Los que tuvieron la posibilidad de salir de viaje en sus vacaciones y los que no, van retornando a sus labores cargados de noticias que pintan el año. Nunca fue tan cierto eso de que «la primera impresión es la que cuenta».
Crisis, ajuste y conflictos
Una primera definición sirve para ubicar las cosas en su sitio: la crisis internacional no se detuvo, ni tampoco los efectos que tiene sobre nuestra economía nacional.
La actividad industrial tuvo una caída, encabezada por las automotrices y metalmecánicas. La construcción ya había tenido una baja en 2009, pero ahora es más pronunciada. La inflación sigue alta y los controles de precios son una ficción que no puede tapar una inexistente política de industrialización acompañada por la falta absoluta de controles sobre los grandes formadores de precios. El dólar paralelo se dispara y la caída en las reservas de esa moneda que hay en el Banco Central muestra que las grandes empresas dudan de la fuerza del gobierno para cuidar sus negocios. El llamado cepo cambiario seguirá afectando a sectores medios, así como a algunas actividades comerciales, profundizando el parate económico.
Por el lado de las cuentas estatales las cosas están parejas con lo anteriormente dicho. Desesperado por sus urgencias electorales y económicas, el gobierno nacional profundiza la retención de fondos, a costa de un serio riesgo en las ya acuciadas finanzas de las provincias. No son pocos los distritos con las cuentas complicadas, entre ellos la Provincia de Buenos Aires. Los gobernadores buscan oxígeno aumentando los impuestos, mientras se niegan a eliminar las ventajas impositivas sobre los grandes bancos, empresas y terratenientes. Los salarios estatales y docentes, las jubilaciones y programas de ayuda social ya están sintiendo el efecto de estas decisiones.
Así las cosas, lo que se viene es la pelea lisa y llana por quién va a pagar la crisis en nuestro país. Por arriba todos los gobiernos se pelean para ver quién se hace cargo de la mayor parte del ajuste que hay que aplicar. Solicitadas, denuncias, todo sirve para tratar de despegarse de los costos de un modelo que todos vienen sostienendo. Por abajo, los trabajadores y el pueblo juntan bronca por los salarios que no alcanzan, contra los descuentos por ganancias, la pérdida de asignaciones familiares. Se viene un conflicto docente y ya hay paro nacional de estatales. Marchan los camioneros. Y ya está convocada una movilización CTA-CGT para el 14 de marzo. Tan grande es el enojo que hasta Caló y sus amigos han tenido que ponerle fecha a un encuentro que presiona al gobierno.
La temperatura está bastante arriba, y no es por la estación.
Los gobiernos, en baja
El año pasado terminó ratificando dos datos políticos claves. El gobierno nacional sufrió un fuerte desgaste, retrocediendo en su relación con muchos de sus votantes y petrificando la oposición de quienes ya no lo querían. Esto por sí solo es suficientemente importante y tendrá expresiones múltiples. Pero también hay otro dato que acompaña al anterior. Y es que esa caída fue secundada por el rechazo o apatía hacia los principales referentes de la oposición. Ni Macri ni De la Sota, tampoco Binner, para qué hablar de la UCR. Ninguno es visto como alternativa para salir de una situación cada vez más incómoda para millones. Y es porque, además de no ofrecer soluciones a los problemas estructurales que vivimos todos los días, donde gobiernan también lo hacen contra el pueblo. Los tarifazos, la corrupción y la miseria salarial se repiten en tierras oficialistas y opositoras.
La conjunción de estos procesos configura un escenario de gran debate político, donde millones buscan un cambio sin que las opciones del sistema los encandilen. Así se puede observar en cualquier conversación en la calle, el trabajo, los lugares de estudio.
Para los de arriba, sin dudas, no es el mejor escenario.
Batalla electoral y alternativa
Sin cerrar la puerta a cambios bruscos que pateen el tablero y pongan todo patas para arriba, el horizonte más probable es el de una batalla electoral donde se expresen -según los actores que finalmente participen- los cambios que arrancaron el año pasado. Esto no minimiza el conflicto social y la importancia de la movilización que los trabajadores y el pueblo están desarrollando y que seguramente seguirá a lo largo del año. Pero sí le otorga un enorme valor a la respuesta que, los que queremos un cambio del país, seamos capaces de dar a este tema. Si el oficialismo y muchos referentes de la oposición están desgastados, hay una enorme oportunidad para que una alternativa unitaria y transformadora pueda hacerse fuerte y avanzar como opción frente a los gobiernos. Este puede ser el caso con la candidatura de Pino Solanas como senador por Capital. Y de lograrse podría dar lugar a un fenómeno positivo que llegue más allá de la General Paz y pueda motorizar un movimiento de cambio muy importante. Por eso, con Alejandro Bodart para diputado nacional y con Vilma Ripoll como diputada junto a demás referentes en todo el país, nos jugamos a desarrollar a fondo esta herramienta y batallar contra cualquier intento de transformarla en una «nueva alianza» con la UCR y otros representantes de lo viejo.
Sería positivo confluir en este rumbo con los compañeros de Unidad Popular, Buenos Aires para Todos y otros sectores realmente progresistas del FAP; también con los movimientos sociales y con aquellas corrientes de izquierda que abandonen el sectarismo y se sumen a pelear por un cambio de fondo en unidad.
Tres tareas
Apoyar y participar activamente de los procesos de lucha de los trabajadores y el pueblo, aportando al surgimiento de nuevos dirigentes que desplacen en sindicatos, organizaciones sociales y estudiantiles de los barrios a los aplaudidores del gobierno y las patronales. Es una tarea vital y presente, que los miles que salen a la lucha y comienzan su experiencia reconozcan a los traidores de siempre.
Al mismo tiempo hay que acompañarla con propuestas de transformación profunda para terminar con los sufrimientos de los de abajo, derrotando el doble discurso K y las viejas recetas del sistema que ya nos hundieron antes.
Por último, tenemos que ser capaces de fortalecer una alternativa para pelear por todas estas causas, para que no nos saquen en los despachos lo que nos costó una vida de sacrificios y lucha. Y la batalla electoral es un gran desafío en este terreno. Aquí, como en las luchas, se ponen a prueba las corrientes y sus dirigentes. Y los resultados influyen en la pelea cotidiana.
El panorama político del país nos hace ser muy optimistas en las posibilidades de avanzar en cada uno de estos terrenos. También el contexto internacional, con los pueblos de Europa en las calles enfrentando a los gobiernos capitalistas.
Para llevar adelante todas estas tareas, a lo largo y ancho del país, es fundamental fortalecer el MST en Mov. Proyecto Sur. Para ello invitamos a trabajadores/as, jóvenes, vecinos/as, militantes sociales, artistas, intelectuales, jubilados/as a que se sumen y juntos podamos fortalecer un partido que se juegue entero por estos objetivos. Tenemos una enorme oportunidad que aprovechar y la responsabilidad de hacer todo para lograrlo. Es nuestro futuro el que está en juego. No hay tiempo que perder.