Con la vigilia del 13J en Congreso y las marchas en todo el país conquistamos la media sanción. Ahora la pelea viene más difícil, ya que si llega a haber empate Michetti define en contra. Para revertir la encrucijada y ganar esta batalla histórica no hay otra que desbordar el Senado con una marea verde multitudinaria. ¡Nuestro cuerpo, nuestra decisión!
La tensión crece cada vez más. Los últimos votos que se definieron fueron en contra. Quedan muy pocos sin decidir su voto o sin decirlo. Entre los votos positivos, unos cinco lo condicionan a que se hagan cambios a la ley. A su vez, como el dictamen que se pone a votación primero es el que tenga más firmas, quizás el 1A no haya dictamen y entonces se va directo a votar a la sesión del 8A. Y en caso de empate, la vicepresidenta ya tiene voto cantado en contra.
El panorama es entonces bien complicado. Pero salvo la muerte, nada es irreversible. Por eso puede haber presiones, faltazos, abstenciones y sorpresivos cambios de voto a último momento, tal como pasó en Diputados. Seguramente detrás de cada voto hay factores políticos y hasta canjes económicos en danza, pero lo decisivo es la relación de fuerzas entre verdes y celestes. Es decir, el resultado final depende de la fuerza que hagamos en las calles en estos últimos días.
Nuevas trampas
No hay a esta altura reales indecisos: quienes no se definen por aborto legal o aborto clandestino están contrabandeando otros debates. Lo demuestra el bloque de senadores por Córdoba, que impulsa tres nuevos retrocesos a la ley:
Objeción de conciencia institucional. Si ya en Diputados se accedió, de manera equivocada, a incluir la objeción individual, ahora se pretende ampliar a todo un hospital. Es inaceptable. Primero, porque las instituciones no tienen conciencia y sus profesionales deben estar obligados a cumplir lo que las leyes mandan. Segundo, porque este reclamo surge de clínicas de sectores religiosos o flojos de papeles, por ejemplo médicos que ejercen en el ámbito público y privado, cuyo negocio del aborto clandestino termina apenas haya aborto legal. A esto se agrega el planteo de quitar de la ley la penalización al o a la profesional que se niegue a practicar un aborto legal.
Reducir el plazo de 14 a 12 semanas. Como condición para legalizar la práctica del aborto, se quiere recortar su plazo de 14 a 12 semanas. No se basan en ningún argumento científico o ético: en el Reino Unido y Holanda es legal hasta la semana 24, en Finlandia hasta la 20 y en Suecia hasta la 18. Achicar el plazo es arbitrario y funcional a que no haya aborto legal: sólo responde a prejuicios machistas que intentan obstaculizar que recuperemos la autonomía sobre nuestros cuerpos.
Exigir financiamiento a la Nación. En estos días el colmo fue la gobernadora Vidal, celeste si las hay, que habló de las “dificultades de implementación” del aborto en los hospitales bonaerenses. ¡No tiene cara! Hasta su vice salió a despegarse, porque ya el propio ministro nacional de Salud reconoció que una internación por aborto infectado cuesta seis veces más que un aborto legal con misoprostol. Las mujeres no tenemos por qué quedar presas del tironeo presupuestario entre la Nación y los gobenadores.
Quienes venimos luchando por el aborto legal sabemos identificar este tipo de maniobras, y más aún porque en este caso, el más mínimo retoque a la ley obligaría a volverla a Diputados. Quizás esta sea la variante más probable. Si eso pasa, las mujeres y demás personas con capacidad de gestar tendríamos que seguir esperando que nuestro derecho a decidir sea ley cuando esa cámara lo decida, si es que no lo cajonean sin plazo.
Pero ahora hay un riesgo mayor que esta “opción Córdoba”: que los sectores más retrógrados se envalentonen, se jueguen a lograr una votación negativa en el Senado y haya que esperar un año para volver a presentar el proyecto. ¡No lo podemos permitir!
Fuera el Medioevo de nuestros ovarios
En estas últimas semanas vivimos una contraofensiva de la Iglesia Católica y los sectores más reaccionarios, con Abel Albino como arquetipo (ver nota en pág. 10). En tiempos de oleada feminista tienen cada día menos cabida, pero no podemos ser ingenuas y sabemos que todavía mantienen fuerza política, aparato económico y capacidad de presión y movilización.
A nuestros pañuelos verdes les respondieron con la creación del pañuelo y la “ola celeste”, que no termina de entusiasmar. Hacen marchas y misas, organizaron una concentración ante la Quinta de Olivos y chaquetazos por “las dos vidas”. Los evangelistas marchan el 4A al Obelisco en tanto que, en una verdadera provocación, la Iglesia hace una misa en la Catedral Metropolitana el mismo 8A. Además, cuentan con la complicidad de los medios hegemónicos.
A todos ellos les decimos: no vamos a aflojar la lucha ni un milímetro. Al revés: la vamos a redoblar como sabemos, como siempre lo hicimos y lo haremos, ocupando con nuestros cuerpos las calles del Congreso y del país entero e incluso en el exterior.
Hagamos posible lo imposible
Hacemos pañuelazos, puentazos y estudiantazos. Activan las artistas, las profesionales, todas. Replicamos las acciones verdes en todo el territorio. Nuestro objetivo es concreto: romper la pared de piedra y que por una vez la cámara más privilegiada, el Senado de la Nación, dé respuesta a la demanda histórica por el aborto legal, seguro y gratuito.
Y difícil no significa imposible. Con decisión política y movilización masiva, todo se vuelve posible. Con el aborto legal nos jugamos a recuperar soberanía sobre nuestra vida y, luego, avanzar un escalón más: la pelea por un Estado laico. Hemos logrado imponerles a la política, al Congreso y a los partidos del sistema este debate, al calor de un ascenso feminista, antipatriarcal y también disidente.
Es hora de presionar todavía más, sin ceder a ninguna maniobra. Esto incluye exigir toda o la mayor parte de Plaza Congreso para la Campaña por el Derecho al Aborto y las organizaciones que venimos luchando, que ya demostramos ser muchísimas más que los celestes. A su vez, la Campaña debe estar a la altura del desafío y ubicar el escenario central bien cerca del Senado, para que la presión verde no sea una fantasía y podamos torcerles el brazo. El gobierno macrista es el único responsable de cualquier incidente si no garantiza espacio suficiente para la vigilia del 8A.
Desde la Ciudad, el conurbano y el interior nos aprestamos a movilizar a full. Estamos invitando a amigas, familiares, compañeras de laburo, de la facu o el cole, vecinas del barrio y también a varones para que acompañen esta lucha. Desde Juntas y a la Izquierda, Libre Diversidad y el MST seguimos impulsando esta marea hacia el 8A.
¡Organizate con nosotres para que sea ley!
Nadia Burgos