El comunicado de prensa del PRO ante el atentado en París, firmado por el presidente del partido, Humberto Schiavoni, finaliza así: «Los argentinos tenemos que recordar que supimos vivir enfrentamientos fratricidas que han quedado sepultados en el pasado y que allí deberán quedar por siempre.»
Es una doble barbaridad. Primero, afirma que aquí bajo la última dictadura militar hubo una guerra entre hermanos. Es una inédita versión de la vieja y nefasta teoría de los dos demonios, que pretendía igualar las equivocadas acciones de la guerrilla con el terrorismo de Estado para exculpar a éste. Una mentira burda que el macrismo ahora busca reciclar.
Segundo, el PRO no plantea la necesaria continuidad de los juicios a todos los genocidas y sus cómplices civiles, sino la reconciliación con ellos, la vuelta de página y el olvido. Esa no es la defensa básica de los derechos humanos y democráticos que todo partido debería sostener, sino el impulso a la impunidad.
Cuando al mando del Ejército hay un general como César Milani, que actuó durante la dictadura y debería ir a juicio, éstos no son temas sepultados en el pasado -como pretende Macri- sino de plena actualidad.