En el feminismo, los debates abundan. Como existen ciertos grupos y activistas que, por ideología o por confusión, sostienen posturas antipartido y antivarones que consideramos equivocadas, reafirmamos el carácter anticapitalista de nuestro feminismo.
La desigualdad de poder de la mujer proviene de este sistema, que es a la vez capitalista y patriarcal. Esto es así porque la clase capitalista dominante se beneficia económicamente del trabajo doméstico no remunerado de la mujer, que «cuida» a lxs trabajadorxs de hoy y de mañana. Por eso todas las instituciones del sistema, Estado, Gobierno, Congreso, Iglesia, Justicia, Policía, Fuerzas Armadas, tienen interés en sostener el patriarcado y la opresión de la mujer, que además es la causa de la violencia machista.
Por esa razón la lucha de fondo antisistema es política, anticapitalista y antipatriarcal, y entonces para dar vuelta toda esta sociedad necesitamos una herramienta política, un partido socialista revolucionario en donde nos organicemos en común mujeres y varones. Y por esa misma razón de fondo las posturas feministas antipartido, y más aún si van contra la izquierda, son reaccionarias y de hecho funcionales al mismo sistema capitalista y patriarcal que nos explota y nos oprime.
A su vez el antipartidismo suele ir asociado a una postura similar dogmáticamente antivarones, que también creemos equivocada. Reflexionemos un momento. ¿Acaso está mal que estudiantes de clase media apoyen una lucha obrera? ¿O que un blanco como Santiago Maldonado se solidarice con la lucha del pueblo mapuche? ¿O que lxs nativos respalden a lxs migrantes? ¿O que gente heterosexual vaya a una marcha LGBT?
No sólo no está mal, sino que es necesario si realmente queremos ganar la batalla. De igual modo, el respaldo de varones antipatriarcales fortalece las luchas feministas. Desde ya, la mujer protagoniza y el hombre acompaña. Pero quien divide, conscientemente o no, debilita la pelea. Por eso, y más allá de las intenciones, considerar enemigos por naturaleza a todos los varones es terminar favoreciendo al sistema patriarcal y capitalista.
Inclusive, en cualquier sindicato, centro de estudiantes o partido a veces surgen problemas por vivir inmersos en esta sociedad individualista, capitalista y machista. Por caso, un episodio de violencia de género. Como no ignoramos esa realidad, en el MST contamos con mecanismos orgánicos y democráticos para evaluar, juzgar y sancionar dicha falta, educar a toda la militancia, preservar la moral revolucionaria y, si es posible, tratar de recuperar al militante involucrado. No condenamos de antemano: sólo la práctica revolucionaria colectiva permite construir la confianza necesaria para enfrentar y vencer al capitalismo y el patriarcado, que caerán juntos o no caerán.