El dólar cerró, este miércoles 16, al récord de $780. Remarcaciones del 25% promedio, muchos rubros sin precios y una proyección anual de inflación del 180% son el marco de una corrida cambiaria detonada a partir de la brutal devaluación del lunes producto de la crisis política y económica. Una crisis acelerada por el triunfo inesperado de Milei y la derrota –más esperada- del gobierno que parece no tener fin.
Escribe: Gustavo Giménez
Luego de una devaluación efectuada este lunes del 22% en el dólar oficial para cumplir con las exigencias del FMI en un país con reservas negativas por alrededor de U$S 10.000 millones, el dólar blue hoy cerró a $780, saltando $175 en tan sólo tres días y sin tener un claro techo. Un gran salto en la escalada que tuvo a lo largo de la semana pasada producto de la dolarización de carteras.
El gobierno primero amenazó con prohibir las exportaciones de carne – cuyo precio local aumentó un 30%- para luego retroceder parcialmente. Luego anunció acuerdos con los empresarios para que no subieran más del 5% mensual por los próximos 90 días. En el momento en que estaba calculando cómo subir las tarifas de acuerdo al aumento del nuevo costo de la energía, para evitar pagar más subsidios como exige el Fondo, la corrida reventó todos los cálculos, los económicos y los políticos, planteándose incluso la posible renuncia de Massa.
Este lunes, el gobierno pretendió justificar su falta de intervención en el mercado de cambios para frenar la presente corrida con la excusa de que había acumulado reservas por las liquidaciones de exportadores. En realidad, estaba cumpliendo con la exigencia del FMI de acumular reservas para pagarle cueste lo que cueste.
La escalada presente muestra el grado de sumisión a sus exigencias para que le liberen U$S 7.500 millones para repagarle vencimientos al propio organismo, cumpliendo con el pago del fraudulento Stand By contraído por Macri por U$S 44.000 millones. De esta postergada remesa quedarán apenas U$S 1.000 millones en las reservas. La corrida parece no tener fin, a pesar de la felicitación del Fondo por las medidas tomadas y la promesa de entrega de los fondos pactados. El viaje de Massa a Washington la semana que viene parece ser una eternidad.
La escalada de precios no para. La nafta –por ahora 12,5%- los alimentos entre un 15 y 25%. Proliferan carteles tales como “la caja puede no respetar el precio de la góndola” y se empieza a sentir el desabastecimiento de productos “sin precio”. Los economistas proyectan la inflación del bimestre agostoy septiembre en cerca de un 30% y la tasa de inflación anual en un 180%.
Mientras la crisis económica y política se retroalimentan el FMI llama a Milei y a los economistas de Bullrich para tener certezas de que van a continuar con el acuerdo firmado por el gobierno argentino. La actual devaluación brutal de la moneda significa una enorme transferencia de ingresos de la población trabajadora, de los jubilados y enormes sectores populares a las arcas de los grandes especuladores y empresarios, ante la complicidad del gobierno nac&pop de Massa, Cristina, Alberto y Grabois.
La crisis política acelera la crisis económica capitalista
El país carga con una deuda externa fraudulenta colosal, que pese a ser denunciada su legitimidad por este gobierno, con protestas al FMI de palabra buscando infructuosamente alguna concesión, Massa está pagando puntualmente con el aval de Alberto y Cristina.
Deben sumarse también las deudas con otros organismos como el Banco Mundial o el BID, la deuda de cortísimo plazo contraída con la CAF y Qatar, y los U$S 5.000 millones en yuanes, que ya se gastó el gobierno de la primera etapa del swap con China. Además, la onerosa refinanciación de los bonos con los fondos buitres de Guzmán –con aval de Máximo-, reconociendo la mayor parte de su capital, cuando cotizaban al 20% en el 2020.
La falta de financiación en dólares por el enorme riesgo país generó una gran especulación vía los pasivos remunerados del Banco Central (Leliqs y pases) y los bonos del Tesoro. Los fondos buitres cambian los dólares que ingresan al país para especular en las altas tasas de interés de los bancos que superan la depreciación de la moneda local (carry trade).
El último aumento de las tasas, al 108% nominal anual y 208% de tasa efectiva anual, se explica por la necesidad de intentar frenar, aunque sea en parte, la dolarización, y además, tentar a los buitres para que traigan los dólares que el gobierno demanda. Las tasas positivas están encareciendo el crédito, provocando una importante baja en la actividad productiva, castigada además por el freno a las importaciones y la baja del consumo. Pronostican un 3% de caída del PBI para este 2023. Con todo, la deuda pública, externa e interna, ya suma la friolera de U$S 405.000 millones (el 64% en moneda extranjera).
Sumemos a esto, una voracidad sin freno de las multinacionales y capitalistas locales que tienen el precio de la mano de obra más depreciado de los últimos tiempos (-20% en los salarios registrados, -40% en los informales), y que, cuando sube la actividad económica, lejos de derramar en mejores sueldos y jubilaciones, se aumenta la participación de los capitalistas en el valor agregado de la economía y crece el trabajo precarizado en una Argentina con 43% de pobreza.
En este marco, la pérdida de U$S 20.000 millones por una importante sequía, más la inclemencia de un Fondo que no quiere negociar ninguna de sus brutales metas de ajuste pactadas, está haciendo eclosión en una economía exhausta con tanta depredación.
Un escenario de mayor crisis social
El nazi liberal Javier Milei, ganador de las PASO, ha vuelto a la carga con la dolarización. No puede cambiar los pocos dólares existentes en el BCRA por pesos, ya que el precio de la divisa se iría a $ 10.000, y es casi imposible que se concrete su promesa de un crédito externo extraordinario. Por eso, ahora aparecen otras variantes, igualmente fantasiosas, para usar electoralmente esta promesa de que se termine la inflación con buenos salarios en dólares, como la propuesta del economista Ocampo de obligar a los argentinos que tienen dólares guardados a utilizarlos para las transacciones locales y además este facho “rock star” insiste que con el restablecimiento de la “confianza” los títulos argentinos se revalorizarán.
Lo que sí es una propuesta en la que Milei coincide tanto con Bullrich como con el Fondo, como también con lo que, pese a su doble discurso, está haciendo Massa: un achique brutal de los presupuestos del Estado. Con la tramposa excusa de “achicar el gasto político”, plantea la reducción brutal de ministerios, como el de trabajo, salud, educación o desarrollo social… hasta del CONICET, con el desplazamiento masivo de empleados públicos, en lo que él estima sería un achique del 15% del PBI, y la privatización, vía vouchers, de la educación y la salud, o de la obra pública, entre otras funciones imprescindibles del Estado. Dice que conservaría los planes sociales en una primera etapa, desarticulando el control de las organizaciones sociales, para luego reducirlos sustancialmente.
Bullrich y sus economistas Laspina y Melconían, también quieren una devaluación importante vía la liquidación del cepo, aunque admiten que no podrán hacerlo de inmediato. La “Pato” ya mostró la hilacha hablando de un “blindaje”, que es lo que implementó el Fondo cuando era parte del gobierno de De la Rúa, y nos hundió. Ahora hablan de favorecer la bimonetariedad (o sea, la libre competencia de divisas que van seguramente a seguir hundiendo el peso).
Melconian habla de un shock de reducción del gasto público de entre un 3,5 y 4% del PBI, reduciendo subsidios y echando el 25% de la planta de empleados públicos en el primer año para llegar de inmediato al déficit 0. Más las recetas de achique del sistema previsional y reforma laboral.
Massa, que ahora habla como el defensor de los trabajadores, los remedios de los jubilados, etc., etc., después de su importante revés electoral se ha esmerado en avanzar por el camino que los otros candidatos de la derecha, prometen. Ha bajado el gasto público en forma récord (ver cuadro). Ha licuado el valor de las jubilaciones, asignaciones, planes sociales, los presupuestos de salud y educación, con una inflación desbocada. El viernes aumentó los haberes de los jubilados y con la devaluación del lunes se los sacó. No hay noticias del aumento que prometió para los trabajadores con sueldos más bajos como los municipales.
Los tres coinciden en un modelo económico extractivista que permite que el agronegocio, la extracción de hidrocarburos y la creciente megaminería del litio y otros metales, fuguen divisas permanentemente por distintos mecanismos (sobre y subfacturación de exportaciones e importaciones, exportación a simple declaración jurada, puertos privados, etc.), que hacen de nuestro suelo una tierra de sacrificio. Una economía primarizada orientada a la exportación, de la que se extraen divisas correspondientes al trabajo argentino, para pagar deudas fraudulentas (incluidas las de grandes empresas) a los buitres internacionales.
Si completamos en que todos quieren reducir el presupuesto previsional y flexibilizar las normas laborales, sus proyectos implican un brutal ajuste contra el pueblo trabajador, el que seguramente va a dar fuertes peleas para no dejar ser esclavizado y perder conquistas históricas. La dinámica brutal de la actual crisis parece estar adelantando los choques futuros.