Si algo quedó claro en el debate del aborto fue que todo el arco político e incluso los sectores celestes señalaron la importancia de la educación sexual. Pero ahora, que el Congreso discute una mejora de dicha ley, pretenden obstaculizarla.
Los políticos del sistema parecen descubrirlo recién ahora, pero para el movimiento feminista y disidente es una necesidad desde siempre: educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir.
Hace doce años se sancionó la Ley 26.150, que creó el programa nacional de Educación Sexual Integral para las escuelas de gestión estatal y privada. Hoy sigue siendo una tarea pendiente. Según encuestas recientes, el 80% de les estudiantes no recibe ESI de manera habitual. Y si se aplica, es con contenidos muy limitados.
Esto ocurre porque las escuelas dependen de cada gobierno provincial, tienen normativas y diseños curriculares distintos, con escasa articulación nacional. Y la Iglesia, desde que se aprobó esta ley, manipuló su desarrollo y frenó su implementación.
En su art. 5º la ley permite a cada escuela dar ESI de acuerdo “a su ideario institucional y a las convicciones de sus miembros”, lo que funciona como excusa para no dar nada. Hoy, fruto de la lucha por el aborto legal y la evidente necesidad de la ESI, el Congreso debate una reforma para actualizarla y que se aplique en todo el país. Es que sólo nueve provincias adhirieron a la ley, cuando a ningun niñe se le debe privar de enseñanza sexual moderna, científica, laica y no dogmática. Es su derecho.
No son PRO-vida: son anti-derechos
Al debatir el aborto legal, los anti-derechos y el gobierno insistían en que los abortos clandestinos dejarían de existir aplicando la ESI. Pero no se implementa, lo que fue siempre un reclamo de muches docentes. Es necesario aplicarla de modo institucional y que haya capacitación obligatoria y en servicio para les trabajadores de la educación. Y si bien como docentes podemos hacer mucho, aplicar la ley enforma efectiva sigue siendo una responsabilidad indelegable del Estado y los gobernantes.
Pese a esto, hay quienes creen estar por sobre esa responsabilidad estatal. Los mismos que militaron contra el derecho al aborto, ahora militan contra la ESI y su reforma. Ya la Iglesia se había opuesto a su sanción y el gobierno K de aquel momento le hizo la concesión de lavar los contenidos a gusto de cada institución. Ahora militan fuerte contra las modificaciones a la ley y la posibilidad de sacar ese art. 5º.
Así nace la campaña retrógrada #ConMisHijosNoTeMetas, cuyos principios sostienen: “No a la ideología de género en Argentina y el mundo. No al adoctrinamiento escolar. Somos Pro vida (no al aborto) y Pro familia (matrimonio hombre y mujer).”
Este movimiento clerical está en la Argentina desde hace unos meses, pero nació en Lima, Perú, a fines de 2016, en oposición a la incorporación del enfoque de género en la educación. Esa campaña habla de “ideología de género” y afirma que la perspectiva de género busca homosexualizar a les chiques y desestabilizar la institución familiar, ignorando derechos y leyes.
Han lanzado la campaña No autorizo e hicieron una carta-modelo para que las familias envíen a las autoridades del colegio en donde estudian sus hijos para prohibirles que reciban ESI.
Para Eleonor Faur, doctora en Ciencias Sociales, “nunca se planteó si educación sexual sí o no, sino qué educación sexual queremos. La ley fue un avance enorme y sus lineamientos curriculares también, porque hablan de derechos, de género, de diversidad, afectividad, cuidado del cuerpo y salud. Estos grupos quieren una educación sexual desprovista de reflexiones sobre género, y que esté fundada en la naturaleza, es decir, en sólo dos sexos, porque para ellos la homosexualidad es una enfermedad. Lo que buscan es retrasar derechos”.
Si bien la sanción de la ESI fue un avance, se limitó su contenido. Por eso estos grupos oscurantistas no quieren ninguna reforma progresiva. Usan argumentos arcaicos, sin ningún respaldo normativo y científico. Solo se basan en sus dogmas religiosos.
Les preocupa que algunos de los cambios a la ley son avances: se habla de orden público, o sea obligatoriedad; de contenidos científicos y laicos, diversidad sexual, se actualiza el marco normativo y se impulsa un monitoreo para comprobar que se implemente.
En oposición a esto, la frase “con mis hijos no se metan” denota una ideología de pensar a los hijos como objetos y propiedad de sus padres, en vez de pensarlos como lo que son: sujetos de derecho. Es falso que les hijes pertenezcan a los padres: por ejemplo, en caso de maltrato o abuso, el Estado puede y debe separarlos para protegerlos.
Esta gente no quiere niños, niñas y niñes ni mujeres que puedan decidir, con derechos. Quieren una sexualidad reducida a lo reproductivo y que las mujeres sean madres a cualquier precio, reforzando los estereotipos patriarcales y binarios de género. Atrasan la historia.
¿Qué ESI queremos?
La ola feminista y disidente dinamizó muchos debates, que deben ser parte del modo de encarar una nueva ESI, además de ejes básicos que ya eran necesarios al momento de su sanción y no fueron contemplados. Desde Alternativa Docente y ANCLA-MST tenemos propuestas, que comienzan por reclamar al gobierno mayor presupuesto, cargos, asignación de horas y jornadas institucionales específicas, materiales actualizados y capacitación. Estos puntos hay que reclamar a los gremios como objetivos a concretar.
Nos planteamos, en primer lugar, poder pensar la ESI desde una mirada no binaria. Que nos demos el objetivo de visibilizar las categorías e identidades, aportando a romper con la heteronorma.
Por otro lado, las disidencias también buscan su espacio, porque están invisibilizadas en los actuales lineamientos curriculares-ESI (en la ley mo existen las palabras diversidad ni disidencia sexual). Hay que hablar de prevención, anticoncepción y aborto, de placer, de las infancias trans, como así también de autoconocimiento. Y entender la identidad sexo-afectiva como una construcción personal y social. No puede haber cuerpos invisibilizados en ningún nivel del sistema educativo.
Sabemos también que con la información no alcanza: es preciso trabajar sobre los prejuicios y las creencias que sostienen actitudes discriminatorias, deconstruir los estereotipos que nos oprimen, con un abordaje integral, también en el plano de la afectividad. Los aspectos emocionales son poco abordados desde la escuela tradicional. ¿O acaso todavía no se escucha en algunos colegios frases como “eso no es de nenes” o “las nenas son más tranquilas”?
Hace falta además visibilizar la pelea por el derecho al aborto como un logro democrático a obtener, que modifica nuestro paradigma, respetando la elección individual y garantizando ese derecho. Y es clave también incorporar el lenguaje inclusivo, estimularlo y contemplarlo. Esto es mucho más que tolerar o respetar: es incluir a todes.
Para definir contenidos y actualizar los lineamientos, el gobierno y el Congreso deben dejar de consultar a la Iglesia Católica y demás religiones para que opinemos y decidamos les protagonistas de la educación: estudiantes, docentes, feministas y la comunidad. Hay que terminar con la hipocresía de la Iglesia, que sin ponerse colorada vive de la plata del Estado, o sea de todes, pero a la hora de aplicar las leyes dice «estos chicos son míos» y «estos colegios son míos y hago lo que quiero». Hay que anular todos los subsidios que recibe y que esa plata vaya a una real implementación de la ESI y su diseño democrático. Separar Iglesia y Estado es vital para avanzar en materia de derechos. Estas y otras ideas, y generar espacios de debate, pueden aportar a esta nueva ESI, democrática, laica, científica, feminista y disidente que necesitamos.
Andrea Lanzette