Nuestro país se sumerge, cada vez más, en una crisis económica, política y social muy grave. Todo al compás del acuerdo Macri-FMI, que día a día muestra sus nefastas consecuencias para las mayorías populares, las mujeres y la juventud. En estos días la devaluación volvió a ser parte de nuestra cotidianeidad, golpeando el nivel de vida de millones. Lo mismo la inflación y los tarifazos, que no cesan.
La llegada de una nueva misión del FMI, que viene a monitorear a sus lacayos macristas, confirma la pérdida de soberanía nacional. También vino el ministro de Seguridad yanqui, a controlar los preparativos de la reunión del G20 y el rumbo militarista del gobierno. La tragedia de este plan siniestro se cuenta en miles de puestos de trabajo, abandono social, pérdida de derechos y un ajuste que mata.
Todo esto transita en medio de una corrupción descarada, tanto del gobierno actual como del anterior. Los mecanismos de corrupción sacan a la luz, una vez más, la necesidad de terminar con la casta política socia del poder empresarial, que sin la menor vergüenza hace de la función pública un lugar para obtener privilegios a costa de las penurias de las mayorías.
En este panorama, es el movimiento de mujeres el que generó el más progresivo y dinámico fenómeno político-social. Ni el oscurantismo clerical, ni el accionar retrógrado del Senado ni las concepciones medievales del poder político pudieron quebrar el ascenso más genuino que vive nuestro país: la fabulosa ola feminista verde que llegó para quedarse.
Pasada la votación anti-derechos del Senado, el movimiento de mujeres vuelve a debatir en la calle, en asambleas y reuniones en todo el país cómo abrirse paso para seguir adelante por sus demandas. El triunfo ocasional de un poder reaccionario contra el aborto legal es sólo un momento oscuro de una lucha larga que seguirá teniendo a la vanguardia a miles y miles de mujeres, sobre todo las jóvenes, y que también con muchos varones conquistará en un futuro no muy lejano nuevos derechos.
Las conclusiones del 8A abrieron también perspectivas nuevas en el plano político. Así como se evidenció que el gobierno y la Iglesia, junto al PRO, la UCR y gran parte del PJ rechazaron el derecho de las mujeres, la misma noche mostró la necesidad de generar una nueva alternativa política que dispute en todos los terrenos y ponga las causas del movimiento de mujeres en primer plano.
Y dichas causas no son ajenas ni contrarias a los hombres. Al revés. Primero, porque un país con más derechos es un país mejor para todxs. Segundo, porque el ímpetu de la ola feminista confirma que el poder no es invencible y por eso dinamiza al conjunto de los reclamos sociales. Y tercero, porque sólo con la lucha y la movilización mancomunada de las mujeres, la clase trabajadora y la juventud será posible derrotar a este sistema de desigualdad y conquistar una sociedad más justa, sin explotación ni opresión.
Para avanzar en ese camino es preciso seguir en la calle y movilizadxs. Y animarnos a decir en voz alta que el país que queremos vendrá con el protagonismo de las mujeres en la vida política y en la toma de decisiones de cada hecho importante. Para eso, desde la izquierda anticapitalista y antiimperialista tenemos que actuar a la altura de la revolución feminista que recorre las calles.
En este sentido, también en vistas a la lucha política y electoral que se viene, las mujeres tienen/tenemos que ser las protagonistas. Y sobre todo la juventud de este movimiento, que tiene mucho por decir. No hay tarea más a tono con la realidad de este ascenso feminista colosal que orientar todas nuestras fuerzas a darle una expresión política, en la lucha actual y también en las próximas elecciones. Desde el MST ponemos toda nuestra militancia, nuestras referencias políticas y sociales, nuestras legalidades y demás recursos para contribuir a que surja una gran herramienta político-electoral unitaria, encabezada por las mujeres y la juventud. ¡Paso a esta ola verde imparable, antipatriarcal, anticlerical y anticapitalista!
Cada momento histórico tiene sus rasgos particulares, sus tareas específicas, sus sectores de vanguardia. En tiempos de macrismo y cierto pejotismo cómplice, vivimos la hora de las mujeres trabajadoras y la juventud, cuyo programa cuestiona al régimen capitalista y patriarcal. Para el triunfo de esa lucha por cambios de fondo se necesita una expresión política visible. Construyámosla entre todas las organizaciones que desde el campo de la izquierda y el movimiento popular comprendemos la necesidad de poner la lucha de las mujeres por delante.
A la vez que hacemos esta propuesta, y para darle mayor impulso, invitamos a nuestrxs lectorxs a hacer más grande y más fuerte a Juntas y a la Izquierda, Libre Diversidad y el MST. A esxs jóvenes con quienes venimos ganando las calles con pañuelos verdes y naranjas, lxs invitamos a sumarse a construir juntxs la propuesta política y militante que tanto hace falta.