asesinato a sangre fría. El periodismo interesado le atribuye al rock esas expresiones de decadencia social. La intencionalidad de la campaña anti-rock y contra la juventud en general de algunos medios, consiste en manipular estos hechos para criminalizar y silenciar a uno de los sectores sociales más dinámicos contra las políticas represivas del capitalismo, siempre. En realidad, la cultura rock no es más que una caja de resonancia de lo que pasa en la sociedad. Por eso, no se trata del rock como problema sino, en todo caso, como reflejo y síntoma de una sociedad atravesada de una sola enfermedad: el capitalismo.
El negocio de la cultura joven
Hoy en día asistimos a una mercantilización cada vez más grande de la cultura y las expresiones artísticas, que promueven un accionar individualista y competitivo (y como contracara la represión al arte popular). Desde el Estado se lleva adelante una política prohibicionista e hipócrita hacia el consumo de drogas, que favorece a un muy rentable mercado negro, mientras no hay políticas públicas de contención y recupero de las adicciones. Otro tanto sucede con la cultura machista desde las distintas instituciones patriarcales del régimen. En definitiva, es la decadencia capitalista que vivimos día a día la que da marco al caso Pity Álvarez, a los músicos abusadores y misóginos y demás casos de violencia en la música y el rock. Por eso, además del repudio y la condena individual a cada unx de ellxs, es necesario cuestionar al sistema que propicia dichas condiciones. Nuestra organización y sus artistas militantes, apoyamos al rock y a todas las manifestaciones musicales y artísticas, porque somos militantes de la libertad más completa. En paralelo, defendemos al arte de las garras de un sistema capitalista que lo distorsiona, mercantiliza y le imprime todas sus miserias y lacras. Por eso nos organizamos y luchamos por un arte libre, independiente y ligado a las causas de los trabajadores, las mujeres y la juventud.
Javi Dietrich, músico y militante de la JS / CABA