La convención nacional que el radicalismo realizó en Gualeguaychú certificó que el centenario partido se ha alejado definitivamente de los programas o principios que le dieron origen para consolidarse como un aparato electoral al servicio del mejor postor.
Partiendo de la base de que la disputa entre dos sectores del partido era para ver detrás de quien se encolumnaban, Cobos empujando por Massa y sus ex amigos de FAUNEN y Sanz empujando por Macri, poco podía esperarse de tan promocionado evento.
Lo cierto es que el vivir de la política, el sostener el aparato de cargos y posiciones de poder, el «ser parte» de un espacio que saque más votos, hace que el centro de la política sea la propia supervivencia, la conservación y eso, es un camino de ida.
No es nueva esta pérdida de carácter popular del radicalismo, en su ADN tiene grabada su participación en la Unión Democrática, su claudicación ante los carapintadas o su retirada del gobierno en el 2001, con 40 muertos en las calles y un desastre social sin precedentes. Todos esos procesos fueron constituyendo la característica fundamental del radicalismo actual, un aparato de negocios que puede ser rellenado con cualquier ideología, llevar cualquier candidato con el objetivo de sostener el orden actual de las cosas donde los grandes grupos económicos hacen sus negocios a costa de la miseria de las grandes mayorías populares, eso si, para eso utilizan los votos que recogen engañando a ese mismo pueblo, lo bueno es que cada vez más honestos compañeros rompen con esa experiencia, a todos ellos los invitamos a venir con la nueva izquierda.