A un mes de las elecciones y tras toda clase de maniobras intentando desconocer el triunfo de Pedro Castillo, el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) anunció que proclamará al ganador antes del 15 de julio. ¿Se concretará? ¿Qué rumbo tomará Castillo?
Escriben: Alejandro Bodart y Vicente Gainor
Según el vocero del JNE, se revisaron y rechazaron como infundadas 27 de las 270 solicitudes elevadas al JNE y estima que «la proclamación no excederá de la quincena de julio». De ser así, significaría la derrota del intento golpista de la derecha fujimorista. Desde que el ex sindicalista y docente rural Pedro Castillo le ganó el balotaje a la derechista Keiko Fujimori por 44.000 votos el 6 de junio, el régimen cerró filas detrás de la hija del ex dictador, que denunció fraude e impulsó maniobras para desconocer la voluntad popular y quedarse con la presidencia.
Junto al pedido de anular cientos de mesas de zonas rurales, el fujimorismo alentó la intervención judicial y militar. El ex presidente de la Corte Suprema Javier Villa Stein presentó un amparo para intentar anular la segunda vuelta. El ex general y electo congresista Jorge Montoya también pidió lo mismo, junto a una asociación de militares retirados que llamaron a los altos mandos del ejército a desconocer el triunfo de Castillo.
Luego el ex fiscal Luis Arce renunció al JNE, buscando dilatar los procedimientos para evitar que se declare formal ganador a Castillo antes del 28 de julio. Eso le permitiría al Congreso, de mayoría derechista, imponer un presidente interino y presionar más fuerte para anular el triunfo de Castillo. Además, una delegación de Keiko se presentó ante la OEA en Washington para pedir la intervención del imperialismo.
Varios voceros de la conservadora aristocracia peruana, incluso algunos que hasta ayer criticaban «al dictador Fujimori y su hija», como el escritor Vargas Llosa, plantearon desconocer el voto de las zonas serranas «porque hasta allí no llega la información que le permite a esos ciudadanos evaluar con objetividad» o que se debería llamar a nuevas elecciones porque «el resultado fue demasiado ajustado» como declaró el APRA(1).
Pero todas estas tentativas resultaron insuficientes contra la movilización popular que se mantuvo en las calles en defensa de su decisión democrática y obligó a las cúpulas sindicales a amenazar con una huelga general si no se proclama a Castillo. Ante este panorama, sectores del régimen y el imperialismo yanqui abandonaron las acusaciones de fraude y dejaron aislada a Keiko. Según el diario La República, al rechazar los 27 recursos presentados, el JNE «categóricamente excluyó que haya existido un intento de fraude, como el previsto por Fujimori».
El pueblo peruano debe seguir alerta y movilizado para asegurar su voluntad democrática, pero todo indica que Castillo sería proclamado presidente en los próximos días y asumirá el 28 de julio, día del bicentenario de la independencia de Perú.
¿Al centro o a la izquierda?
La duda hoy es cuánto de sus propuestas de cambio podrá materializar como presidente y qué está dispuesto a hacer para lograrlas. En el Congreso tendrá una mayoría opositora de derecha dirigida por el fujimorismo. Los grandes medios expresan preocupación por la gobernabilidad de su gobierno y el establishment empresarial, eclesiástico, judicial y los organismos internacionales lo presiona para que modere su discurso y deseche las medidas más radicales que prometió en campaña.
La incógnita que pronto se despejará es si Castillo se apoyará en la movilización popular para sobrepasar al Congreso y demás instituciones del maltrecho régimen fujimorista e imponer los cambios de fondo que se necesitan para sacar de la pobreza a los trabajadores y el pueblo, o se adaptará rápidamente al régimen como anteriores presidentes.
Castillo no es un socialista revolucionario y nunca planteó poner fin al capitalismo. Y tiene posturas reaccionarias en temas de género y diversidad. Pero ganó el apoyo campesino, juvenil y del pueblo pobre, siendo la sorpresa de la primera vuelta, con propuestas radicales como llamar a una Constituyente para cambiar la constitución neoliberal del 93 que impuso el dictador Alberto Fujimori, nacionalizar industrias clave, una reforma fiscal progresiva y un aumento salarial general, entre otras. Pero ya en la segunda vuelta relativizó muchas de ellas, enfatizando que respetaría el orden constitucional existente y que los empresarios no deben temer porque él buscaría inversiones privadas.
Esta semana ratificó que cuando asuma una de sus primeras medidas será impulsar una Asamblea Constituyente: «Llegando al poder no seremos sordos ni mudos, como siempre hemos criticado. Por eso, el 28 de julio, iniciando el mensaje a la nación, vamos a poner frente al Congreso el primer pedido del pueblo: que agende inmediatamente la instalación de la asamblea nacional constituyente para redactar la primera Constitución del pueblo».
El problema con el que chocará enseguida será la negativa del Congreso a llamar a una Constituyente realmente libre y soberana, única forma de debatir los cambios de fondo necesarios. Si esto ocurre, pasará por sobre esa cueva de bandidos apoyándose en la movilización o «respetará el orden institucional de la actual Constitución», con mayoría fujimorista, como viene declarando.
El compromiso con las instituciones del régimen que expresa en sus declaraciones hace imposible también los aspectos económicos más radicales de su programa. En un acto, el 26 de junio, dijo: «Somos democráticos, respetamos la gobernabilidad y la institucionalidad peruana y por eso estamos acá. Seremos respetuosos de esta Constitución y en ese contexto pido al doctor Julio Velarde para que su trabajo sea permanente y coherente frente al Banco Central de Reserva». Luego lo ratificó en un tuit: «Nuestro compromiso es mantener el equilibrio fiscal y mejorar la calidad del gasto público, promover las inversiones y respetar la independencia y autonomía del BCRP. Por ello nuestra voluntad de ratificar al Dr. Julio Velarde como presidente de esta importante institución».
Julio Velarde Flores es presidente del directorio del BCRP desde 2006, nombrado por el ex presidente aprista Alan García Pérez. También lo fue de 1990 a 1992 con Fujimori y de 2001 a 2003 con Toledo. En los últimos años mantuvo estable la política del Banco Central durante los convulsionados y breves gobiernos de Kuczynski, Vizcarra, Merino y Sagasti.
Velarde proviene del derechista PPC(2) y es una figura del régimen neoliberal impuesto por la constitución fujimorista. Ha sido garante de ganancias para las multinacionales y responsable de las políticas que hundieron al pueblo peruano en la pobreza durante décadas. Es difícil que Castillo cumpla su promesa de «no más pobres en un país rico» si sigue Velarde.
A su vez, Pedro Franke, ex funcionario del BCRP, el Banco Mundial y los gobiernos de Toledo y Ollanta Humala, y posible ministro de Economía de Castillo, dijo en una entrevista al diario Gestión que se pueden hacer cambios en el país sin cambiar la constitución de 1993 ni su capítulo económico, que legaliza el saqueo capitalista de Perú. Y sobre política exterior, aunque en campaña dijo que rompería con las ataduras del país al imperialismo, Castillo dejó trascender que está buscando su canciller entre ex funcionarios de gobiernos anteriores, todos defensores del Grupo de Lima y la Alianza del Pacífico que lidera EE.UU.
Todas estas ambigüedades generan muchos debates en la fuerza que lo llevó como candidato a presidente. Castillo está en la disyuntiva de tantos otros dirigentes reformistas. De un lado tiene al pueblo movilizado, a la ofensiva, apoyando y exigiendo cambios radicales; del otro, a un miserable régimen capitalista de opresión y explotación, golpeado y a la defensiva, pero que hará todo para defender sus privilegios y perpetuarse. No se pueden resolver los problemas del pueblo sin derrotar al régimen: no hay punto intermedio. El pueblo tiene la fuerza para hacerlo, necesita que sus dirigentes se animen. Las primeras señales de Castillo no son buenas en este sentido.
Desde la LIS estamos con el pueblo peruano, para derrotar toda tentativa golpista, enfrentar toda traba que surja y exigir a Castillo que cumpla sus promesas. Llamamos a la juventud -que encabezó las luchas en los últimos años-, a las mujeres y al pueblo trabajador a que sólo confíen en sus fuerzas para lograr todos los cambios y derechos que se merecen.
1 Alianza Popular Revolucionaria Americana, partido conservador.
2 Partido Popular Cristiano.