En lo que va del año se han destruido más de 100.00 mil hectáreas en las islas del Alto Delta, provocado la muerte e inmigración de la fauna y una pérdida incalculable en la flora del lugar. Los incendios son intencionales y afectan el ecosistema de la región ahogando las ciudades de humo mientras la lluvia de cenizas hace la escena mucho más trágica y apocalíptica.
Escriben: Gastón Baldomir, Santa Fe. Nadia Burgos, Entre Ríos.
En lo que va del año se han destruido más de 100 mil hectáreas en las islas del Alto Delta, provocado la muerte e inmigración de la fauna y una pérdida incalculable en la flora del lugar. Los incendios son intencionales y afectan el ecosistema de la región ahogando las ciudades de humo mientras la lluvia de cenizas hace la escena mucho más trágica y apocalíptica.
El territorio del Litoral afronta una gran sequía de los ríos con caudales por debajo del metro. Son índices más graves que los vividos en el año 1971 cuan-do la bajante del Paraná afectó fuertemente a la zona, pero sin que se hayan producido los efectos que hoy estamos viviendo. Las condiciones previas, conllevaron a que existan mayores superficies secas expuestas, provocaron que los incendios (práctica nada nueva en la zona de Islas) tomen una dimensión nunca antes vista, constituyendo al día de hoy un verdadero ecocidio.
En pocos días vimos una enorme oleada de activistas que comenzaba a crecer y entablar vínculos interprovinciales para defender lo obvio y lo necesario: el ecosistema. Sobre ese elemento queremos debatir y aportar desde una perspectiva ecosocialista y desde la experiencia de estar participando activamente desde el primer momento en las asambleas, multisectoriales e intervenciones callejeras.
Con lupa ecosocialista
Como expresamos los incendios son intencionales, son la consecuencia direc-ta de la voracidad capitalista. Nuestros humedales sufren el ataque de un trípo-de extractivo: Expansión de la frontera del agronegocio, expansión de la ganadería y la especulación inmobiliaria. El objetivo del saqueo de nuestro territorio no es otro que la acumulación de ganancias por parte de un puñado de personas que cuentan con aval político del PJ, Cambiemos y el Partido Socialista. Se ha demostrado que, en el Litoral, mientras sigan gobernando los mismos de siempre, el agronegocio cuenta con vía libre. Incluso en épocas de pandemia, las fumigaciones y la deforestación fueron de las actividades que nunca estuvieron de cuarentena y de esencial no tienen nada. Los pueblos fumigados venimos denunciando las consecuencias en la salud de este tipo de prácticas que nos exponen aún más frente a la crisis sanitaria actual.
El mecanismo por el cual un puñado de personas puede avanzar en la destrucción de nuestros humedales sin escatimar en las consecuencias sociales, políticas, económicas y ecológicas que generan tiene una explicación. En momentos de crisis mundial del sistema capitalista, este mecanismo queda en la superficie y es evidente para millones. La producción capitalista, por la lógica de acumulación infinita, desarrolla técnicas y relaciones de producción sociales socavando las dos fuentes principales de riquezas: la naturaleza y les trabajadores. Esta es la raíz del problema. Buscando mayor margen de rentabilidad y valorización para aumentar las ganancias se avanza vorazmente sobre nuestras vidas. La sobreexplotación laboral y la devastación ambiental nos ponen frente a un desafío de escala civilizatoria.
#LeyDeHumedalesYa
En este sentido queremos aportar una perspectiva. En primer lugar, es clave seguir coordinando acciones unitarias que hagan crecer la movilización, que es el único camino para lograr cambios reales.
El primer objetivo es sin dudas el cese de las quemas, pero como ya explicamos el problema es mucho más profundo, por esto es central la discusión de una Ley de Humedales. Como conquista de las enormes movilizaciones, el debate ya está en el Congreso. Aquí una advertencia, como el problema es sistémico, la ley debe tener algunas características que nos permitan generar un puente entre la necesidad inmediata de extinguir los focos de incendios y la necesidad estructural de cambiar el modelo productivo que causa esos incendios.
Creemos que la Ley de Humedales debe impulsar un relevamiento en todo el país de los humedales. Este releva-miento tiene que tener la participación y control de las organizaciones socioambientales y se tiene que hacer bajo la perspectiva del resguardo de los mismos. Estamos convencides que los humedales deben ser declarados patrimonio intangible, se deben prohibir toda actividad extractiva en ellos e impulsar áreas protegidas y de resguardo. Pero ojo, se trata de prohibir y no de regular las prácticas extrativistas y contaminantes. La «buenas prácticas de uso» sobre nuestros bienes comunes seguirán siendo una falacia mientras se rijan bajo la lógica de la especulación del capital.
Por esto proponemos la creación de una comisión independiente para el control y cuidado de las mismas. Esto es central cuando a la vista queda la acciones pro extractivistas de la Justicia y los resor-tes del Estado que deberían proteger los humedales y con maniobras dilatorias sólo permiten el avance sobre ellos.
Que arda el capitalismo, no nuestros humedales:
Las masividades de las acciones callejeras en el Litoral son parte de la nueva ola verde, en este caso ambiental y de escala mundial. En un contexto de pandemia y restricciones de movilidad, vienen a reafirman la hipótesis de que existe una enorme resistencia a la intención de la casta política de profundizar la matriz productiva extractivista, precarizadora y contaminante.
Se visualiza que, para afrontar la crisis climática, el lobby del agronegocio, de la especulación inmobiliaria y de los partidos pro capitalistas, se requiere una enorme acción colectiva que pueda facilitar una rápida transformación de la sociedad en conjunto.
Al calor de la lucha han surgido una serie de debates sobre ¿qué acciones tomar y de qué modo? ¿De qué manera deben intervenir las organizaciones ambientales, sociales y políticas? ¿Cómo exigimos respuestas reales a las instituciones responsables? Frente a esto, desde la Red Ecosocialista y el MST, creemos que para que nuestras luchas triunfen se debe partir de una gran unidad de acción, avanzando sobre los acuerdos establecidos, siendo respetuosos de las identidades y aportes. Bajo ningún pretexto se puede excluir el libre debate de ideas, la elaboración colectiva, el choque de opiniones para encontrar las mejores síntesis. Son momentos en los que debemos apelar a la democracia radical para debatir de conjunto los mejores mecanismos de organización.
El cambio climático y sus efectos son una expresión más de la crisis sistémica del capitalismo, por lo que requiere una transición de tal magnitud que impulsa el debate sobre quién y cómo se toman las decisiones y al servicio de quienes. Si es para privilegiar la anarquía capitalista e intentar a penas mesurar los efectos devastadores en lo social, económico y ambiental. O si se prioriza un proyecto que se propone reorganizar estructuralmente toda la sociedad al servicio de las necesidades de las mayorías sociales.
Sabemos que no hay planeta B y por eso desarrollamos un plan B en clave ecosocialista. Respondemos a este desafío con organización e impulsando la movilización permanente, construyendo partidos revolucionarios que actúan localmente y fortalezcan el reagrupamiento internacional, en nuestro caso en la Liga Internacional Socialista, que se propone ser una salida alternativa de poder al servicio de recuperar un metabolismo social que entienda que la naturaleza no es un bien de cambio, sino que su uso, tiene que ser responsable y ajustado a las necesidades sociales y al cuidado de la biodiversidad. Necesitamos emancipar de las garras del capitalismo la reproducción de nuestras vidas.