¿Se sabe exactamente cómo se las ingenió Hugo Chávez para contener a organizaciones e individualidades de distintas tendencias, formaciones y tradiciones, más allá de guiñarle el ojo a todos? ¿Lo tuvo tan claro desde un principio o con el recorrido fue alcanzando la precisión con la cual en determinados momentos lograba que todo el mundo estuviera en sintonía en función de su liderazgo? Por ahí, un compañero recientemente ha dicho que Marea Socialista viene aplicando el «método» Chávez.
Pareciese ser un poco más claro que desde inicio se percibió que Chávez traía consigo algo distinto, que iba desde sentir que hablaba como nosotros, pasando por ser alguien que asumía responsabilidades, hasta pensar que las tenia bien puestas, como muchos próceres que hicieron sus grandes aportes en 500 años de historia (entendiendo que Chávez se da a conocer en 1992). Más contenido, agarró todo lo anterior, cuando siendo poder constituido, se desdobló al poder constituyente por allá en 1999. Esa fue una de las grandes gestas de Chávez: poner a decidir al Poder Originario.
Esa conjunción Pueblo-Chávez, fue agarrando forma, dinámica y carácter de contenido emocional, pasional, religioso, y obvio que no faltó lo teórico. Pero siempre en el marco de la diversidad. Cómo no recordar cuando proponía leer a Guevara, Mao Tse Tung, Gramsci, Rosa Luxemburgo, Lenin o Trotsky. Por cierto que nunca se le escucho reivindicar ni hacer bromas con Stalin.
Chávez era hijo del proceso revolucionario. Proceso que hoy día se encuentra en riesgo de perderse. Causas económicas, sociales y políticas como las que viene padeciendo el pueblo venezolano, golpean fundamentalmente a la base social que sostiene a la revolución, que se encuentra desmoralizada y muy desorientada ante todo lo que está pasando. ¿Por falta de conciencia? ¿Es que no entiende? Creemos que una de las grandes razones a la cual se debe el estado colectivo en que se encuentra nuestra base, amén de las condiciones objetivas, es la falta de espacios acompañados de verdaderos debates políticos.
Cuando hablamos de diversidad, hablamos de democracia. Esa que aparece contemplada en la constitución del ya mencionado año 1999. Democracia que dice ser participativa y protagónica. Es un proyecto o pacto social que emergió de debates y aportes colectivos. Valor que es desdeñado y violentado cuando se suspenden elecciones (del nivel que sea) de manera repentina y que infieren vicios, cuando se condena o se expulsa a miembros de cualquier organización política como medidas de retaliación, cuando se les niega el espacio a los trabajadores en las empresas que administra el gobierno para que hagan sus propias actividades o como mas reciente el sonado caso de la eliminación del voto directo para elegir a los diputados al Parlamento Latinoamericano. Sólo por citar esos de muchos ejemplos que lamentablemente podríamos traer a colación.
Empalmar con la gente se hace exageradamente necesario en medio de todo el descontento y confusión reinantes. Convocar un proceso constituyente 26 años después del 27 de febrero de 1989, es una forma de reencuentro, de sabernos, de ponernos al día con un gran déficit que tenemos el pueblo bolivariano. Que debemos saldarlo con un amplio debate, con balances, con todo lo amplio y diverso que es nuestro proceso. Es parte del nuevo fenómeno, que refiere exigencias, que demanda crítica, que no se la calla, que no tiene claro lo que se asoma en lontananza pero está presto, muy presto. Eso lo hemos comprendido desde Marea Socialista. Por eso nuestra construcción ahora va vinculada a un proceso que apuesta por recoger la mayor amplitud, retomar la memoria histórica, sistematizar el esfuerzo de miles y miles de militantes revolucionarios que han dado y siguen dando todo lo que está a su alcance con la convicción de que un mundo mejor es posible.
¿Podemos construir algo distinto con corruptos? ¿Podemos enrumbar a la revolución bolivariana con sectarios, dogmáticos y reformistas? ¿Podemos fortalecer la unidad bajando líneas? ¿Se es mas chavista siendo un obediente ciego, estigmatizando compañeros sólo por pensar distinto o repitiendo que este no es el momento? ¿Se solucionarán los problemas sólo aludiendo a los mismos con retóricas vacías y escuetas? Creemos que la respuesta a todo lo anterior es NO.
Por el contrario estamos convencidos que podemos aplicar auditorías a todo lo que consideremos debe aplicarse. Que nuestro dinero birlado y depositado en cuentas privadas en bancos extranjeros puede repatriarse. Que los corruptos pueden ser expulsados de la revolución y paguen sus delitos. Que el candidato que quiera nuestro voto debe cumplir con un perfil. Que el golpe de timón lo podemos dar entre todos. Que podemos hacer que la crisis la paguen los responsables y no quienes no lo somos.
De eso y mucho más se trata el proceso constituyente de Marea Socialista. Es consolidar orgánica, inaugurar Las Casas de las Mareas, encontrarnos para acordar, luchar por nuestros derechos y defender nuestras conquistas. Es una gran oportunidad de enaltecer una de las claves de nuestro proceso, de encontrarnos con nuestro pueblo y con el ángulo anticapitalista, antiimperialista y profundamente humanista de Chávez. Lo dicho pues, el proceso constituyente de Marea Socialista, también es una cuestión de estilo.
Gustavo Martínez Rubio www.aporrea.org
“En uno de los films de la estupenda Tetralogía del Poder de Alexander Sokurov, Stalin visita a un Lenin ya casi agonizante en su dacha, y le entrega un bastón con el puño exquisitamente labrado, que le envía de regalo el Comité Central. Compungido (cínicamente, hay que entender: al ascendente Stalin no se le puede escapar la simbología de regalarle un bastón al declinante Lenin), le informa que se había pensado inscribir en él una dedicatoria: al más grande hombre de la URSS, padre del socialismo, héroe titánico de la revolución, cosas por el (deplorable) estilo. El problema es que una decisión tan importante (¿?) requiere el voto unánime de todos los miembros del Comité y ha habido un voto en contra. Lenin lo interrumpe sin vacilar: “Ya me imagino: Trotsky”. La tragedia que ya ha empezado a atravesar a la Revolución Rusa está plenamente condensada en este episodio –sea verídico o imaginario–: poco tiempo después Lenin estará muerto, Trotsky será un paria, Stalin transformará el gobierno de los soviets en su personal dictadura burocrática y sanguinaria. La anécdota también pinta de cuerpo entero una posición política e intelectual de Lev Davidovitch Bronstein (a) Trotsky: los liderazgos son respetables y necesarios, pero la causa revolucionaria, llevada adelante por las masas en su conjunto, no puede ni debe reducirse al culto de la personalidad, así la “personalidad” sea el mismísimo Lenin. Cuando eso termina triunfando, se puede decir que ya está casi todo perdido. Las personas sin duda existen: no hay dos hombres que sean iguales, los “estilos” (políticos, literarios, lo que fuere) de los líderes pueden hacer mucha diferencia en la historia. Pero la diferencia es en la historia: los individuos y las masas la hacen, en condiciones que no pueden elegir –para hacer una cita canónica–. Tampoco pudo elegirlas Trotsky. Pero sí eligió no traicionar la parte de la historia de la que había sido un protagonista central. Y no traicionarse a sí mismo, ni siquiera –y quizá sobre todo– en el estilo.”
Fragmento del articulo “Trotsky, un hombre de estilo” autoría de Eduardo Grüner.