Hace unas semanas, en ocasión de recibir la presidenta un premio de la FAO (Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura), el inefable Jefe de Gabinete y pre candidato a gobernador Aníbal Fernández, se desvivió por aleccionarnos cómo en Alemania hay más pobreza que en la Argentina. No era para menos… tenía que justificar los dichos de Cristina de que la pobreza en el país abarcaba tan sólo al 5% de la población.
Ahora un nuevo informe de la UCA (Universidad Católica Argentina) que sitúa la pobreza en un 28,5 %, 11 millones de habitantes, y a la indigencia en el 6% (dos millones) hizo volver a hablar largamente a don Aníbal, para explicar lo inexplicable: que no hay pobres en la Argentina, que el INDEC no los mide hace dos años porque está ajustando la metodología de medición para cambiarla por otra mejor y todos los que afirmamos que hay muchos pobres en la Argentina, que cada vez son más, somos unos terribles mentirosos.
Para colmo don Aníbal nos cuenta que el BID afirma que en el país todos pueden jubilarse dignamente y que estamos arriba de los estándares internacionales.
Ambos son organismos del imperio. La FAO está dirigida por José Graziano da Silva, funcionario por el que Cristina hizo mucho para que asumiera en el 2011, lo que éste reconoció públicamente. La verdad que… vanagloriarse del sistema jubila-torio argentino, en el que más del 70% de los jubilados gana la mínima de $ 3.800- no aporta mucho al combate contra la pobreza.
Miente, miente… que algo quedará…
Esa parece ser la estrategia de los funcionarios kirchneristas en campaña. Lo cierto es que es que con la CBT (canasta básica total) para una familia tipo en $ 5.517 (según la UCA), la pobreza abarca a un extenso sector que va desde los desocupados plenos o que tienen unas pocas changas, hasta una gran parte de los asalariados que ganan menos de $ 5.500 por mes.
Y esto se agrava año a año ya que la pérdida de empleos, el avance de la precarización, el empleo en negro, flexibilizado, la sub ocupación o la desocupación plena, sumados a una inflación enorme en los precios de los alimentos, hace que los niveles adquisitivos de la mayoría de la población bajen sin parar.
Por eso las mentiras de Aní-bal o las declaraciones de Itzco-vich, el actual titular del IN-DEK, acerca de que alcanzamos «el fifty-fifty en la distribución del ingreso» no respetan ninguna estadística seria, justamente porque lo que pasó en estos años fue una enorme concentración de la riqueza de las corporaciones y sus socios, agrandando y no achicando la distribución del ingreso. Y un reflejo de esto es que el aumento de la cantidad de planes sociales en los últimos años (del 20 al 28%), sin el cual las cifras de pobreza e indigencia serían mayores, ha sido sobre la base de que estos han perdido una parte importante de su poder adquisitivo.
Los kirchneristas intentan embanderarse con la recuperación económica posterior al 2002. En realidad han sido artífices con las corporaciones que apoyan tanto a Scioli como a Macri, que en el período que más dólares entraron a la Argentina, en vez de generar un modelo productivo soberano con una fuerte industria local, se siguiera desarrollando este modelo extractivo, depredador y contaminante, al servicio de los negocios de las multinacionales y el imperialismo.
Gustavo Giménez