Alberto en el G20. El fin de semana pasado se realizó de manera virtual una nueva cumbre del encuentro que reúne a los principales 20 países del mundo. El G20, más allá de las declaraciones sobre la lucha contra la desigualdad y la pobreza, actúa desde su fundación a fines de la década del ’90 como un espacio dominado por las potencias imperialistas que diseña las principales orientaciones políticas y económicas para aplicar en todo el mundo, con el fin de aumentar la tasa de ganancia profundizando la explotación sobre la humanidad y la naturaleza. La participación del presidente en la cumbre, apenas un día después de celebrarse en nuestro país el Día de la Soberanía, es una nueva muestra de su política de sometimiento al imperialismo.
Sin relato. La orientación trazada en política exterior por Alberto Fernández desde que asumió el gobierno estuvo marcada por el sostenimiento de las relaciones de dependencia con las potencias y organismos imperialistas. Marca una notoria continuidad, más allá de matices y estilos, con la política del macrismo. Haciendo un rápido repaso se puede señalar el mantenimiento de Argentina en el Grupo de Lima, el viaje a Israel, las reuniones con los líderes capitalistas europeos y el Papa, la 3ra. Conferencia Antiterrorista, el voto contra Venezuela en la OEA, la renegociación con los bonistas privados y la que se lleva adelante actualmente con el Fondo Monetario Internacional, que incluye el pedido de un acuerdo de facilidades extendidas. Es decir, un camino que sigue sometiendo al país a los pactos políticos, económicos y demás designios del capital imperialista. La soberanía, te la debo…
Haciendo los deberes. Para el pueblo argentino, las consecuencias de estas políticas significan el aumento de la pobreza, la precarización laboral y la profundización del modelo extractivista depredatorio y contaminante. El tan mentado «aporte solidario a las grandes fortunas» terminó siendo, como lo señalamos desde el MST y el Frente de Izquierda Unidad, una cortina de humo para esconder la aprobación del presupuesto 2021 negociado con el FMI y otras medidas contra los derechos del pueblo trabajador. Además de insuficiente y tardío, una parte considerable la devuelven en forma de subsidios a las corporaciones petroleras para seguir desarrollando el fracking. Por eso no puede calificarse más que como cínica la expresión del presidente sobre propiciar «un equilibrio entre el crecimiento económico, la inclusión social y la sostenibilidad ambiental» mientras impulsa, junto a su aliado Mariano Arcioni, una nueva ofensiva megaminera en Chubut, cuyo pueblo ha salido a enfrentarla masiva y decididamente para ratificar una lucha de décadas en defensa del agua y los territorios.
Aunque los escribas a sueldo del gobierno se indignen e intenten demostrar que no hay ajuste, sino una política económica expansiva, la realidad no puede taparse con palabras. Las reducciones salariales, los recortes presupuestarios y la nueva fórmula jubilatoria significan un ataque a los derechos del pueblo trabajador para cumplir con las exigencias del FMI de reducir el déficit fiscal y al servicio de los pagos de la deuda.
Por la segunda independencia y un proyecto socialista. Como en la mayoría de los temas, el gobierno realiza discursos con tinte progresista pero toma medidas en sentido contrario. El día de la soberanía el presidente declaró que «ser soberanos quiere decir no depender de otros y defender la posibilidad de desarrollarnos nosotros mismos como sociedad», pero en las medidas concretas sigue sometiendo al país a los designios del capital imperialista. La soberanía económica, política, energética y alimentaria sólo es posible recuperando todos los resortes económicos de nuestro país y rompiendo con las imposiciones de los organismos internacionales. La suspensión de los pagos de la deuda externa fraudulenta, la nacionalización de la banca y el comercio exterior, una profunda reforma agraria, la estatización con control obrero y social de las empresas energéticas, son medidas fundamentales para llevar adelante un proyecto independiente y soberano. Un camino opuesto al del Frente de Todos y, por supuesto, al de la oposición de derecha. No es de la mano de la burguesía nacional, atada a los intereses del capital internacional, sino a partir de la lucha por un gobierno de la clase trabajadora y los sectores populares como podrá lograrse una segunda y definitiva independencia y un proyecto socialista, el único camino soberano que permita resolver las necesidades del pueblo trabajador. Desde el MST en el FITU luchamos por este cambio de fondo.