La postal que dejó el año saliente fue la de un gobierno debilitado, que se encerraba más y más en un relato imposible, a medida que la realidad se le presentaba iba complicando. Ni siquiera el 7D fue la fiesta que se propuso la presidenta, y terminó convertido en un festival con artistas de gran convocatoria y todo el aparato oficialista movilizado. Incluso tuvo que volver a ver una plaza con miles de trabajadores reclamando por el impuesto al salario, las asignaciones familiares y el 82% móvil, entre otros puntos. Antes estuvieron los dos cacerolazos masivos y los primeros paros nacionales de la era K. Y sobre el final del año los saqueos en cientos de comercios de distintas provincias del país.
En esa mezcla creciente entre el quiebre de millones con el gobierno y la bronca por los problemas que nunca se resuelven, transcurrió 2012.
La crisis global sigue su curso y también sus efectos sobre la economía argentina. Los tironeos por la coparticipación muestran las finanzas provinciales en retroceso preanunciando conflictos estatales y docentes, además de ajustes, recortes, impuestazos y profundización de la entrega de los espacios públicos.
El intento de poner techo en las paritarias, adelantando algunas (docentes) a los primeros días del año va tan a contramano de la realidad y del ánimo de los trabajadores que hasta la Caló, Yasky y demás dirigentes cristinistas han tenido que salir a decir algo, mientras se multiplican los sectores que rechazan de plano las pretensiones de que seamos los trabajadores los que paguemos la crisis.
Si a esto le sumamos los compromisos con las grandes potencias de seguir pagando la deuda externa, entregando los recursos naturales a megamineras y petroleras multinacionales tenemos un panorama que coloca en el horizonte futuras confrontaciones.
Por eso, quienes luchamos por un cambio de fondo tendremos por delante la tarea de apoyar todas las luchas de los trabajadores, la juventud, los sectores populares, el movimiento de mujeres, sectores del arte y la cultura, los pueblos originarios contra todas las medidas de ajuste, represión, entrega y todas las reivindicaciones que se vienen levantando en todos los rincones del país. Allí, en las calles, tendremos que pelear en unidad, defendiendo la democracia de las asambleaspara que decidan las bases. También será el lugar donde surjan y se fortalezcan nuevos dirigentes y activistas que serán vitales en las peleas que vienen. La Corriente Sindical del MST pondrá toda su fuerza, desde la CTA y en los gremios de la CGT para que estos procesos avancen y se consoliden. El mismo rumbo tomarán la Juventud Socialista, las Mujeres del MST y el Teresa Vive en sus frentes de lucha.
Cristina -como lo demuestra la pelea con Darín, el acto por la fragata (ver nota aparte) y los anuncios de «revolución ferroviaria» va a combinar su defensa cerrada del modelo con anuncios y promesas de toda clase. Se juega a recuperar terreno, aunque sigue en baja y tiene la billetera más chica. Al mismo tiempo, el deterioro del gobierno y el aumento del conflicto social han acelerado los debates y la disputa político-electoral. No hay que descartar cambios en las fechas de las votaciones según le convenga a los gobernantes de cada lugar, como ya se rumorea en Capital.
Y en este rubro hay una primera definición importante: los analistas concuerdan en que la caída del gobierno no vino acompañada por el crecimiento de ninguno de los referentes opositores que el sistema pretende colocar como recambio. Macri, De la Sota y hasta el propio Scioli están en una danza de fotos, abrazos y alguna pelea mediática pero no consiguen despertar entusiasmo. Todos gobiernan contra el pueblo, aumentando los impuestos, recortando presupuestos en salud, educación y ayuda social, pagando salarios de hambre. Por eso, ante cada problema estructural que estalla en el modelo K, son incapaces de ofrecer soluciones de fondo. Tampoco aparecen salidas por el lado de la UCR y su intento de conformar una «nueva alianza» con Binner, sectores como Libres del Sur y ahora Prat Gay. Una propuesta que sólo le daría aire al viejo partido y no pondría en práctica ninguna transformación real en el país.
Por todo esto, la situación que venimos transitando nos coloca frente al desafío de fortalecer una alternativa política transformadora. Dar pasos en este sentido tiene una importancia vital para salir de esta situación y superar la estafa de un kirchnerismo, que se dice nacional ypopular pero pacta con el PRO para entregar los espacios públicos al grupo IRSA o dejar en el subte a Roggio. A la vez tenemos que defender un programa de cambios profundos opuesto al de Cristina y también al de los Macri, De la Sota, Scioli, la UCR y todos los defensores de lo viejo.
Para que haya salida hay que dejar de pagar la fraudulenta deuda externa, recuperar los trenes y el subte para que sean estatales bajo estricto control social, se tienen que ir las megamineras y los pooles de siembra que nos saquean y contaminan. Hay que eliminar el impuesto al salario, los topes a las asignaciones familiares y terminar con la precarización laboral y el trabajo en negro. También hay que terminar con las mafias de la trata y el crimen organizado, que crecen de la mano de la corrupción política-judicial-policial. Se debe defender la salud, la educación y todo lo público. Y luchar por los derechos de la mujer, los jóvenes y los pueblos originarios. Por estas cosas pone el cuerpo nuestro pueblo en las calles, y son estas cosas las que el país necesita resolver.
Con ese objetivo venimos construyendo una alternativa y queremos fortalecerla, ampliando la unidad. Por eso impulsamos la candidatura de Pino Solanas senador 2013 y aportamos las de Alejandro Bodart diputado nacional por la Capital, Vilma Ripoll diputada en Provincia de Buenos Aires y nuestros mejores compañeros en todo el país.
Nos jugamos en todos los distritos a fortalecer una fuerza que represente los anhelos de cambio que millones vienen buscando desde hace años. Apostamos a confluir además de las fuerzas del Movimiento Proyecto Sur, con todos aquellos sectores del campo popular con los que coincidamos en un programa emancipador y de cambio, como las fuerzas realmente progresistas que integran el FAP, toda la izquierda, las organizaciones sociales, los compañeros independientes y todos aquellos sectores que quieran sumarse a desarrollar una gran alternativa unitaria y nos pongamos de acuerdo en una propuesta de fondo.
Invitamos a los trabajadores, jóvenes, vecinos, movimientos sociales, intelectuales, artistas y profesionales a sumarse para que esta propuesta se extienda y eche raíces entre los de abajo. Desde el MST pondremos toda nuestra fuerza para lograrlo.