El 24 de febrero comenzó la invasión de tropas rusas a Ucrania. A partir de entonces, la operación imperialista que encabeza Putin se topó con la resistencia ucraniana. Desde un refugio antibombas, en Kiev, Oleg Vernyk, dirigente del sindicato independiente “Zahist Pratsi” (Protección Laboral) y de la Liga Socialista Ucraniana (LSU) -sección de la LIS en ese país- relata en primera persona la defensa propia de un pueblo que despierta la solidaridad popular en gran parte del mundo.
Escribe: Oleg Vernyk
El 23 de febrero, por cuestiones laborales, me encontraba en la zona rural de Nikolaev, ciudad de Ucrania ubicada al sur del país, cercana al mar Negro y a siete horas de viaje de la capital, Kiev. Leyendo los anuncios de Putin, “la continuidad de la política por otros medios” dejó de ser una duda. El inicio del ataque imperialista de Rusia es inevitable e inminente.
Un día después, ya en Kiev, el ataque ruso ha comenzado. Se abren varios frentes de batalla por parte de los invasores, simulando la táctica militar de la guerra relámpago. Un avance rápido y contundente es lo que buscan. Rompieron el frente desde el norte, por la región Sumi. A la misma vez, se abrieron paso en el área de Járkon. Y también se dan combates en la ciudad de Gostomel, cercana a la capital. La situación se vuelve muy tensa, hechos ajenos se nos presentan de forma constante. Alarmas sonando y los aviones caza volando todo el tiempo.
Mientras hablamos entre los camaradas para saber sobre la situación de cada uno, busco tranquilizar a mi familia y amigos para organizarnos. Por primera vez, en mis 50 años de vida, nos resguardamos en un refugio antibombas por la noche. Mientras tanto, continúan las noticias sobre nuevos ataques rusos. Esta vez, el aeropuerto de Kiev es un posible punto de ataque. Minutos más tarde u horas, nos enteramos que las tropas tomaron la central nuclear de Chernóbil y sus trabajadores quedaron como rehenes. Sin embargo, las tropas rusas no lograron doblegar la resistencia del ejército ucraniano en todas las regiones durante este primer día.
Ya otro día, es 25 de febrero. La información que recibimos muestra un recrudecimiento de la situación. Nos enteramos que las columnas de tanques rusos vienen hacia acá, Kiev. El susto es un sentimiento compartido ante la barbarie de esta guerra. En la estación del Metro no cabe un alfiler: se encuentra repleto. Mucha gente lo usa como refugio antibombas debido a que los refugios antibombas no están muy bien preparados, y el Metro se muestra como una opción más confiable para el resguardo de sus vidas.
Otra noche más sin poder estar en nuestras casas. Me mantengo con mi familia en el refugio, como muchos ucranianos, ya que Kiev vuelve a ser foco de amenaza de bombardeos. Con deseos de que se termine la guerra festejamos una buena señal: la táctica relámpago de Putin no funciona como deseaba. Pero la guerra sigue ahí, con los míos estamos bien pero no logro contactarme con Sergei, ubicado en la ciudad de Mvriupol, en un momento donde se están librando batallas muy terribles.
Comenzó el fin de semana, uno nuevo y distinto. Donde las preocupaciones por Sergei todavía me atrapan. No he logrado ponerme en contacto nuevamente con él y su teléfono da apagado. Todas las ciudades regionales están siendo atacadas por el ejército ruso, pero la situación de Mvriupol es más crítica debido a que se encuentra en la región de Donetsk. Putin sobrepasó los pronósticos de todos, pensamos que iba a realizar una invasión por Donbass pero se lanzó contra toda Ucrania.
Pasaron cuatro días del inició de la invasión que desencadenó el Kremlin. Por suerte, hoy no sufrimos ningún ataque con misiles en Kiev. En el refugio antibombas se prohibió grabar videos y tomar fotos, ya somos más de 300 personas en el lugar. Me eligieron para estar a cargo del refugio, todos estamos a la espera de ver si mañana podemos salir, si es que se levanta por unas horas el toque de queda.
Es lunes, conseguimos salir por unas horas del refugio. Por suerte hay más calma entre quienes nos encontramos en el sótano del colegio donde nos protegemos, pero las amenazas sobre el aeropuerto Zhuliany siguen latentes. Los rusos tienen en miras bombardear la zona y es cercano a donde me encuentro con mi gente.
1º de marzo, un día que querremos borrar de nuestras memorias. Los bombardeos fueron permanentes, muy cercanos a nuestro refugio antiaéreo. El pánico se generalizó, nadie pudo dormir por los estruendos que amenazaron nuestras vidas. Cansado, muy cansado, sin dormir, festejamos que la noche del martes haya culminado. Los bombardeos han cesado. Ahora, con los hombres del refugio, organizamos un grupo de patrulla para resguardo del lugar, fuimos a buscar comida y también retiramos insumos necesarios para pasar los días. La calma ha desaparecido entre quienes me rodean.
Al mismo tiempo los camaradas de la Liga Socialista Ucraniana nos mantenemos en alerta y organizados, organizando actividades para que la lucha en defensa del pueblo ucraniano se extienda por el mundo. La solidaridad internacional y el trabajo de la LIS es nuestro motor para la lucha en estos momentos. Las compañeras no se quieren perder del Encuentro de Mujeres Socialistas, tanto las de Kiev como las de Ivano-Frankivsk (oeste de Ucrania), quieren hacer todo para poder estar.
El jueves la situación continúo calma para nosotros, no hubo nuevos sobresaltos. Sí escuchamos nuevos bombardeos, que luego nos enteramos que se dieron en el pueblo de Gatne, también cercano a nuestra capital. Un lugar que, por el momento, contaba con milicias nuestras. Nos preguntamos por qué están atacando este tipo de aldeas, no hay respuesta con algún argumento criterioso de lo que está haciendo Putin. La guerra relámpago no le funcionó y ahora se lo ve completamente desencajado, enviando misiones militares sin sentido.
De nuevo, una fatídica noche. Llegamos al viernes 5 de marzo luego de otra horrenda escena donde se desarrollaron batallas muy cerca de donde nos encontramos. La mañana, esta vez, tampoco trajo paz. Se escucharon dos grandes explosiones en el área de Kiev-Borshchagovka, es una situación límite para quienes estamos a resguardo, en su mayoría mujeres y niños. Ya muchos quieren partir hacia el oeste del país, pero los bombardeos dificultan el paso por las rutas que están siendo atacadas.
Con esta invasión y asedio permanente van quedando las cosas claras: las ocupaciones de diferentes regiones y parte de la infraestructura del país, como el caso de Zaporiyia y los continuos bombardeos, ahora ya en zonas residenciales, demuestra quiénes son los verdaderos fascistas.
A pesar de lo relatado no puedo dejar de expresar el agradecimiento hacia mi organización internacional, la Liga Internacional Socialista. Esa ayuda es la que necesitamos desde Ucrania que está en pie de lucha ¡Estamos aguantando! Es muy difícil para nosotros, pero Ucrania aguanta. Nuestros muchachos vienen mostrando milagros de heroísmo. Sabemos que la ayuda no vendrá por parte de ningún imperialismo, la OTAN ya se desprestigiará ante las masas de los trabajadores ucranianos.
Ante estos días tormentosos y tristes para el pueblo ucraniano, a los trabajadores, no nos queda más que resistir para terminar con esta invasión rusa y liberarnos de los opresores: ¡Viva Ucrania! ¡Viva la Solidaridad Proletaria Internacional! Gracias camaradas ¡Estamos aguantando!