A casi un año y medio del primer caso de Covid-19 en el mundo, la pandemia sigue avanzando con su secuela de contagios, muertes y mayor crisis económica. En nuestro país el ingreso con todo de la segunda ola amenaza con el colapso del sistema de salud. Las restricciones impuestas por del gobierno de Alberto Fernández no alcanzan. Peor aún en CABA y provincias gobernadas por la derecha, que no quieren aplicar casi ninguna restricción. Aunque se peleen, en el fondo ambos priorizan los intereses capitalistas de mantener abierta la economía aún a costa de la vida de millones.
Escribe: Gerardo Uceda
Pasó casi un año y medio desde diciembre de 2019 en que se detectó el primer caso de Coronavirus en Wuhan, China. Desde entonces la pandemia no ha dado tregua, una primera ola que devastó a Europa, para luego centrarse en los EEUU y después Brasil, dos países donde el accionar criminal de sus presidentes elevó el número de contagios y muertes mucho más allá de lo previsible. Hoy el epicentro mundial está en India con más de 300 mil casos en un día y su salud colapsada.
Los datos contradicen las previsiones falsamente optimistas salidas de las usinas de información capitalistas, que auguraban allá por fines del 2020 una relativa pronta solución a la pandemia por la vía de la vacunación, lo que permitiría a su vez la recuperación de la actividad económica y salir de la crisis en que el Coronavirus los había metido. La realidad no verifica esos pronósticos, la aparición de nuevas variantes más contagiosas (la de la India entre ellas), la escasez casi absoluta de vacunas acaparadas por los países más ricos y la política de todos los gobiernos del mundo, en mayor o menor medida, de forzar la libre circulación y el normal desenvolvimiento de “la economía” han llevado a que la pandemia hoy siga desarrollándose y amenazando al mundo entero.
Es el propio sistema capitalista, con su lógica centrada únicamente en la ganancia de unos pocos lo que, paradójicamente, ha perpetuado los efectos de la pandemia y amenaza a la humanidad. Dejando de lado el peligro de la producción capitalista de alimentos que estaría a la base de su inicio, la pandemia se renueva periódicamente a través de segundas y terceras olas por los intentos de volver a permitir una circulación normal de gente y abrir la economía. Estas aperturas encuentran a miles de millones sin ser vacunados porque las escasas vacunas son producidas en escasa cantidad por 8-10 laboratorios a los que el sistema les protege enormes ganancias a través de las patentes.
Para cerrar este perverso ciclo las pocas vacunas que se producen son acaparadas por un 10-20% de los países más poderosos, mientras el resto sufre de una escasez casi absoluta, lo que a su vez promueve la aparición de nuevas cepas mutantes, muchas de las cuales ponen en discusión la eficacia de las vacunas actuales.
La Argentina no es la excepción
Con la multiplicación de casos verificada desde finales de marzo, exponencial en este mes de abril, Argentina entró de lleno en una segunda ola que amenaza con ser peor que la primera y hace peligrar a todo el sistema de Salud. Los contagios superan los 20 mil diarios, la mortalidad ha alcanzado picos superiores a 500 por día y nadie se atreve a arriesgar hasta dónde pueden llegar ni en qué momento empezarían a bajar.
Como pasó en el 2020 esta segunda ola comenzó principalmente en el AMBA, para rápidamente ir comprometiendo las principales ciudades y provincias y cada vez son más los distritos considerados de alto riesgo, donde los contagios se multiplican día a día y las consultas en guardias y las internaciones están desbordando la capacidad de los hospitales. En las unidades de terapia intensiva la ocupación llega al 90-95 y hasta el 100 en muchos casos Lo que, de no tomarse medidas drásticas, nos pone al borde del colapso del sistema, y que se tenga que optar por la atención de uno u otro paciente porque no hay capacidad para la atención de todos.
El riesgo de colapso se incrementa por las características que adquirió esta segunda ola afectando a gente más joven que la anterior, con menor mortalidad, pero mayor tiempo de estada en Terapia, lo que sobresatura aún más las camas. La posibilidad de circulación comunitaria de las nuevas cepas más contagiosas y probablemente más virulentas o de mayor severidad también hacen prever un mayor estrés del sistema. Al contrario de lo que dijo el presidente que habló de “relajamiento del sistema de salud”, lo que hay es sobrecarga de trabajo, ya que a los enfermos de Covid se le suma ahora toda la patología cuya demanda estuvo contenida el año pasado y ya no puede esperar más, ésa y no otra es la situación que enfrentamos hoy todo el equipo de salud.
Frente a la catástrofe que se avecina, el gobierno nacional tomó algunas medidas restrictivas tardías y absolutamente insuficientes para frenarla, con restricciones horarias para juntadas en ambientes privados, y un tardío cierre de las escuelas que ni siquiera tiene alcance nacional, ya que no se cumple en muchos de los distritos de alto riesgo. Ni hablar de la política de la derecha asociada a Cambiemos, que sigue siendo tan criminal como al principio de la pandemia cuando primero militaron la anticuarentena y luego se transformaron en antivacunas, para hoy pretender ser los líderes del cuidado de la educación de los niños exigiendo una presencialidad, de la que no pueden garantizar los más mínimos protocolos. Más allá de los fines electorales de las peleas entre Gobierno y oposición, ambos tienen en común la defensa de los intereses y la ganancia de los empresarios a costa de la vida de la gente, aunque tengan matices en cómo aplicar las medidas.
El plan integral del MST y la izquierda
Desde hace meses que veníamos alertando que el improvisado y relajado era el Gobierno, que sin que hubieran bajado de miles los casos diarios abrió indiscriminadamente la economía, las vacaciones y las clases sin protocolos adecuados, culpando a la gente por el crecimiento de los casos. Desde el MST en el FIT-U sostenemos que las medidas tomadas son insuficientes y muy parciales por lo que lo más probable es que no logren contener el crecimiento de los casos y ni el colapso de la salud. Se necesita un plan integral como el que venimos proponiendo y reclamando.
Fase 1 temporaria con apoyo social. Cerrar actividades y restringir drásticamente la circulación en medios de transporte. Vuelta a Fase 1 en los distritos de mayor riesgo epidemiológico. Y en los otros cerrar todas las actividades que no sean esenciales, como fábricas automotrices que hoy tienen turnos enteros contagiados porque para preservar sus ventas obligaban a sus empleados a ir aún enfermos. Cerrar toda la administración pública no indispensable, al igual que todo comercio no esencial. Pero no se pueden repetir los errores de la cuarentena del año pasado, que se fue desgranando no sólo por la presión de los capitalistas sino porque la gente ya no aguantaba la disyuntiva entre morir de hambre o por Covid. Hay que otorgar un subsidio o IFE universal o para todos los que no tienen sueldo fijo de por lo menos.
$ 60.000 mensuales. Hay que prohibir por ley despidos y suspensiones penalizando a las empresas que no cumplan. Y aumento general de salario equivalente a la canasta familiar actualizado por inflación.
Multiplicar Testeos comunitarios. Para que las restricciones sean periódicas y focalizadas, hay que multiplicar de manera cualitativa los testeos para poder seguir el ritmo y localización del contagio en forma certera y científica.
Sistema único de salud. Universal, estatal y gratuito. Bajo control de los trabajadores de la salud y la población. Es la única manera de poder reforzar y coordinar la atención de esta segunda ola. Basta de peleas entre CABA y la provincia por el porcentaje de camas UTI ocupadas y si son de provincia los que se atienden en ciudad, todas las vidas valen por igual. La única manera de contar con los recursos humanos y de infraestructura y obtener la coordinación necesaria es con un sistema único. Hay que reforzar la dotación del equipo de salud y pasar a planta a todo el personal contratado, convocar, nombrar a todo el personal que hoy está por fuera del sistema para que sumen su trabajo a la atención de la pandemia. Hay que aumentar de manera sustancial los sueldos del personal de salud para evitar el poliempleo que lleva al desgaste y la posibilidad de mayores contagios. Finalmente, el SUS permitiría la distribución equitativa de las inversiones en insumos y equipamiento necesarias para atender a esta nueva ola, partiendo de un drástico aumento presupuestario.
Vacunas para todxs. Necesitamos multiplicar rápidamente la vacunación en forma masiva para que el virus encuentre cada vez más gente inmunizada. Para ello liberar las patentes, incautar las vacunas de Garín y proceder a un programa de producción pública masiva.
Hay plata, el gobierno tiene que ponerla ya. Los recursos para todo esto que proponemos sobran, si dejamos de pagar los miles de millones de dólares que Guzmán y Alberto negocian pagar este año al FMI y el Club de París. Si usamos los miles de millones que ingresarán extras por el aumento del precio de la soja. Y si de verdad imponemos un impuesto a las grandes fortunas y corporaciones que sea permanente y progresivo, no como el amague de Máximo del que nadie ya se acuerda, que con su “aporte solidario y por única vez” a los ricos no recaudó ni un peso.
Vacunas para todxs
Como decimos en la otra nota de esta página, la segunda ola avanza a ritmo sostenido, se aproxima el temido frío y el porcentaje de personas inmunizadas es muy bajo. Al día de escribir este artículo según datos oficiales del ministerio de Salud, se han distribuido 8,7 millones de dosis, 6,45 millones recibieron al menos una dosis y solo 877 mil están realmente inmunizadas con las dos dosis comprobadas como efectivas. Pero si vamos más a fondo, el horizonte actual es de pesimismo, el ritmo de vacunación en Argentina es irregular y bajo. Se difieren las segundas dosis (excepto las que aplicarán de la China Sinopharm) por más de 3 meses por no haber suficiente cantidad. Faltan más de 8 millones de personas en riesgo por vacunar. Y aun considerando los mejores días de vacunación actual se tardaría más de un año (mediados del 2022), para lograr la famosa “inmunidad de rebaño” con un 60% inmunizado. En fin, para llegar al invierno con las personas en riesgo inmunizadas, deberíamos duplicar y triplicar el ritmo de vacunación.
Es cierto que en el mundo hay una escasez absoluta de vacunas, con sólo 1.000 millones de dosis administradas, lo que en teoría podría corresponder a un 7% de la población mundial inmunizada. Pero no es así y hay grandes desigualdades, donde los países ricos han vacunado entre el 20 y el 30% de su población, sus ritmos de vacunación se incrementan a diario y acaparan la compra de millones de dosis para sí. Lo que lleva a que países periféricos y pobres como el nuestro no tengamos vacunas o nos lleguen a cuentagotas.
Las causas de esta escasez mundial y desigualdades, están en la base del sistema de producción y distribución capitalista. Donde a la fecha, después de meses de haberse descubierto las “fórmulas” para producirlas, sólo hay 9 grandes laboratorios que las producen a nivel mundial, protegidas sus ganancias a través del sistema de patentes, que les permite cobrar cada dosis alrededor de 9 euros, cuando su costo de producción es 10 veces menor. Además, en el mundo existe capacidad instalada para escalar 100 veces este ritmo de producción. En cuanto a las desigualdades de la distribución es más aberrante aún, ya que países como Canadá o Inglaterra compraron dosis para 4-6 veces el total de sus poblaciones, o como EEUU que prohíbe a sus grandes laboratorios productores como Pfizer y Moderna las exportaciones hasta tanto garantizar vacunar a sus habitantes y se da la paradoja que vacunas elaboradas en nuestro país por el laboratorio mAbxience, salen del país para envasarlas en México y terminar inmunizando europeos, un desmadre.
Por otra parte, ya está saldada la discusión y cuestionamientos que nos hicieron a la izquierda cuando propusimos la producción integral nacional de vacunas. El anuncio hace pocos días de que la Sputnik V.I.D.A. se produciría íntegramente en la Argentina por el laboratorio Richmond, fue un reconocimiento liso y llano que teníamos razón. Podríamos agregar que hay otras universidades y centros del país que están desarrollando la tecnología para producir vacunas en el corto y mediano plazo. Pero el problema de fondo es que, si no se cambia la lógica del posibilismo capitalista de Alberto y el FdT, seguiremos pendientes que Astra-Zeneca cumpla en enviarnos los millones prometidos que no llegan o que sometidos al riesgo que Europa pague más por la Sputnik y se suspendan los envíos o lo que se produzca aquí en Richmond la envíen para allá como está pasando con la de Oxford que fabrica aquí mAbxience.
Expropiar y anular las patentes
La única manera realmente posible, de lograr multiplicar los ritmos de vacunación y asegurar una cantidad suficiente para vacunar a todos y cada uno de los argentinos pasa por declarar de utilidad pública a los laboratorios como mAbxience y Richmond y expropiarlos para que produzcan para el país los cientos de millones de dosis anuales que están en condiciones de producir. El argumento que da Hugo Sigman, de que él no es el dueño de la fórmula y por lo tanto no puede producirla no resiste ningún análisis medianamente serio. De lo que se trata precisamente es de lograr la anulación completa de todas las patentes que protegen supuestamente la propiedad intelectual de las vacunas, que no es en realidad más que un eufemismo para la nombrar la protección de superganancias.
Y tanto es que se podría hacer que, no sólo nosotros, hay más de 100 países a nivel mundial que lo están exigiendo a la OMC (Organización Mundial de Comercio) y hasta Alemania amenazó con hacerlo en su momento cuando veía comprometida la entrega de vacunas para su país. O más aún, es la propia OMC la que contempla esta posibilidad en su resolución del año 1994, para casos extraordinarios y de necesidad mundial. Bien, esta pandemia es lo más extraordinario y riesgoso que le haya pasado a la humanidad en los últimos 100 años.
Si se avanzara en la expropiación de los laboratorios productores y en la anulación de patentes se lograría no sólo escalar la producción a lo necesario para nuestro país, sino también podrían exportarse vacunas y abastecer a otros países pobres de la región que las necesitan imperiosamente, ya que en el país hay otros laboratorios además de los dos mencionados en capacidad de producir vacunas en el corto plazo. También sería un estímulo y ejemplo para que otros países del mundo avanzaran en el mismo sentido. Y finalmente ante la producción masiva a bajo costo por parte de cientos de laboratorios liberados del peso de las patentes, llevaría a que los 9 laboratorios que hoy la producen tengan que bajar el precio de sus vacunas. El resultado final sería la producción de miles de millones de vacunas a un costo muy inferior al actual, lo que aliviaría las arcas de gobiernos pobres y se beneficiaría toda la humanidad, mientras las grandes farmacéuticas sólo relegarían una proporción de sus superganancias.
Si Alberto quiere realmente solucionar la provisión de vacunas y así lograr la inmunización masiva de los habitantes del país, debe abandonar el doble discurso, aparentemente progre del posibilismo K y avanzar en medidas como esta que proponemos desde el MST y FIT Unidad.